Portada » Español » El lenguaje como expresión semántica de la conciencia
: Hace referencia al contexto de uso de la lengua y al contexto mental de los interlocutores.
: Hacen referencia a los participantes, que son emisores/hablantes y receptores/oyentes simultáneamente, terminando así con la concepción unidireccional de Jakobson. De esta forma, estos intervienen en la interacción comunicativa con sus carácterísticas socioculturales, conocimientos, experiencias, respectivos roles en el contexto o situación, etc.
: Hacen referencia a los objetivos, metas, propósitos y resultados o productos de la interacción comunicativa. Las metas de los participantes pueden ser diferentes al inicio de la interacción e ir negociándose en el proceso comunicativo hasta llegar a un acuerdo o conflicto, que les permitirá alcanzar (o no) dichos objetivos.
: Hace referencia a la estructura y organización de la interacción respecto a su forma y contenido, adecuados al objetivo comunicativo que se pretende.
: Hace referencia al tono formal o informal con el que se realiza la interacción. Dicha formalidad o informalidad, así como su grado, dependerá de los roles de los participantes en el contexto, del tema tratado, los fines, etc.
: Hace referencia al canal (auditivo, visual) y al código (idioma, registro) empleados.
: Las normas de interacción se refieren a reglas que rigen las relaciones sociales comunicativas; las de interpretación hacen referencia a aquellos recursos que nos permiten captar el significado intencional o pragmático, como ocurre en las indirectas.
: Son los tipos de actos lingüísticos o géneros textuales (orales y escritos) y las interacciones y solapamientos que se pueden suceder entre ellos.
La comunicación puede realizarse de manera oral o escrita y constituye el conjunto de las cuatro habilidades lingüísticas que los hablantes de una lengua ponen en práctica según su papel en el proceso de comunicación.
De este modo, si el hablante funciona como emisor en un acto de la comunicación pone en práctica habilidades de la expresión: hablar, si dicha comunicación es oral; y escribir, en el caso de que sea escrita. Por el contrario, si actúa como receptor, el hablante pondrá en práctica habilidades de comprensión: escuchar, si la comunicación es oral; y leer, si es escrita. Estas habilidades no actúan de manera independiente en la comunicación, sino que tienden a emplearse de forma integrada porque el hablante intercambia de manera constante su papel de emisor-receptor en los actos comunicativos orales y escritos.
La competencia comunicativa supone el dominio de las cuatro habilidades lingüísticas por parte del emisor. Consecuentemente, la escuela debe atender por igual a su desarrollo y dominio desde un enfoque comunicativo y funcional.
La comunicación oral comprende las habilidades comunicativas de escuchar, hablar e interactuar verbalmente.
Actualmente, la comunicación oral es un fenómeno estudiado por disciplinas macrolingüísticas como la sociolingüística o la etnolingüística, por las ciencias del lenguaje y por la lingüística aplicada.
Estas disciplinas destacan la importancia de la comunicación oral basándose en los siguientes argumentos:
El proceso de adquisición de la lengua oral precede al de la escrita y, de hecho, es imprescindible para su aprendizaje.La comunicación oral presenta un mayor porcentaje de uso (75%) frente al de la escrita (25%)En todos los pueblos existe la lengua oral, pero no la escritaExiste un mayor nivel de riqueza expresiva en el lenguaje oral, que lo convierte en un objeto de estudio más complejo que el lenguaje escrito.
El proceso de comprensión oral se inicia con la fase de precomprensión, que comprende tres estrategias (prefigurar de la forma y contenido de la comunicación; contextualizar el contenido y la forma de la comunicación, y, además, formular unos objetivos comunicativos) llevadas a cabo gracias a la información almacenada en la memoria a largo plazo.
Además, podemos basar nuestra comprensión en esta memoria que compartimos con nuestro interlocutor. Si no conocemos al interlocutor, no podemos prever tantos datos y la comunicación dependerá exclusivamente del discurso.
Las estrategias propias de la comprensión son:
identificar una serie de elementos de la secuencia acústica: sonidos, palabras y expresiones.
escoger las unidades lingüísticas relevantes según nuestros conocimientos gramaticales y nuestros objetivos.
otorgar un sentido a las unidades que hemos seleccionado según nuestros conocimientos, atribuyéndoles una forma y un valor comunicativo.
prever el desarrollo del discurso a partir de elementos formales (paralingüísticos o lingüísticos) o de contenido.
obtener información necesaria del contexto y del conocimiento del hablante.
Recoger en la memoria a corto elementos del discurso para interpretar los fragmentos de este y para finalizar guardar los datos más importantes en la memoria a largo plazo.
Como afirma José Antonio León, cualquier proceso comprensivo del discurso presenta un componente inferencial fundamental en un doble nivel; el local que refiere a la comprensión de oraciones y el global, donde se sitúa el discurso. Ambos niveles de encuentran interrelacionados, por lo que las oraciones permiten identificar, retener y relacionar la información clave que nos permita alcanzar las ideas globales.
El requisito para que el proceso de comprensión se lleve a cabo de forma eficaz es poseer nociones generales del léxico y gramática de una lengua, que nos posibiliten comprender enunciados lingüísticos. Sin embargo, el lector hace uso de otros conocimientos temáticos y de otros universales y compartidos, que se organizan y almacenan en la memoria.
La complejidad del proceso de comprensión oral reside en que todas sus estrategias ocurren de manera simultánea, interactuando entre sí y formando progresivamente el proceso.
Se concluye destacando la relación entre el proceso de comprensión y capacidades cognoscitivas como la atención o la memoria, apreciable en niños a edades tempranas.
En relación con lo anterior, la comunicación oral implica un sistema complejo de códigos interdependientes, verbales y no verbales, que actúan de forma conjunta y tienen un gran valor comunicativo.
Según Bygate, el proceso de expresión oral se compone de conocimientos y habilidades, que se conciben como realidades diferentes.
En primer lugar, el conocimiento del discurso se relaciona con la información que albergamos en la memoria sobre la mayoría de las comunicaciones en nuestra cultura y refiere a la secuencia de actos según el modelo Speaking.
Gracias a la repetición y a la experiencia surgen las rutinas comunicativas, que son estructuras de comunicación con unos temas, turnos y roles prefijados dependientes de la cultura.
El conocimiento de la estructura del discurso y las rutinas comunicativas nos permite planificarlo, es decir, determinar los temas que abordaremos y de qué manera. Al mismo tiempo, hemos de activar las habilidades de conducción de la interacción, esto es, seleccionar y desarrollar los temas y dominar los turnos de palabra.
En segundo lugar, ambos interlocutores negocian intereses y necesidades respecto al tema de la comunicación. Para ello, emplean dos habilidades: seleccionar el nivel de explicación, es decir, escoger el grado de detalle teniendo en cuenta los conocimientos e intereses del receptor, y evaluar la expresión, es decir, confirmar si el nivel de explicitación es adecuado.
Seleccionamos cierta gramática y cierto en función del grado de explicitación que pretendemos, que se verá limitado por nuestro conocimiento lingüístico. Por tanto, negociamos el significado según cómo nos vamos a expresar lingüísticamente (gramática y léxico).
Por último, se activan las habilidades de producción del discurso, que son de dos tipos: facilitación de la producción y compensación de las dificultades. La primera consiste en simplificar la gramática para agilizar la expresión, y la segunda consiste en reforzar la expresión mediante repeticiones que faciliten la comprensión del interlocutor. Una habilidad más que se activa durante la expresión es la autocorrección gramatical, permitiendo que nos fijemos en la forma discursiva y corrijamos erratas, como los lapsus.
Los conocimientos asociados a estas habilidades tienen que ver con la gramática de la lengua, los sonidos que la conforman y los mecanismos de producción lingüística.