Portada » Arte » Autores y obras del Barroco
Italia será el foco más importante de la arquitectura barroca y Bernini y Borromini sus mejores representantes. Entre 1623 y 1667 los papas Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII, conscientes del poder de la Iglesia de la Contrarreforma trabajaron por la propagación de sus ideas y quisieron reflejar su grandeza en la ciudad de Roma donde ambos arquitectos consagrarán su genio artístico. Ambos empiezan trabajando en San Pedro del Vaticano, los dos poseen un gran poder creativo y un indiscutible talento artístico.
). Arquitecto, escultor y pintor. Es uno de los artistas que mejor representa la esencia del arte Barroco. Nace en Nápoles, se desarrolla casi por completo en Roma.Era hijo del escultor Pietro , con él se forma y trabaja. Alrededor de 1620 el cardenal Scipione Borghese requiere sus servicios para realizar una serie de grupos escultóricos, entre ellos el célebre Apolo y Dafne destinados a su fastuosa mansión, la villa Borghese.Estas obras responden ya plenamente a una nueva estética, el estilo Barroco, sobre todo en su magistral captación del movimiento detenido. El papa Urbano VIII le concede el cargo de arquitecto de San Pedro del Vaticano. Estuvo al servicio de todos los pontífices que sucedieron a Urbano VIII y de las familias romanas. Trabajó en la corte francesa, llamado por el rey Luis XIV. Fue un artista de extraordinaria vitalidad y enorme fuerza creativa. Como arquitecto, su contribución a la basílica de San Pedro del Vaticano será decisiva. En 1629 asume la dirección de las obras y para la basílica realiza, el Baldaquino, la Cátedra y la ordenación del entorno en la impresionante Plaza y columnata. Entre las iglesias que realizó destaca San Andrés del Quirinal.
Asimismo contribuyó a las transformaciones del espacio urbano romano con el diseño de fuentes como la de los Cuatro Ríos en la Plaza Navona.
Heredó de su padre el oficio de cantero y participó en la construcción de la basílica de San Pedro. Su obra es menos abundante que la de Bernini, con el que mantuvo una rivalidad artística, y no realizó grandes construcciones.Fue un artista extraordinariamente creativo y audaz, que plantea en sus edificios soluciones atrevidas.Tuvo que ingeniárselas para sacar partido de materiales constructivos y decorativos pobres. Uno de los elementos carácterísticos de su arquitectura es el uso de la pared alabeada (alabear-curvarse, combarse) que otorga movimiento al muro. Entre sus obras habría que destacar la iglesia de San Carló alle Quattro Fontane.
La arquitectura barroca se configura como el marco espléndido en el que se integran escultura y pintura en esa búsqueda de arte total que persigue el Barroco.
Los materiales más utilizados son la piedra en el exterior y el mármol y el bronce en los interiores. En cuanto a los elementos constructivos, se siguen utilizando los órdenes clásicos aunque con mayor libertad, como es el caso del orden colosal, que se desarrolla verticalmente a lo largo de toda la altura del edificio. El Barroco define un espacio infinito, abierto y dinámico, de gran complejidad. Para ello se utilizan muy variados recursos, como la pintura ilusionista que abre el espacio interior; los espejos que eliminan los límites del muro; la ruptura de la línea recta, tanto en planta como en alzado, con lo que se crean contrastes de luz y sombra y se transmite sensación de movimiento.
Palacios. El otro edificio representativo del Barroco es el palacio, símbolo del absolutismo monárquico, cuyo mejor ejemplo lo encontramos en Versalles. El Barroco es efectivamente un arte al servicio de los ideales de la Contrarreforma, pero es también un arte al servicio del poder, ya que las monarquías absolutas utilizan la arquitectura y el resto de las manifestaciones artísticas para reflejar su poder absoluto.
Gianlorenzo Bernini es el mejor representante de la escultura barroca. Genial arquitecto y también pintor. Se forma como escultor bajo el influjo de Miguel Ángel y también de la escultura helenística. Estas obras:
El rapto de Proserpina, David, Apolo y Dafne y Eneas y Anquises responden ya plenamente a lo que conocemos como estilo Barroco. Entra en la corte papal, se convierte en arquitecto de San Pedro del Vaticano. Durante unos meses (en 1665) trabajó en la corte francesa, requerido por Luis XIV. Su obra escultórica podemos dividirla en tres grandes grupos: las obras destinadas a San Pedro del Vaticano, los encargos realizados para varias iglesias romanas y los retratos. También hay que destacar sus obras de carácter urbano, como la Fuente de los Cuatro Ríos, la más célebre, con las que el artista contribuye al embellecimiento de la ciudad. Entre sus trabajos para la basílica de San Pedro destacan la Cátedra de San Pedro Bernini creó también un tipo de tumba papal en el Vaticano para Urbano VIII y Alejandro VII, que será muy repetida en la posteridad. Fuera del Vaticano destaca la que sin dudas es su obra maestra, el Éxtasis de Santa Teresa, en la iglesia de Santa María de la Victoria, en Roma. Destaca su extraordinario virtuosismo técnico en el tratamiento de los materiales, especialmente del mármol; su magistral captación del movimiento; su extraordinaria captación de las emociones extremas; su gran sabiduría en la creación de impactantes conjuntos escenográficos…
La escultura barroca española está estrechamente unida a la realidad social e ideológica del Siglo XVII en nuestro país. Es una escultura profundamente religiosa que sirve de vehículo a las ideas del Concilio de Trento. Su extraordinario Realismo e intenso contenido emocional tienen como objetivo incrementar el fervor y la devoción del pueblo. Los principales comitentes serán los monasterios, las parroquias y las cofradías. Se realizan numerosas imágenes devocionarios de Cristos, Vírgenes y Santos, lo que conocemos como imaginería, que responden a la importancia que la Contrarreforma otorga a las imágenes. También magníficos pasos procesionales. Son conjuntos narrativos de gran teatralidad en los que se utilizan variados recursos expresivos para lograr un fuerte impacto emocional sobre los fieles. Otra tipología que alcanza gran desarrollo en este periodo es el retablo que se ajusta a la disposición establecida en el Renacimiento. En ellos se representan escenas religiosas complejas dotadas de gran expresividad, intensamente emotivas y dramáticas. El material más utilizado será la madera policromada.
Su obra se caracteriza por un extraordinario Realismo. En su producción destaca la realización de numerosos retablos y pasos procesionales. De entre sus pasos procesionales es magistral el de La Piedad y el del Descendimiento.
La aportación más interesante son las imágenes de devoción, como el Cristo yacente, la Piedad con el Cristo muerto, Cristo atado a la columna, Cristo crucificado o la Inmaculada Concepción. También habría que destacar sus imágenes de santos. ESCUELA ANDALUZA: Alonso Cano
Fue un artista polifacético (arquitecto, escultor y pintor) al igual que los grandes artistas del Renacimiento. Se establece en Granda donde realiza su actividad escultórica más importante.
Su obra es mucho más realista y menos contenida que la de su maestro, con un patetismo algo teatral.Creación suya son los bustos, con frecuencia emparejados, de la Dolorosa y el Ecce Homo.
También destacan sus imágenes de ascetas, tratadas con una estricta fidelidad al natural. Una de sus mejores obras es la Magdalena penitente.
Francisco Salzillo Francisco Salzillo posee un innato sentido de la elegancia y un excelente conocimiento anatómico. Destacan sus pasos procesionales como el de de la Pasión.
También fue notable su actividad como belenista.
La pintura barroca presenta una extraordinaria diversidad de tendencias, destinada a las iglesias, a la decoración de los palacios, de los edificios públicos y de las viviendas particulares. Centraremos nuestro estudio en tres zonas geográficas en las que encontramos algunos de los más grandes maestros de la historia de la pintura
Su fama crece y le llega un prestigioso encargo:
la decoración de la capilla de la familia Contarelli para la iglesia de San Luis de los Franceses. Después, para la iglesia de Santa María del Popolo realiza dos magníficos lienzos:
En esos años empieza a tener problemas por su forma de vida que determinan su leyenda como artista atormentado y oscuro. En el año 1606 mata a un hombre y debe huir precipitadamente de Roma. Muere de malaria en la playa de Porto Ercole. Su pintura, de temática esencialmente religiosa, representa las escenas sagradas con personajes humildes. Aunque algunos contemporáneos le admiraron, el clero oficial rechazó su obra Su principal deseo como artista es pintar conforme a la verdad de las cosas, lo que explica el Naturalismo de su obra. Destaca su estudio de los rostros y las emociones Su manejo de la luz es verdaderamente revolucionario, dando lugar a una corriente pictórica conocida como tenebrismo. Un potente foco de luz ilumina violentamente las figuras aislándolas en un espacio oscuro (tinieblas) La luz, que crea un fuerte impacto dramático, es la verdadera protagonista de sus cuadros. Su paleta de color ofrece tonalidades cálidas, con predominio de los ocres. La obra de Caravaggio refleja una honda verdad y una piedad sincera, sí tuvo una gran influencia en los pintores posteriores, sobre todo en los grandes maestros del Barroco español.
El cardenal Contarelli encargó a Caravaggio la decoración de una capilla en la Iglesia de San Luis de los Franceses con tres lienzos que representaban escenas de la vida de San Mateo, entre ellos La vocación de San Mateo. El artista ilustra en su pintura el pasaje evangélico en el que se nos cuenta la conversión de San Mateo. A la derecha del cuadro aparece Cristo que, acompañado por San Pedro, está llamando a Mateo, sentado junto a cuatro acompañantes en torno a una mesa. Al sentirse interpelado, deja de contar las monedas y mira a Cristo. Caravaggio, fiel a su voluntad naturalista, utiliza en sus obras tipos humanos tomados de los barrios populares romanos, que él frecuentaba. Podría tratarse de una taberna cualquiera. Únicamente el leve halo sobre la cabeza de Cristo confiere a la representación carácter religioso. La luz desempeña en la obra un papel fundamental iluminando selectivamente la escena y dejando amplias zonas en la oscuridad. Entra por una ventana que está fuera del cuadro (arriba a la derecha) y sirve de nexo de uníón entre los personajes. Ilumina primero el rostro de Cristo, destaca su mano, que llama poderosamente nuestra atención, y recorre después los rostros de los personajes. El fuerte contraste de luces y sombras (tenebrismo) tiene un claro simbolismo. Caravaggio hace un magnífico estudio de las reacciones de los personajes. Mateo se señala a sí mismo con asombro, mientras dirige la mirada hacia Cristo, los dos jóvenes más cercanos muestran sorpresa, mientras que los personajes más alejados siguen absortos en su ocupación. La división horizontal del lienzo en dos partes, la inferior, ocupada por las figuras y la superior, desde donde entra la luz, casi vacía, intensifica el efecto dramático de la acción. En este cuadro aparecen ya muy claramente las carácterísticas de la obra de Caravaggio que encontraremos en sus obras posteriores: el tratamiento naturalista de las escenas sagradas que las acerca al pueblo, el magistral uso de la luz (tenebrismo), el estudio de los rostros humanos y de sus reacciones…
Estamos ante una de las obras más célebres de la historia de la pintura. El cuadro fue pintado para el despacho de verano del rey en el Alcázar de Madrid. La escena se sitúa en un aposento del Alcázar donde Velázquez tenía su taller: una pieza amplia con varias ventanas en el muro de la derecha, de las que solo dos dejan entrar la luz exterior y entre las cuales cuelgan cuadros. Al fondo se abre una puerta que da a una escalera muy luminosa en la que destaca la figura de un hombre vestido de negro, con capa, sombrero en una mano y que con la otra aparta una cortina. Es José Nieto Velázquez, aposentador real. Junto a la puerta, un espejo de ancho marco negro refleja las imágenes del rey Felipe IV y la reina Mariana de Austria bajo una cortina o dosel como las que emplea el pintor en sus retratos oficiales. La parte izquierda está ocupada por el dorso de un enorme lienzo ante el que se encuentra el artista mirando hacia nosotros. En la mano derecha lleva el pincel y en la izquierda, con la que sostiene también un tiento, la paleta. El pintor va vestido de negro, con mangas acuchilladas de seda blanca y la cruz roja de la Orden de Santiago añadida, según la tradición por el propio rey. Velázquez no está pintando, sino en actitud de pensar y mirando al frente. En el centro de la escena se encuentra de pie la infanta Margarita, a la edad de cinco años, mirando a sus padres o al espectador. A ambos lados, sus doncellas, llamadas “meninas” (lusitanismo) que han dado nombre al cuadro. A la izquierda, arrodillada, doña Agustina Sarmiento que ofrece a la niña un búcaro de barro rojo y a la derecha levemente inclinada en señal de respeto doña Isabel de Velasco. Junto a ella una enana macrocéfala, Maribárbola, y el enano. Nícolás de Pertusato con el pie sobre un perro grande y apacible. También dirige su mirada hacia el espectador un hombre vestido de negro apenas abocetado, un guardadamas a quien habla una mujer vestida de dueña, tal vez Marcela de Ulloa, guarda menor de damas, que se encuentran en segundo plano. El argumento del cuadro es la irrupción de la infanta Margarita en el taller donde Velázquez pinta probablemente un retrato de los reyes. Las miradas de algunos personajes se dirigen hacia el espectador situado frente al cuadro. La obra pese a su aparente claridad esconde, sin embargo, un gran número de enigmas que han dado lugar a múltiples y complejas interpretaciones para encontrar la auténtica esencia de su significado. El cuadro se divide en dos zonas, la mitad superior de la escena está ocupada por las ventanas y los enormes cuadros del fondo, mientras la mitad inferior es donde se desarrolla la escena y se sitúan todos los personajes. Velázquez combina magistralmente el uso de la perspectiva lineal y aérea para crear una auténtica sensación de profundidad espacial. La luz incide sobre los personajes de primer plano y envuelve en la penumbra a los que están detrás, cuyos contornos aparecen desdibujados. En el centro de la composición Velázquez crea un foco de luz intensa con el que transmite una gran sensación de veracidad. En la obra hay además una clara alusión a uno de los temas que más preocuparon a los pintores del Siglo de Oro: la defensa de la nobleza de la pintura frente a la artesanía y los oficios manuales.