Portada » Historia » Cuales fueron las principales reformas progresistas
Durante las regencias de María Cristina y del general Espartero, se establecíó el modelo de liberalismo que iba a regir España durante el Siglo XIX. Una vez en el trono Isabel II, se puso en práctica el liberalismo moderado beneficiando a grupos que veían el Estado liberal adecuado a sus ambiciones. Las burguésías de negocios y terrateniente, aliadas con las viejas oligarquías del Antiguo Régimen, construyeron un sistema de poder y de dominación acompañado de la modernización económica y administrativa y las reformas legales de un Estado centralista. Progresistas, moderados, unionistas, demócratas, carlistas o neocatólicos fueron las principales tendencias que actuaron en el reinado de Isabel II. Las grandes figuras del periodo fueron militares, conocidos como espadones (Espartero, Narváez, O’Donell, Serrano, Prim). Presidieron gobiernos y decidieron la marcha de la política y la economía.
Tras la muerte de Fernando VII, se inició una etapa de transición, que llevo a una Guerra Civil, la primera guerra carlista, con la viuda María
Cristina como regente. En esta etapa se consolidó la división de liberalismo en dos corrientes, los liberales moderados, partidarios de un liberalismo atenuado y conservador. Por otro lado, los liberales progresistas partidarios de las Cortes de Cádiz y de una reforma social y política. María Cristina e Isabel II eran partidarias de los moderados, aunque ofrecieron el gobierno a los progresistas cuando la situación social y política amenazaba la estabilidad de la monarquía.
Estatuto Real (1834-35): María Cristina ocupó la regencia y nombró un gabinete presidido por Cea Bermúdez.
Las reformas las llevó a cabo Javier de Burgos, a el se le atribuye la división provincial de fines de 1833. Los liberales y absolutistas se opusieron a esta reforma. Los absolutistas se conjuraron en trono a Carlos María Isidro, que reclamaba la corona porque la Ley Sálica impedía a una mujer ocupar el trono. Así comenzó la primera guerra carlista. En 1834 la reina gobernadora llamó a Martínez de la Rosa, para formar un nuevo gobierno integrado por políticos del trienio liberal. Él concibió el Estatuto Real, una constitución que tenía carácter de carta otorgada. Aunque era en realidad una convocatoria de Cortes con dos cámaras el Estamento de Próceres, y el Estamento de Procuradores. Las cortes solo podían legislar a propuesta del monarca. El sufragio se limitaba a una minoría de rentas elevadas.
El conde de Toreno sustituyó a Martínez de la Rosa en la presidencia del gobierno. Llevó a cabo importantes reformas con la ayuda de Juan Álvarez Mendizábal, ministro de Hacienda.Político español nacido en Cádiz en 1790, se dedico a los negocios. En 1835 fue ministro de Hacienda. Huyó a Francia, después regresó y fue de nuevo diputado por Madrid donde fallecíó en 1853.Hubo levantamiento en la milicia urbana dando lugar a las juntas locales. Como consecuencia a las medidas del gobierno, se rompieron las relaciones con la Santa Sede y el clero abrazó la causa carlista. El Gobierno de Toreno ordenó la disolución de las juntas, y la regente llamó a Mendizábal para formar gobierno.
En 1837 se consumó la transición política hacia el sistema liberal. Se reorganizó la Milicia Nacional con el nombre de Guardia Nacional y se planteó acabar la guerra gracias a los ingresos que obtendrían mediante la desamortización de bienes del clero. La desamortización de Mendizábal consistíó en la nacionalización de las propiedades de la iglesia. Pretendiendo crear una clase de nuevos propietarios y sanear la deuda pública. Los planes no dieron resultado, la guerra continuó y el sanear las cuentas fracaso. En 1836 los progresistas ganaron las elecciones, pero tuvieron que dimitir y la regente nombró presidente a Istúriz.
La situación no se estabilizó, los progresistas intentaron un cambio de gobierno con la Guardia Nacional, declarándose a favor de la constitución de 1812, pero se produjo una rebelión en el palacio de La Granja, conocido como el motín de los sargentos de La Granja, dando lugar a un cambio de gobierno. El nuevo gobierno restablecíó la legislación de las Cortes de Cádiz, los ayuntamientos pasaron a ser elegidos por sufragio universal masculino. Los ayuntamientos controlaban la Milicia Nacional, por ello el poder local fue motivo de disputa. Pero lo más importante del motín fue la convocatoria de unas cortes que hicieron una nueva constitución, la de 1837, de carácter progresista con algunos aspectos del liberalismo de 1812. Se reforzó el poder de la corona, las cortes pasaron a ser bicamerales dividiendo el parlamento en dos el Congreso de los diputados y el senado.
Se mantuvo la separación de poderes y los derechos individuales. La Ley electoral de 1837 sustituyó el sufragio universal masculino por el sufragio censatario. Esta ley inauguro el falseamiento de los resultados y el control del proceso por el gobierno.
La gobernadora ofrecíó el gobierno al general Espartero, que no aceptó. Las elecciones de 1837 dieron el triunfo a los moderados. Los gobiernos estaban condicionados por el poder militar, protagonizado por los generales Narváez en el liberalismo moderado y Espartero en el progresista. La firma del Convenio de Vergara de 1839 provocó un motín progresista en Madrid, con la invasión del Congreso de los Diputados que obligó a cambiar el gobierno.Los moderados iniciaron una ofensiva legislativa para recuperar el control con el apoyo de la corona que obligó a la regente a trasladarse a Barcelona para lograr el apoyo de Espartero. La ley de ayuntamientos provocó la dimisión de Espartero y diversos motines provocaron un cambio de gobierno, con lo formación de juntas. La reina gobernadora nombró a Espartero presidente y renunció a la regencia.
El carlismo fue un movimiento político cuyos orígenes se dan en 1820 con la regencia de Urgel, pero su puesta en práctica se da tras la muerte de Fernando VII.