Portada » Filosofía » El juicio ordinario
Descartes nos expone el método y nos indica que es necesario dudar de todo lo que se cree saber. Esta duda es un instrumento metódico para lograr su objetivo: la intuición de una idea clara y distinta sobre la que no exista ninguna posibilidad de duda. Encontrar una verdad que pueda ser el punto de partida del edificio del conocimiento. El objetivo último es alcanzar la certeza absoluta a través de la duda. Cuando se somete a la duda, la mayor preocupación de Descartes es saber qué principios morales van a encaminarle en la vida diaria mientras encuentra principios absolutamente ciertos. Porque nosotros podemos suspender nuestros juicios: podemos afirmar o no afirmar, creer o no creer, pero no podemos dejar de actuar diariamente ni dejar de tomar nuestras propias decisiones. El problema se encuentra en cómo conciliar la irresolución provisional de nuestro juicio al no considerarse nada como cierto por la duda radical, y en la necesaria resolución de nuestra voluntad, es decir, el tener que tomar decisiones y llevarlas a cabo en la vida práctica diaria sin caer en el amoralismo, que es la ausencia de toda moral.
Descartes expone la moral provisional en la parte tercera del Discurso. Esta moral hay que tomarla como un mientras tanto, es decir, como no puedo permanecer irresoluto de mi vida práctica, debo establecer una moral provisional que me proporcione unas normal que me permitan actuar correctamente. La moral provisional tiene tres reglas: 1- La primera regla:
Esta norma no debe entenderse como una propuesta de conformismo acrítico, conformismo que sería una aceptación pasiva de lo que hay y de aquello que nos han enseñado y que no diferenciaría entre las opiniones sensatas y las erróneas. La recomendación de Descartes es la de guiarnos por las opiniones de los hombres más sensatos porque son los más prudentes, lo cual nos exige observación, discernimiento y juicio. Descartes nos recomienda que es mejor continuar la tradición siguiendo el ejemplo de los más moderados y sensatos que dejarnos llevar por el amoralismo o la falta de norma. 2- La segunda: Descartes nos propone la acción, no la parálisis del “no sé qué hacer” producto de la incertidumbre y la duda. Actuar aunque cometamos un error, como preferible a la indecisión paralizante. Ya que la vida nos obliga a elegir y a actuar y esto no admite demoras. Debemos realizar resueltamente lo que hemos decidido aunque no estemos de ello totalmente seguros.
3- La tercera regla: Esta regla es claramente estoica, sigue el principio de que no nos afectan tanto los objetos como el juicio que hacemos sobre ellos. En esta moral se distingue claramente entre aquello que depende de nosotros y por tanto podemos controlar y modificar y lo que no depende, que está al margen de nuestra voluntad, “ acostumbrarme a creer que no hay nada que esté enteramente nuestro poder sino nuestros sentimientos”. De esta forma que afectarnos no tanto los objetos como el juicio que estos nos merecen, si conseguimos hacernos dueños de nuestros pensamiento y controlar nuestros juicios, podremos alcanzar la felicidad ya que el cómo nos afecte la realidad será controlada por nuestra voluntad y el cómo nos afecten los embates del azar estará bajo nuestro control. Y una última regla, que es una conclusión: Se puede considerar un resumen de las anteriores. Nos recomienda elegir la mejor entre las diversas ocupaciones de los hombres, aquella consiste en “emplear toda mi vida en cultivar mi razón y avanzar tanto como pudiese en el conocimiento de la verdaddistinguiendo el método que me había prescrito”. Descartes elige la filosofía, cultiva la razón y alcanza el conocimiento de la verdad, el cual necesariamente lleva a una conducta justa y buena. Descartes reconoce que la razón es importante para definir el campo de la moral. En la moral provisional se corre el riesgo del error, pero es preferible tomar un principio inseguro y que tal vez nos lleve al error, que no tomar ninguno o que permanecer en la parálisis. Por ejemplo aquel que se encuentra perdido en un bosque tendrá mayor posibilidad de alcanzar la salida se avanza que si se queda parado. Hay que hacer una elección y seguirla firmemente esto es lo que recomienda su tercera parte al caminante perdido que solo saldrá del bosque si avanza en la misma dirección firmemente a fin de evitar dar vueltas. Descartes distinguiendo entre razón teórica (“la investigación pura o indagación de la verdad”) y la práctica (“ la indagación relativa a las costumbres o la regulación de obrar”). En el primer grupo de cuestiones cabe suspender el juicio y aplicar la duda metódica para hallar lo evidente (certeza metafísica) pero puesto que la vida cotidiana las circunstancias nos urgen a actuar nos conformaremos con lo probable puesto que no podemos suspender las acciones (certeza moral). En conclusión aunque no tengamos certeza absoluta en el campo moral debemos actuar con decisión y firmeza la moral cartesiana es un seguro contra el amoralismo puesto que el individuo que nos es una norma firmemente su nombre y resultó gobernado por el azar y no por la libertad. Las máximas morales cartesianas están influidas por autores