Portada » Filosofía » Fases de la duda metódica
“Todo esto fue la causa por la que pensaba…» Todos somos iguales en cuanto a la capacidad racional; lo que nos distingue es el uso del método.
En las Reglas del espíritu, Descartes consideraba inoportuno conocer sin método. Lo que pretende Descartes es adoptar un método con muy pocas reglas y fáciles de seguir, que haga los decuado. La primera regla consiste en no admitir como verdadera ninguna idea de la que no se tenga evidencia. Concebido de esta forma, no queda lugar a la duda, y ese juicio es verdadero. La evidencia será el nuevo criterio de verdad sostenido por Descartes, y consiste en que nuestra razón, y solo nuestra razón, concibe, intuye, directamente que un juicio es verdadero sin ningún género de duda. Lo que caracteriza la evidencia es que elimina la duda. La razón no puede aceptar ningún conocimiento que tenga alguna duda. En principio, define la verdad por la evidencia, y la evidencia se distingue mediante la claridad y la distinción, los dos atributos necesarios de la verdad y de la certeza. Poseen claridad y distinción aquellos conocimientos de los que no podemos tener ninguna posibilidad de duda ni son susceptibles de contradicción; es más, de esos conocimientos diríamos que tenemos certeza absoluta, lo cual quiere decir que son verdaderos sin ninguna duda. La segunda regla consiste en el análisis: aconseja dividir y examinar los problemas en tantas partes como sea posible para poder analizarlos con sencillez y claridad, y comprobar su verdad, su evidencia. Presenta así el análisis como la forma más segura de conocer la verdad de nuestros conocimientos. La tercera regla es la síntesis: consiste en, una vez comprobada la verdad de las partes, reconstruir el problema empezando por los conocimientos o las cuestiones más simples para acceder desde ahí hasta las más complejas. La cuarta regla recomienda hacer recuentos completos y revisiones completas (enumeración) para alcanzar la seguridad de que no se ha olvidado nada. Por tanto, el método consiste en cuatro reglas para emplear correctamente los dos modos de conocer de la razón: Intuición, es uno de los actos por los que la razón llega a conocimientos ciertos. La intuición, que alcanza una certeza inmediata. Es más cierta que la deducción porque no es discursiva sino inmediata. Su objeto son las naturalezas u objetos simples. Deducción, Uno de los modos de conocer de la razón.Por eso, con la deducción no se llega a evidencias, sino sólo a certezas. El análisis y la síntesis son distintas formas de deducción.
“Y como, en efecto, la exacta observancia de…» Descartes empieza a aplicar su método a las matemáticas. Este método se adapta perfectamente a las matemáticas. Al seguir las reglas, ha conseguido grandes beneficios. De la práctica del método iniciado obtiene Descartes la convicción de que, empezando por las cuestiones más simples, conseguirá resolver en poco tiempo las verdades más complejas y de mayor dificultad. Cada verdad le proporciona el impulso necesario para conocer otras verdades. En las Reglas para la dirección del espíritu había incluido la metáfora del sol para referirse a la luz de la razón. Cada paso alumbra el camino, es decir, el descubrimiento de cada una de las verdades lo impulsa para seguir conociendo. Cada una de las ciencias representa la sabiduría humana y su potencia clarificadora es tan fuerte que no se puede coartar el espíritu con ningún tipo de limitación. Una verdad nos lleva a la otra. El método es lo que confiere luz y seguridad al conocimiento. Cada avance, cada verdad que se consigue, supone establecer las condiciones para acceder a otras verdades, a veces nada fáciles de vislumbrar ni de conseguir.
“No sé si debo entreteneros con las primeras…” Este texto le hace planterse a descrtaes la duda metódica, ya que para alcanzar la verdad no puede aceptar como verdadero algo del que puede tener la mínima duda.Para ello tiene que dudar de todo. Es una duda absoluta ya que se espera encontar la verdad. Así que hace esta duda metódica para encontrar un principio que no se necesite dudar. Descartes no puede dudar de todas las creencias anteriores por eso, se plantea dudar sólo de los principios fundamentales de la filosofía. Descartes empieza a dudadr de los sentidos ya que algunas veces suelen resultar engañosos. También ha de dudar de los conocimientos intelectuales porque algunas veces ha tenido un razonamiento erróneo al tratar con la geometría ya que si se equivocan en problemas sencillos de matemáticas también se pueden equivocar en otras sin darse cuenta. También crea la hipótesis de que existe un genio maligno que nos puede engañar incluso en cuestiones que estamos seguros por lo tanto el conociemiento matemático también puede ser engañoso. Aquí, en el Discurso, como no se puede distinguir entre la vigilia y el sueño, ya que los mismos pensamientos pueden asaltarnos estando dormidos y estando despiertos, decidíó suponer que todos los conocimientos que hubiera conseguido su mente tuvieran el mismo valor que las ilusiones de sus sueños, puesto que incluso podría suceder que estuviésemos confundiendo la realidad con el sueño. Es decir, a través de la hipótesis del genio maligno o de la imposibilidad de distinguir la vigilia y el sueño llega a la duda sistemática de todos los conocimientos. En resumen, todo es dudoso y debe ser considerado falso.
“Posteriormente quise indagar otras verdades…” El otro razonamiento para demostrar la existencia de Dios utilizado por Descartes es el argumento ontológico de San Anselmo. Este argumento parte de que todos tenemos en la mente la idea de un ser sumamente perfecto. Y de la idea de este ser perfecto, se ha de seguir que existe, porque de otra forma no sería el ser perfecto contenido en la idea, es decir, no tendría todas las perfecciones que se le atribuyen en la idea. Pues, si Dios es un ser sumamente perfecto, si contiene todas las perfecciones, es preciso que exista como una realidad independiente del sujeto (no es solo un pensamiento), pues la existencia es una de esas perfecciones. Por tanto, la existencia de Dios ya está contenida en su propia esencia; es decir, de la idea de Dios se ha de seguir su existencia, de la misma manera que de la idea de triángulo se ha seguir que la suma de sus ángulos sea igual a dos rectos o que de la idea de monte se haya de seguir la idea de valle. Por esto, podemos tener la misma certeza y seguridad en la existencia de Dios que en las demostraciones de la geometría, aunque de la sustancia corpórea, de la que se ocupan los geómetras, aún no se ha demostrado su existencia.