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14.5 La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y evolución de la guerra.
En la tarde del 17 de Julio se inicia la sublevación en la guarnición de Melilla. El día 19 Franco llegaba desde Canarias para ponerse al frente del Ejército de África. El dia 18 Queipo de Llano se sublevó en Sevilla y el 19 lo hizo Mola en Pamplona. El golpe triunfó en una amplia zona del norte, algunas regiones del sur, África y las islas. En Oviedo Aranda engañó a las milicias mineras para hacerse con el poder. La rebelión fracasó, sin embargo, en el resto del país. Pero sin duda los fracasos más sonados fueron los de Barcelona y Madrid, donde las milicias obreras y los sindicatos derrotaron a los golpistas.
En general, el golpe triunfó o fracasó en función de la rapidez y la coordinación y la capacidad de reacción de las fuerzas populares. También influyó la indecisión de muchos golpistas a actuar, la decisión de no entregar armas a las milicias debido al temor de su posterior uso y la lealtad de la Guardia Civil.
Desde el punto de vista económico, la República tenía el dominio de las regiones industriales y de los cultivos manchegos y levantinos. También contaba con las reservas de oro del Banco de España. Sin embargo, la mayoría de oficiales se habían sublevado y muchas unidades estaban desarticuladas. Además, el bando golpista contaba con varias divisiones íntegras y, sobre todo, con el Ejército de África, el mejor equipado y entrenado. Por el contrario, la mayor parte de la flota y la aviación permanecíó leal a la República.
La ausencia de un poder civil organizado fue común para ambos bandos. Mientras que en el bando sublevado el poder quedó en manos de unos pocos generales siguiendo las instrucciones de Mola, en el lado republicano la red de gobernadores estaba completamente deshecha y el Gobierno quedó sin autoridad.
La represión en la zona rebelde fue bastante más organizada que en el bando contrario, siendo los fusilamientos la respuesta más habitual a la resistencia al golpe. En la zona republicana fue más espontánea y desigual, quedando mucho más atenuada desde finales de 1936.
A principios de Agosto, gracias a la ayuda alemana, se inició el traslado masivo del Ejército de África a la Península. Los legionarios y regulares avanzaron hacia Madrid, pero el general Yagiie decidíó desviarse y conquistar Badajoz, uniendo así las dos zonas sublevadas y permitiendo el suministro de ayuda al ejército de Mola.
Los republicanos consiguieron detener el avance en País Vasco. Sin embargo, Mola había conseguido asilarlos de la frontera francesa. Tras un gran avance en el sur, Franco tomó la decisión de tomar Toledo.
El 18 de Octubre las fuerzas rebeldes de Varela iniciaron la operación tenaza contra Madrid. El Gobierno decretó la militarización de las milicias y el presidente Azaña fue enviado a Barcelona. Tras una dura resistencia en la que intervinieron los voluntarios de las Brigadas Internacionales y la aviación alemana, Franco dio la orden de detener el asalto a Madrid. Por ello, se decidíó completar el cerco de Madrid. La batalla del Jarama fue una de las más encarnizadas de toda la guerra, donde ambos bandos pusieron en juego todas sus armas disponibles. Mientras tanto, los franquistas tomaron Málaga, ciudad que sufríó una violenta represión. La ayuda italiana de Franco propuso una operación desde Guadalajara. La operación fracasó y la derrota italiana fue total. Sin embargo, las
tropas republicanas, exhaustas, no pudieron profundizar la brecha.
El 31 de Marzo comenzó la campaña en el País Vasco bajo la dirección de Mola y con el apoyo de carlistas y alemanes. Estos últimos bombardearon el 26 de Abril la ciudad de Guernica, sin objetivo militar alguno con el fin de ensayar el exterminio masivo de la población. El avance rebelde fue imparable y el 19 de Junio Bilbao fue tomada. La campaña vasca costó la vida a Mola, único general que podía disputarle a Franco la jefatura del bando sublevado. Tras una exitosa ofensiva republicana en Brunete que consiguió romper el cerco de Madrid, las tropas de Varela contraatacaron y estabilizaron las posiciones. A pesar de la resistencia republicana en el norte del país, Gijón acabó cayendo el 21 de Agosto y Santander el 26. La evacuación fue imposible debido al bloqueo de la escuadra franquista.
La caída de la zona norte provocó la pérdida de muchos recursos a los republicanos y la facilidad de los franquistas de concentrar sus fuerzas en un único frente.
La respuesta republicana permitíó tomar Teruel, ciudad que tras una contraofensiva fue reconquistada por Franco. Tras la recomposición republicana, el ejército franquista tomó la iniciativa y lanzó en Marzo una ofensiva general enel frente de Aragón. Finalmente, el 15 de Abril las tropas franquistas alcanzaban el Mediterráneo partiendo en dos la zona republicana. Se preparó entonces un ataque republicano de gran envergadura en el Ebro que tuvo gran éxito. Alarmado por el avance, Franco respondíó con una acumulación de unidades iniciándose una batalla de desgaste y obligando a los republicanos a retirarse el 15 de Noviembre. La ofensiva costó 100.000 vidas y agotó las últimas reservas republicanas.
El 23 de Diciembre el ejército franquista desencadenó sobre Cataluña su última gran ofensiva, conquistando la capital catalana el 26 de Enero. Durante varias semanas la República continuó resistiendo con la esperanza de que estallara le guerra en Europa y cambiara la situación española. Pero las divisiones en el bando republicano desencadenaron un Golpe de Estado el 5 de Marzo con el fin de terminar con la política de resistencia. El 28 de Marzo las unidades franquistas entraban en Madrid mientras que miles españoles intentaban abandonar el país sin éxito.
Tras el golpe de Julio de 1936, en el campo se produjo una ocupación masiva de fincas. En las zonas de predominio socialista o comunista se procedíó a la colectivización de la tierra, mientras que los anarquistas establecieron comunas.
El 5 de Septiembre se formó un Gobierno de fuerzas de izquierda presidido por Largo Caballero, quien intentó recuperar el control sobre la economía y el Ejército. La ruptura del asedio a Madrid y el deseo de centralización creó tensiones en el Gobierno, debido en parte al apoyo a dos modelos revolucionarios distintos: el antisoviético, que apoyaba la autogestión, y el centralizado de carácter comunista, apoyado por el Gobierno. La tensión entre ambos bloques estalló en forma de combates callejeros en Mayo de 1937 en Barcelona, provocando la dimisión de Largo Caballero y la llegada al Gobierno Juan Negrín, inclinado hacia la tesis comunista. El Gobierno de Negrín declaró ilegal el POUM, que apoyaba el modelo anticomunista. También fue capaz de mejorar la capacidad militar y de organizar una economía de guerra para garantizar el abastecimiento.
Sin embargo, los reveses militares fueron minando la moral en la retaguardia y algunos dirigentes comenzaron a platear la posibilidad de negociar. Tras la caída de Cataluña esas opiniones se extendieron, provocando la caída de Negrín por un Golpe de Estado y la llegada del coronel Casado, quien acabó con la resistencia.
En la zona sublevada los derechos civiles y los partidos políticos fueron suprimidos, continuando su actividad solo la Falange y los requetés carlistas. Desde el punto de vista ideológico, la rebelión se establecíó como un alzamiento nacional. La Iglesia también mostró su apoyo, presentando la lucha como una cruzada contra el ateísmo.
La implantación del poder militar permitíó establecer una economía de guerra desde el principio. Se cancelaron las reformas agrarias y se restituyeron las tierras a sus antiguos dueños. Para los gastos militares se establecíó una Junta paralela al Banco de España, que autorizó la emisión de moneda y endeudó al futuro Estado.
La elección de Franco como jefe del Gobierno del Estado español significó la instauración de una dictadura y de un régimen militar. Sin embargo, el fracaso en la conquista de Madrid le obligó a iniciar un lento proceso de institucionalización.
En Abril de 1937, con la llegada al círculo de Franco de su cuñado Ramón Serrano Súñer, el Decreto de Unificación creaba un partido único, la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Las primeras leyes se orientaron a asentar el régimen totalitario, concediendo a Franco plenos poderes, estableciendo la censura y suprimiendo las ayudas sociales. La Iglesia fue recompensada declarando la confesionalidad estatal, permitiendo su intervención en la educación, fijando un sueldo estatal para los sacerdotes y eximíéndola de pagar impuestos. El carácter totalitario del nuevo Estado culminaría con la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), que constituiría los tribunales encargados de la represión de la posguerra.
Desde su inicio, la guerra española se convirtió en un problema internacional. La tensión de la época y un mundo dividido entre potencias democráticas y estados fascistas facilitaron la toma de posturas. La opinión pública y el movimiento obrero internacional se aliaron con la República, mientras que los conservadores apoyaron al bando sublevado ante el temor de que la República podía convertir a España en un país comunista. Los dirigentes democráticos occidentales no entregaron armas a la República ante el temor de que se pudiera desatar una nueva guerra europea. Por iniciativa británica se constituyó en Agosto el Comité Internacional de No Intervención, cuyos firmantes se comprometieron a evitar el suministro de armas y permanecer neutrales. Pero el Acuerdo de No Intervención resultó ser un fraude, ya que países como Alemania e Italia enviaron material, hombres y dinero a los franquistas. La República solo recibíó ayuda de la URSS.
La anexión alemana de la regíón checoslovaca de los Sudetes fue reconocida por las potencias occidentales en el Pacto de Múnich, lo que significaba el fin de las esperanzas de la República española. Además, en los gobiernos occidentales pesaba más el anticomunismo y el miedo a la revolución que el respaldo a la democracia y el gobierno de Washington, a pesar de prohibir apoyar a ninguno de los bandos, permitía que la compañía Texaco suministrara combustible al gobierno de Burgos.
Además de la superioridad militar de los franquistas, la desigual ayuda exterior fue la otra causa determinante de su victoria. Tras el golpe, Franco consiguió la ayuda de Alemania, que aportó barcos para transportar al ejército de África a la Península, y la ayuda de Mussolini, que envió 70.000 hombres con munición y material de guerra. La Alemania nazi también vendíó armas a los sublevados y envió a España la Legión Cóndor, unidad de elite de la aviación alemana. También tuvieron la colaboración de Portugal, que facilitó la llegada de armas.
Por su parte la República vio pronto cortada la ayuda de Francia por el Acuerdo de No Intervención. Solo más tarde comenzó a llegar la ayuda soviética, cuando Stalin aceptó apoyar a la República ante el miedo de una expansión fascista por el Mediterráneo. Pero la ayuda rusa fue bastante dispersa y tuvo serias dificultades para llegar. En las batallas de 1938, la falta de aviación y artillería resultaría definitiva para la derrota republicana. La otra ayuda que recibíó la República fue la de las Brigadas Internacionales. Los brigadistas eran voluntarios antifascistas reclutados por la Komintern en todo el mundo. Se calcula que en España combatieron alrededor de 40.000 brigadistas.
Las pérdidas humanas de la guerra rondan en torno al medio millón de fallecidos. Tras la guerra se desencadenó una brutal represión que se prolongo muchos años después del fin de la guerra. Las cifras de la represión en la zona republicana son más claras debido a que las autoridades franquistas emprendieron una investigación judicial exhaustiva, la Causa General, que permitíó concretar la lista de asesinatos y ejecuciones sumarias en la República. La cifra se aproxima a 38.000 personas. Mucho más difícil de analizar fue la represión en el bando franquista debido, entre otras cosas, a la ocultación de documentos. Los datos más recientes son los aportados por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. En la documentación aportada a la Audiencia Nacional en 2008 se incluye una lista con unos 133.000 desaparecidos entre guerra y posguerra. Esta lista está incompleta, ya que solo la mitad de las provincias han sido examinadas de forma exhaustiva. Es posible que cuando se extiendan las investigaciones la cifra definitiva alcance 200.000 personas.
Una segunda pérdida significativa lo constituye el exilio republicano. Mucha gente abandonó el país al inicio de la guerra, y entre ellos muchos niños de familias republicanas fueron enviados al extranjero para garantizar su seguridad. Pero fue tras la campaña de Cataluña, a comienzos de 1939 cuando se desencadenó un éxodo masivo. En las semanas finales los puertos se llenaron de refugiados que buscaban embarcar hacia el extranjero ante el temor de las represalias. Se calcula que unas 450.000 personas abandonaron el país. Se trataba de población mayoritariamente joven y que incluía los sectores mejor preparados del país. Entre ellos estaban las élites científicas, literarias y artísticas de la Edad de Plata, cuya ausencia convertiría a la España del franquismo en un páramo cultural, científico y tecnológico.