Existe una rama de la filosofía que se encarga de examinar cuestiones: la apistemología o la teoría del conocimiento. En ella se estudia, que se entiende por conocimiento, cuales son las herramientas que disponemos para adquirir el conocimiento, que grado de fiabilidad nos ofrece cada una de ellas, distintos tipos de conocimiento y si existen o no los límites para el conocimiento.
1.1 CONCEPTOS Y GRADOS DEL CONOCIMIENTO
El conocimiento pretende ser una explicación de la realidad que nos permite explicarla o comprenderla mejor: entender sus causas y poder predecir sus consecuencias. En este sentido, el conocimiento es una forma de saber que se puede distinguir de otras formas de saber o grados de conocimiento.
* Opinión: es una apreciación subjetiva de la que no podemos decir que estemos seguros y que no podemos probar ante los demás. Suele ser una valoración de la realidad, o de cómo debería ser, que se basa en nuestros intereses, creencias, deseos…, pero que suele apoyarse en razones contundentes
* Creencia: aquí podemos distinguir dos tipos de creencias:
-Uso dubitativo: expresa que nos estamos totalmente seguro de lo que afirmamos. Albergamos dudas acerca de su cumplimiento, si bien poseemos razones importantes – Uso asertivo: en este caso es una creencia que asumimos como segura aunque no podamos demostrarlo. Incapacidad para justificar nuestras creencias. * Conocimiento: es una creencia de la que estamos seguros pero que, además, podemos probar. Poder justificar racionalmente algo es lo carácterístico del conocimiento. De este modo la creencia deja de ser algo subjetivo y adquiere el carácter de objetividad.
1.2 HERRAMIENTAS DEL CONOCIMIENTO
En este sentido las herramientas que tenemos para conocer son las facultades cognitivas:
– Percepción: Nos pone en contacto con la realidad y nos permite construir representaciones de ésta a partir de los datos proporcionados por los sentidos. La percepción organiza e interpreta los datos sensoriales, configurando así una imagen unitaria y coherente del supuesto objeto externo. Esto es así porque no percibimos sensaciones aisladas, sino que construimos una imagen total que agrupa y combina lo que serían datos simples, como olores, colores, etc…
– Memoria: Si la percepción nos permite formarnos imágenes más o menos fieles a la realidad, la memoria nos posibilita retenerlas y recordarlas en el futuro. Esta capacidad para retener experiencias del pasado permite tanto el aprendizaje como nuestra continuidad como personas. No obstante, con el tiempo, la huella que dejan nuestras experiencias se pueden ir diluyendo, de manera que se hace imposible el recuerdo. Entonces se produce el olvido, o incapacidad para recuperar información almacenada en la memoria
– Imaginación: Es la capacidad de reproducir imágenes, pero sobre todo de modificar y crear otras nuevas con mayor libertad y espontaneidad. Por ello, podemos afirmar que hay dos tipos de imaginación: reproductora, cuando trata de representar la realidad, creadora, cuando crea, inventa o anticipa imágenes, de modo que crea un mundo diferente del real.
– Inteligencia: Se trata de la capacidad de pensar, entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas. La palabra inteligencia significa etimológicamente “saber elegir”. Esta capacidad permite procesar la información y comprenderla para escoger la mejor opción en cada caso. En el caso del ser humano, la inteligencia adquiere una cualidad distinta a la de los animales en la medida en que se apoya en la capacidad simbólica, la cual posibilita el uso de un lenguaje articulado y la abstracción mental.
Estos cuatro elementos están ligados entre sí, trabajan conjuntamente. Pero merecen ser tratados de manera aislada para luego tratrar cómo se relacionan.
1.3 EL PROCESO DE CONOCIMIENTO: LA ABSTRACCIÓN
En términos generales tiende a considerarse que el conocimiento comienza en la experiencia o con los datos sensoriales que recibimos de la realidad. En todo caso, la percepción siempre apunta a objetos o cosas particulares: un árbol, una mesa, una persona…
Sin embargo, a partir del conocimiento de objetos particulares podemos aspirar a un conocimiento con mayor alcance. Abstrayendo de los objetos particulares un conjunto de carácterísticas podemos obtener un conocimiento más general, por ejemplo, de varios árboles podemos obtener un concepto general de árbol.
Estamos haciendo abstracción del concepto de árbol si hacemos la operación mental de no tener en cuenta las distintas cualidades particulares de los árboles. Esa abstracción es importante para conocer qué es un árbol, es decir, para saber qué hay de común a todos los árboles del mundo. De este modo surgen los conceptos empíricos.
Los filósofos discuten si hay que situar la base del conocimiento en los datos empíricos que nos aportan los sentidos o, si por el contrario, el saber humano ha de recaer en la razón.
Los empiristas entienden que la razón es clave para desarrollar el conocimiento, pero defienden que el conocimiento racional debe partir siempre de los datos sensoriales y apoyarse en ellos, si no quiere perderse en elucubraciones y fantasías.
Los racionalistas argumentan que como los sentidos no son siempre fiables, es la razón y no la experiencia sensorial la única que puede constituirse legítimamente como una base sólida para el conocimiento.
Por ello, un racionalista entenderá que las verdades que podemos conocer de manera más clara y evidente son siempre aquellas que reconoce nuestra razón, mientras que un empirista seguramente apuntaría a alguna sensación que estuviera experimentando en ese momento.
Un punto de discusión constante entre empiristas y racionalistas radica en si existen o no contenidos en nuestra mente cuando nacemos.
Según los empiristas al nacer nuestra mente es un tabula rasa, es decir, un papel en blanco, como afirmaba John Locke. A partir de que nacemos según vamos teniendo experiencias comienzan a grabarse contenidos en la mente, y al ir relacionando unos con otros vamos construyendo el conocimiento. Por tanto, los empiristas rechazan las ideas innatas.
Los racionalistas entendían que nuestra mente sí dispone de contenidos desde el principio. Así, según ellos, no todas las ideas que poseemos proceden del aprendizaje a través de la experiencia o son creadas por nosotros, sino que algunas se encuentran en la mente al nacer.
La polémica entre ambas posiciones adquiríó una gran importancia en la discusión filosófica de los siglos XVII y XVIII, y aún hoy se mantiene viva.
1.4 LA EPISTEMOLOGÍA KANTIANA
Con la intención de superar el antagonismo entre las posiciones empiristas y racionalistas Immanuel Kant, en el Siglo XVIII, trató de formular una explicación del proceso de conocimiento que recogiera los aspectos que le parecían más válidos del Empirismo y del Racionalismo.
Según Kant, en el proceso de conocimiento participan simultáneamente tres facultades humanas: la sensibilidad, el entendimiento y la razón.
La sensibilidad : Es la facultad que recoge los datos externos y ubica esos datos en un lugar y momento temporales concretos. La sensibilidad sitúa todo lo que llega bajo una coordenadas espaciotemporales.
Recibimos los datos externos a través de la sensibilidad, sin estos datos obtenidos del exterior (datos empíricos) es imposible obtener conocimiento nuevo.
Cualquier dato del exterior obtenido mediante la sensibilidad ha de estar situado en tiempo y espacio.
Sin una situación espacial y temporal no obtendríamos ningún dato.
El tiempo y el espacio están en la realidad, pero el tiempo y el espacio tal y como lo percibimos es una superposición nuestra. Tiempo y espacio son un a priori.
El entendimiento: lo estructura según una determinadas categorías.
Los datos percibidos que capta nuestra sensibilidad son inconexos. Al percibir una mesa roja, por ejemplo, muchos estímulos son percibidos simultáneamente. Por ello es necesaria una facultad que pueda crear una síntesis, es decir, reunir y ordenar la esa diversidad caótica de percepciones. A esta síntesis Kant la denomina fenómeno empírico. Facultad que realiza la síntesis es el entendimiento, funciona mediante conceptos predeterminados que ya tenemos incorporados al nacer y compartimos todos los seres humanos (conceptos a priori) Las categorías del entendimiento son conceptos o estructuras innatas, es decir, que no hemos aprendido. Su función es estructurar la información que recogen los sentidos mediante la sensibilidad. Veamos un ejemplo: una de las categorías del entendimiento es la sustancia. Según Kant, gracias a ella nosotros percibimos la realidad como algo constituido por objetos, pues dicha categoría es la responsable de que agrupemos varias sensaciones como manifestaciones de una misma realidad o sustancia. Otro ejemplo: el establecimiento de relaciones de causa y efecto entre los fenómenos viene dada por la categoría de causalidad, que es quien posibilita que podamos conectar unos fenómenos con otros en determinadas condiciones. Cuando esa síntesis tiene lugar, se produce la percepción del objeto o la realidad, y podemos pensar acerca de ello o relacionarlo con otros fenómenos para generar un conocimiento. Sin las categorías de sustancia y causalidad, nuestra imagen del mundo resultaría completamente diferente.
La razón: sería quien nos induce a preguntarnos el porqué de las cosas de manera constante.
Así, a cada respuesta que obtenemos de por qué sucede esto o lo otro, la razón nos invita a preguntarnos nuevamente cuál es la explicación de la causa que hemos encontrado. Como la cadena de los sucesivos “porqués” tiende a hacerse infinita, y nuestra razón no puede pensar la infinitud, eso la lleva a generar lo que Kant denomina ideas metafísicas, es decir, que no tienen su origen en la experiencia, pero a las que inevitablemente recurre el ser humano para explicarse la realidad. Por tanto, según Kant la razón es la que nos lleva a pensar sobre los fundamentos o los primeros principios de lo que experimentamos. Dichas ideas metafísicas responden a la necesidad de la razón de contestar a:
1. ¿En qué medida tenemos libertad a la hora de actuar?
2. ¿Qué sentido le podemos encontrar al mundo? ¿Existe algún futuro para mí tras la muerte?
3. Hay una entidad universal o realidad cósmica que otorgue unidad a todo lo que existe?
Según Kant, sin embargo, a pesar de la razón construye dichas ideas metafísicas, cuando tratamos de emplear el entendimiento para demostrar alguna cosa sobre ellas nos topamos con la dificultad. Y es que, al querer aplicar las categorías del entendimiento sobre dichas ideas, como estas se refieren a entidades que no están situadas en el espacio y en el tiempo, es decir, quedan al margen de la facultad de la sensibilidad, nos encontramos con que las categorías no consiguen trabajar adecuadamente y tanto permiten demostrar una cosa como su contraria; es decir, generan contradicción y no aportan conocimiento. De este modo, Kant llega a la conclusión de que no puede haber conocimiento sobre entidades metafísicas, pues la razón no puede afirmar ni negar su existencia.
Vamos a verlo de otra forma:
1. La cadena de por qué nos conduce a preguntarnos por cuestiones como → la libertad → el sentido de la vida → el mundo en general → el alma → Dios.
2. De la libertad, Dios o el alma no tenemos ningún dato obtenido por la sensibilidad → el entendimiento intenta aplicar sus categorías sobre ideas de las cuales no tenemos datos sensibles (datos empíricos) → el entendimiento está aplicando sus categorías sobre nada → en la reflexión sobre esas ideas el entendimiento da vueltas sobre sí mismo → obtiene conclusiones erróneas, ilusorias, un espejismo.
3. Las tres grandes ideas metafísicas que se obtienen cuando la razón busca un por qué sobre cuestiones en torno a las cuales no hay datos sensibles y, por tanto, las categorías del entendimiento son aplicadas sobre la nada son → Dios, el Mundo como un todo y el alma.
1.5. RACIONALIDAD TEÓRICA Y PRÁCTICA
Kant distingue dos usos de la razón: el uso práctico y el uso teórico. Uso teórico de la razón: aplicamos la misma al conocimiento de la realidad. Uso práctico de la razón: cuando los principios que dicta la razón tienen como objetivo guiar la propia conducta desde una perspectiva ética. La pretensión de la razón teórica es formular juicios que no se limiten a expresar simples opiniones, sino que adquieran el carácter de conocimiento objetivo.
Tipos de conocimiento objetivo:
a. Los que versan acerca de los hechos habituales de los que somos testigos en la vida cotidiana.
b. Los conocimiento científicos, es decir, las leyes y teorías acerca del funcionamiento de las cosas.
c. Los teoremas lógicos y matemáticos que no se refieren a ningún hecho empírico.
La razón práctica es nuestra capacidad de discernir qué elecciones y actos son éticamente buenos y qué opciones pueden ser justificadas moralmente → se encarga de formular imperativos.
Los imperativos pretenden tener validez universal, por ejemplo: “actúa de tal modo que cualquier otro ser humano sea para ti siempre un fin en sí mismo, y nunca un medio”.
Kant cree que para juzgar la acción ética de un ser humano hay que evaluar siempre la motivación que tiene el sujeto que lleva a cabo esa acción, pues la acción sólo será ética cuando se actúe de forma desinteresada. Es decir, si hacemos algo por un premio o recompensa no puede considerarse que la acción sea desinteresada.
2. LA VERDAD
Consideramos que:
a. Hay hechos u objetos que son verdaderos o auténticos.
b. Hay afirmaciones o proposiciones que son ciertas o verdaderas.
La distinción entre realidad y apariencia ha sido objeto de una amplia discusión en la historia de la filosofía. Pero ha predominado la idea de que la apariencia son ocultaciones de la realidad, es decir, que las apariencias nos engañan y ocultan la auténtica realidad, pues no nos dejan ver cómo son realmente las cosas.
Así, para muchos filósofos, la búsqueda de la verdad consiste en detectar y desechar las apariencias.
2.2 VERDAD DE PROPOSICIONES
La verdad no solo se atribuye a la realidad, sino especialmente, a las afirmaciones lingüísticas que hacemo sobre ella. → Por tanto, la verdad es una propiedad que pueden tener las proposiciones.
Podemos distinguir dos tipos de proposiciones:
Empíricas: verdad de las proposiciones que afirman algo de los hechos y acontecimientos del mundo, existen varias teorías:
1. La verdad como correspondencia: considera que una proposición es verdadera cuando hay una adecuación entre lo que la proposición expresa y la realidad a la que se refiere. El primero que propuso esta teoría fue Aristóteles. Desde entonces, numerosos filósofos consideran que una proposición es verdadera cuando en realidad sucede lo que indica. Sin embargo, aunque esta teoría resulta muy intuitiva, no consigue determinar exactamente en qué consiste la correspondencia entre lenguaje y realidad.
2. La verdad como coherencia: considera que una proposición es verdadera si no entra en contradicción con el resto de proposiciones aceptadas. El primer filósofo en proponer esta teoría fue Hegel, para quien la verdad de una proposición no se determina por recurso a la realidad, sino al resto de proposiciones de una teoría.
3. La verdad como éxito: considera que una proposición es verdadera cuando es útil y, por tanto, cuando conduce al éxito. La verdad o falsedad de una proposición coincidiría con sus consecuencias. Una proposición es verdadera si su puesta en práctica tiene resultados positivos; en cambio, una proposición es falsa cuando sus consecuencias son negativas. El principal defensor de esta teoría fue William James.
Formales: Como las proposiciones formales no dicen nada acerca de la realidad, su verdad no puede consistir en la correspondencia con esta ni en la utilidad de su aplicación. Así que en este caso el único sentido que puede tener la verdad es su coherencia.
2.3 CRITERIOS PARA RECONOCER LA VERDAD
Evidencia: Un conocimiento es evidente cuando se produce una certeza que nos impide dudar de su verdad. Por ejemplo, es una evidencia que “A es A”. Porque, aunque no puedo probarlo, su verdad se me presenta de forma directa e indudable.
Intersubjetividad: Consiste en que nuestras creencias, para ser admitidas como verdaderas y constituir conocimiento, han de ser aceptables para cualquier sujeto racional. Este criterio se basa en la idea de que el conocimiento es objetivo y, por tanto, compartible por todos y no exclusivo de una persona particular. Respecto al criterio de evidencia, tiene la ventaja de que no solo se basa en el reconocimiento de la verdad que haga un único sujeto, sino en el reconocimiento sino en el reconocimiento de muchos; por lo que, en principio, existen garantías de acierto. La verdad no es algo privado, sino que requiere un consenso de la comunidad.
Aunque la verdad exija concenso, este no es garantía suficiente de verdad.
3. LOS LÍMITES DEL CONOCIMIENTO
3.1. LA POSIBILIDAD DE CONOCIMIENTO
Dogmatismo: es la posición filosófica según la cual podemos adquirir un conocimiento seguro y universal, y tener absoluta certeza de ello. Además, defiende la posibilidad de ampliar progresiva e ininterrumpidamente nuestros conocimientos. Filósofos dogmáticos: René Descartes. → Aunque es consciente de los peligros que acechan a la razón, considera que, con un buen método, aquellas es capaz de proporcionar conocimiento válido y universal acerca de todo lo que se proponga.
Escepticismo: es la posición opuesta al dogmatismo. El escepticismo moderado duda de que sea posible un conocimiento firme y seguro. El escepticismo radical niega que sea posible el conocimiento. Ambas consideran que la pretensión de acceder a un conocimiento firme y seguro es un deseo inalcanzable. Mientras que para algunos escépticos el deseo de conocer ha de ser aceptado como aquello que orienta nuestra vida, para otros, en cambio, debe ser rechazado por irrealizable. Filósofo escépticos: Pirrón es considerado el primer escéptico.
Criticismo: es una postura intermedio entre el dogmatismo y el escepticismo. Para los pensadores críticos, como Kant, el conocimiento es posible. Sin embargo, este no es incuestionable o definitivo, sino que debe ser revisado y criticado continuamente para detectar posibles falsificaciones y errores. Relativismo: es la postura que niega la existencia de una verdad absoluta, es decir, válida en sí misma en cualquier tiempo y lugar. Por esta razón, rechaza la pretensión de un conocimiento objetivo y universal, y considera que existen opiniones particulares y válidas en un determinado contexto social, cultural e histórico. Filósofos relativista: los sofistas.
Perspectivismo: aunque tiene muchos aspectos en común con el relativismo, se diferencia en uno fundamental; no niega la posibilidad teórica de una verdad absoluta. Según el perspectivismo, cada sujeto o colectivo que conoce lo hace desde un punto de vista particular; por tanto, tiene una visión parcial de la realidad. Esta visión no es falsa y, además, es insustituible, porque toda perspectiva recoge un aspecto importante de la realidad. Así, pues, en su medida, todas las perspectivas son verdaderas, y la reuníón de todas ellas, si fuese posible, sería la verdad absoluta. Filósofos perspectivistas: José Ortega y Gasset.
3.2. LA CONQUISTA DE LA VERDAD
una tarea colectiva La conquista de la verdad supone un esfuerzo continuo en un doble sentido:
– Salir de la ignorancia: aumentando el conocimiento mediante el estudio y la investigación.
– Salir del error: mediante la crítica del falso conocimiento.
Esta doble tarea tiene que abordarse de manera permanente y colectiva:
– Permanente: somos responsables de luchar contra nuestra propia ignorancia, intentar ampliar nuestros conocimientos y profundizar cuento pueda en alguna de las ramas de la ciencia, las letras, las artes, etc…
– Colectivamente: tenemos que ser conscientes de que el conocimiento no es patrimonio exclusivo de ningún grupo, cultura o clase social, sino de toda la humanidad.