Si bien Ortega «pasa con botas de siete leguas por encima de la filosofía medieval y no hace aprecio alguno a la filosofía anglosajona, en cambio, tomará como punto de partida para su reflexión, la filosofía continental moderna, concretamente el Racionalismo de Descartes, de Spinoza o de Malebranche, a los que hace referencia implícita o explicita en este capitulo X de El tema de nuestro tiempo.
En primer lugar nos centraremos en la Teoría del conocimiento, preguntándonos puede el hombre conocer la verdad? La respuesta de Ortega es clara: una verdad absoluta no, el hombre no puede alcanzar una verdad total, omnímoda. D. José Ortega y Gasset afirmará: «Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. Cada individuo -persona, pueblo, época- es un órgano insustituible para la conquista de la verdad. Estas palabras resumen su Doctrina del punto de vista o Perspectivismo. Con ella Ortega intentará superar
el dogmatismo y el Relativismo en la teoría del conocimiento (Epistemología) El Dogmatismo está perfectamente representado por el Racionalismo de Descartes.
Dogmatismo defiende la existencia de una Verdad absoluta independiente de los distintos pareceres y opiniones individuales de los hombres. A ella se llega a partir de una Razón pura, que es «una y la misma en todos los hombres» y que bien guiada por un camino seguro, un método cierto, un método deductivo, con reglas, puede llegar a una verdad Absoluta, eterna, universal. Pero esta pretensión es utópica, según Ortega y Gasset
La postura contraria es el Relativismo que defiende que no existe la Verdad Absoluta sino sólo opiniones individuales diferentes
Ortega con el Perspectivismo realiza una síntesis de ambas. Por una parte, afirma que existe la
Verdad independientemente de los hombres, coincidiendo con el Racionalismo. Pero por otro lado,
también sostiene que esa Verdad solo se puede captar en perspectiva, coincidiendo con las posturas
relativistas. Cada hombre, cada pueblo, cada época tiene una perspectiva distinta de la verdad porque la
observa desde un punto de vista único, propio, individual
Por tanto, no existe el punto de visto correcto, no hay una única verdad como pretendía
Descartes y los racionalistas. Pero que haya muchos puntos de vista no quiere decir que no exista la Verdad como pensaban los relativistas. Cada perspectiva es verdadera, auténtica. Las distintas perspectivas no son contradictorias sino complementarias, y a través de la yuxtaposición, complementariedad de las perspectivas, se puede alcanzar una mayor objetividad, una verdad mayor, pero nunca total. Ortega la lamará una verdad integral, pero no absoluta, precisamente porque el hombre es un ser finito, y enciavado en su mundo, en sus circunstancias, en su vida. El único que podrá alcanzar una verdad absoluta seria Dios, pero no como ese ser supremo que desde su atalaya, por encima de los hombres, le permita ver directamente la realidad universal, como si fuera un viejo racionalista, Dios no es Racionalismo. Su punto de vista es el de cada uno de nosotros: Dios, como dice el catecismo, está en todas partes y por eso goza de todos los puntos de vista y recoge y armonizo todos nuestros horizontes.(nos dice Ortega en el texto) En Descartes, Dios se convierte en la sustancia por antonomasia, aquello que es en si y por si y no necesita de otro para existir, la Res Infinita, sustancia perfecta, garantía de la verdad
En segundo lugar, otro punto de diferencia es el concepto de Razón. El Raciovitalismo de Ortega, desarrollo de su perspectivismo, es una teoría que nace con la intención de superar las posturas antagónicas que Ortega destaca en la historia de la filosofía a la hora de abordarse la cuestión del conocimiento. Por un lado, y de nuevo, el Racionalismo encarnado por Descartes, pero no sólo; ahora, en esta categoría incluye Ortega también a Platón, en cierto modo a Kant y a todos los filósofos que establecen la razón como fuente de todo conocimiento. En estas filosofías la vida toda se ha sometido al principio del puro intelecto. La vida no es tenida en cuenta, es un concepto ignorado es suplantada por la razón. Para Descartes la razón por sí sola es capaz de alcanzar todo el conocimiento y de desvelar todo lo real. Nada puede escaparse a una razón guiada por un método fiable, seguro como lo es el método deductivo de las matemáticas
Por otra parte, los movimientos vitalistas del Siglo XIX y XX, que podemos personificar en Nietzsche y Bergson, sosténían que la única instancia a la que tenemos que recurrir para conocer la realidad es la vida. El Vitalismo suele llevar a un irracionalismo. Se niega la capacidad de la razón para encontrar la verdad e incluso se la acusa de mantener al hombre en el error.
Frente a ambas posturas se sitúa Ortega con su Raciovitalismo. Teoría que tiene como punto de partida la vida y pretende interrelacionar la razón y sus raíces irracionales. La razón no puede suplantar a la vida, es sólo una isla en el mar de la vitalidad». Pero tampoco podemos despreciar a la razón. La razón debe jugar un papel importante en el conocimiento. El Raciovitalismo pone la razón al servicio de la vida. Ahora atenderemos a la distinta concepción de la razón y de su papel que defienden estos dos filósofos. La razón que defiende Descartes es la que llamarla Ortega «Razón Pura»: Aquella que pretende desde si misma, desde sus propias evidencias y sus propias ideas innatas, y por sí sola, sin mancharse con ninguna otra influencia (sentidos, fe, sentimientos…) alcanzar todo el conocimiento de la realidad. Para Ortega esta razón desconectada de la vida no puede explicar la realidad. La razón tiene que apoyarse y nutrirse de la vida. La razón tiene que estar siempre en contacto con la vida. La razón tiene que ser una sola cosa con el vivir. Esta razón ligada a la vida es la que Ortega Illama «Razón Vital» y que debe sustituir a la «Razón pura». La «Razón Vital» está referida a la vida humana y la vida humana es histórica, es un pasar. La «razón vital», por tanto, es histórica. Este carácter la capacita, mejor que a «la Razón Pura», para captar la realidad fluida que es la vida. La filosofía ha de reflexionar sobre la vida, porque la vida es esa realidad primigenia con lo que nos encontramos, es lo primero con lo que nos topamos al nacer, con nuestra vida, con estar vivos, con nuestra existencia. Ortega diría, invirtiendo los términos de Descartes, «Existo, luego pienso», aquello que no han visto o no han querido ver los Racionalistas, aquejados de esa «miopía intelectual» que los hacia centrarse sólo en la razón. Pero es una vida que necesita de la razón, de la filosofía. Necesitamos de la filosofía para vivir. Porque vivir es un quehacer, un trajín constante, una decisión continua entre las posibilidades que nos brinda el mundo en el que nos ha tocado vivir, y en el que hemos de ir desarrollando nuestra vida, igual que ese actor que es lanzado al escenario de la vida y debe ir improvisando su papel; somos lo que decidimos,
ser
Por último trataremos las distintas ideas que sobre el «YO» tienen ambos filósofos. El yo que defiende
Descartes es un yo abstracto, en el sentido de que no está relacionado con nada material. Descartes estudia la naturaleza del yo una vez que ha alcanzado su primera verdad: cogito ergo sum. Esta certeza solo le permite afirmar que el yo, el alma o la res cogitans no es más que una naturaleza que consiste exclusivamente en pensar. El yo no es más que pensamiento. El cogito no le permite afirmar nada sobre el cuerpo u otra cosa material. El yo, por tanto, no tiene nada que ver con cosa alguna material. El cuerpo no es res cogitans, el cuerpo pertenece a la res extensa, una máquina.
Para Ortega está postura de Descartes nos muestra un hombre incompleto, mutilado. No se puede hablar del yo
sin las cosas, ni de las cosas sin el yo. Ni el mundo solo, ni el yo solo. La conexión entre ambos es indisoluble. Somos el mundo y yo. Vivir es ser uno con el mundo. Yo soy yo y mi mundo. Así llegamos a la famosa frase de Ortega «yo soy yo y mis circunstancias». Con circunstancias se refiere al horizonte de cosas con las que interactúa. Yo, mi mismidad, y el mundo de cosas, personas, logros, oportunidades….
Por otro lado, para Ortega el hombre no es una sustancia, algo ya definido. El hombre es un hacerse. El yo ocupándose del mundo. El yo no es algo terminado, el yo es un proyecto vital de uno mismo. El hombre no tiene una naturaleza fija, sino historia. El hombre es pasar