Portada » Historia » Fragmento del proyecto de estatuto de autonomía de estella
EL PUZLE POLÍTICO DE LA ETAPA PARLAMENTARIA:Los grupos tradicionales de la Restauración siguieron con su particular protagonismo en las primeras décadas del nuevo siglo. La corriente con mayor presencia popular seguía siendo la carlista (llamada ahora jaimista, por el nuevo pretendiente, Jaime, el hijo de Carlos VII), y manténía en Navarra su base política y social más importante. Pese a la corrupción electoral, siempre obténían algún puesto de diputado en las Cortes y en la Diputación Foral, además de numerosos alcaldes y concejales. Igual que el resto de partidos, no estaba al margen de las discordias internas y permanecíó dividida en diversos sectores (jaimistas puros, integristas, tradicionalistas) hasta la proclamación de la República en el año 1931.
También los partidos del turno, conservadores y liberales, sufrieron profundas disensiones.Los liberales prácticamente desaparecieron del mapa navarro después de la «gamazada» y, sobre todo, cuando iniciaron, a principios de siglo, una política contraria a los intereses de la Iglesia, que la población Navarra rechazó abiertamente, incluso con grandes manifestaciones. Los conservadores, más organizados, tampoco se salvaron de las divisiones entre mauristas (partidarios de Antonio Maura) y datistas (seguidores de Eduardo Dato) a partir de 1913. Los primeros contaron con las simpatías del Diario de Navarra, fundado en 1903 y convertido pronto en el primer periódico regional. Los republicanos mantuvieron una presencia reducida.La actitud política de algunos de los fueristas y miembros de la Asociación Éuskara favorecíó la implantación en Navarra del Partido Nacionalista Vasco, fundado por Sabino Arana. En estos primeros momentos. Tas corrientes internas se dirigían, de un lado, hacia la independencia, con la creación de un estado centralista para el conjunto de Euskadi, a uno y otro lado del Pirineo, o de un País Vasco federado con España, en el que cada uno de los cuatro territorios meridionales (Álava, Gipuzkoa, Navarra y Bizkaia) mantuviera a su vez cierta autonomía. Esta última corriente era la mayoritaria en los años de implantación en Navarra, y permitíó un acercamiento hacia los jaimistas, con los que se aliaron en varias elecciones. En 1918 consiguieron su primer escaño navarro en Cortes (Manuel de Aranzadi), y en 1921, otro en la Diputación Foral para Manuel de lrujo.EL SINDICALISMO EN Navarra:El pobre tejido industrial navarro retrasó en cierto modo la expansión regional de los movimientos obreros, tanto políticos como sindicales. Pero eso no quiere decir que no estuvieran presentes, sino que su influencia tardó en hacerse notar. Desde 1901 existía en Pamplona una Federación Obrera de Navarra, cercana a la Uníón General de Trabajadores, el sindicato de tendencia socialista. Su presencia fue reducida durante algún tiempo, debido a la presión de la propaganda católica. Con todo, los ugetistas ya tenían en 1920 cerca de 20 secciones locales, sobre todo en las grandes poblaciones agrícolas de la Zona Media y la Ribera. Algunas de ellas se escindieron para incorporarse a las agrupaciones de la Confederación Nacional del Trabajo, el sindicato anarquista que había desembarcado en Navarra a través de las azucareras de Marcilla (1920) y de Tudela (1921). Los mismos promotores de la Federación Obrera impulsaron la refundación en Navarra del Partido Socialista Obrero Español, en 1902, después de un proyecto fracasado en la década anterior. Sin embargo, hasta fines de la década de 1920 su presencia como grupo organizado se reducía prácticamente a Pamplona, donde consiguieron una concejalía en dos ocasiones antes de la Segunda República. La respuesta de la Iglesia, firme enemiga del marxismo y del anarquismo que presidían el ideario de aquellas organizaciones, fue bastante elocuente. Gracias al desarrollo del cooperativismo agrario, la Iglesia Navarra promovíó la Federación Navarra de Sindicatos Agrícolas Católicos, en la que se incluían tanto propietarios, como arrendatarios o jornaleros. En el ámbito urbano hay que destacar La Conciliación (1902), destinada a solucionar los problemas entre obreros y patronos por medio del arbitraje. En 1912 se fundaron los Sindicatos Católicos Libres de Navarra.
EL ESTATUTO VASCO-NAVARROEl principal motivo de debate político de los meses siguientes a la instauración de la II República fue el del estatuto vasco-navarro. Nacionalistas catalanes y vascos pusieron enseguida en marcha los mecanismos para hacerse con una autonomía que llevaban reclamando décadas y que ni los gobiernos liberales ni la dictadura les habían concedido. El apoyo navarro a un primer proyecto elaborado por la Sociedad de Estudios Vascos y aprobado por una asamblea de municipios vascos en Estella en 1931 fue bastante tibio. Sin embargo, dos meses después, la inmensa mayoría de los ayuntamientos de las cuatro provincias implicadas, incluidos los navarros, apoyaron un proyecto similar, propuesto por las gestoras de las cuatro diputaciones.Este proyecto de estatuto planteaba una amplia autonomía y exigía que el gobierno salido del Estatuto pudiera mantener relaciones directas con la Iglesia, ante el temor de carlistas nacionalistas frente al laicismo del nuevo régimen.Pero cuando se aprobó la nueva Constitución, en ese mismo año, hubo que empezar el proceso otra vez, para adaptarse a la normativa que aquella establecía. Se exigíó, primero, que los ayuntamientos decidiesen si querían un estatuto único para los cuatro territorios o estatutos separados.En Enero de 1932, los representantes navarros votaron a favor de un estatuto único para las cuatro provincias, pero con la condición que de que solo sería aplicable el estatuto si tras su elaboración, éste era aprobado por los electores navarros. Poco a poco, este apoyo al estatuto unitario iba disminuyendo con el tiempo. Por un lado, para los republicanos y socialistas, el Estatuto no era un objetivo prioritario. Por otro, la constitución recién aprobada no permitía a los gobiernos autónomos mantener relaciones directas con la Iglesia católica, y, por tanto, el Estatuto no podía garantizar aquello que los grupos conservadores buscaban, una política favorable a la Iglesia en sus territorios.El nuevo proyecto garantizaba la autonomía provincial, designaba la nueva entidad como País vasconavarro – en castellano – y Euzkadi – en vasco –, y la declaraba como la unidad autónoma dentro del Estado español. Entre otras cuestiones, establecía un parlamento escogido, la mitad, por cada una de las cuatro provincias, a partes iguales, y la otra mitad por el conjunto de la población en distrito electoral único.Los nacionalistas vascos mantuvieron su apoyo, pero los carlistas acabaron dando libertad de voto a los delegados afines, mientras que el resto de la derecha, casi todos los partidos republicanos y la izquierda, se manifestaron en contra, al igual que los periódicos más importantes.Finalmente en la asamblea de ayuntamientos reunida en Pamplona, en Junio de 1932, pese al respaldo de la Diputación, los ayuntamientos navarros decidieron, por escasa mayoría no aprobar el Estatuto. Hubo 109 ayuntamientos, que sumaban 135.000 habitantes, que defendieron el proyecto.123 ayuntamientos, que supónían 185.000 habitantes, que se opusieron al proyecto de estatuto común.5 ayuntamientos (29.000 habitantes) se abstuvieron.La asamblea fue tumultuosa, y ha generado diferentes y encontradas opiniones de los historiadores sobre lo que allí ocurríó.Navarra se desgajó desde ese momento del Estatuto Vasco, que por otra parte, se aprobó una vez iniciada la guerra, por lo que sólo pudo aplicarse en Vizcaya y Guipúzcoa, ya que Álava cayó bajo poder sublevado muy pronto.LA REPRESIÓN FRANQUISTALas víctimas de la Guerra Civil en Navarra se produjeron en su mayoría debido a la represión directa ejercida por los sublevados contra la Segunda República española, en un territorio que fue rápidamente controlado por el denominado bando sublevado, sin producirse frente de guerra en el mismo.Fuerte de San Cristóbal en el monte Ezcaba, del que huyeron presos republicanos el 22 de Mayo de 1938.Sin embargo, esta falta de oposición no impidió que se desencadenara una dura represión contra los partidarios y simpatizantes de las izquierdas que sería a la postre la causante de la mayor parte de las muertes. La violencia afectó principalmente a los militantes de laFederación de Trabajadores de la Tierra de la Uníón General de Trabajadores que, con gran predominio en la regíón de la Ribera de Navarra, representaban mayoritariamente a los campesinos sin tierra.La mayor parte de dichas muertes se produjo en los primeros meses de la guerra, un periodo de «terror caliente» caracterizado por las ejecuciones extrajudiciales, paseos y sacas de presos de los lugares de reclusión. Un elemento adicional que contribuyó a
incrementar su número fue la presencia, en la proximidad de Pamplona, del Fuerte San Cristóbal(EL DROGAS HABLANDO SOBRE LA FUGA), lugar de reclusión de varios cientos de presos del bando republicano durante toda la guerra. Las condiciones extremas de cautiverio y la célebre fuga(22 DE Mayo, CANCIÓN BARRICADA) que tuvo lugar en Mayo de 1938, saldada con decenas de muertes y la captura de la práctica totalidad de los fugados, contribuyeron también a engrosar el número de fallecidos.A la represión hay que sumar las muertes producidas como consecuencia de los ataques aéreos republicanos.La violencia política desencadenada en Navarra tras el triunfo de la sublevación hunde sus raíces en la situación política y social de Navarra, evidenciada durante la República. Hoy se sabe que esta represión se saldó con más de 3.000 muertos. Al término de la guerra, el régimen franquista impuso el silencio sobre estos hechos que adquirieron en la opinión pública la consideración de tabú, mientras los escasos estudios realizados tendieron a minimizar su dimensión. Algunos de los episodios más relevantes de esta represión tuvieron lugar, como se ha indicado, en pueblos de la Ribera. En todo caso en algunas destaca la especial virulencia empleada y el número de muertos en relación a su población. Así ocurre con los 133 asesinados en la villa de Lodosa, los 99 de la villa de Mendavia, 89 en la villa de Peralta, 87 en la ciudad de Corella, los 84 de la villa de Sartaguda, los 78 en la villa de Milagro y los 71 en la villa de Azagra, por nombrar los lugares con más fallecidos. Además, la fuga del penal de San Cristóbal provocó varios cientos de muertes más, estos ajusticiados eran enterrado con una botella vacía entre las piernas (CANCIÓN DE BARRICADA, POR LA LIBERTAD) con su nombre escrito dentro de la misma.Monumento a las víctimas del franquismo en el Parque de la Memoria de Sartaguda, conocido como el pueblo de las viudas.Sin embargo también hay que señalar que hubo pueblos donde sus habitantes evitaron las agresiones a sus convecinos de diferente ideología, cuando acudieron escuadras a hacer la «limpieza». Es el caso de Artajona, que entonces era un bastión carlista. Cuando en varias ocasiones llegaron los escuadrones con una lista preparada, las autoridades carlistas, los sacerdotes y los propios voluntarios de los frentes se negaron rotundamente a permitir los fusilamientos. Al contrario de otros muchos lugares, el apasionamiento político de la época no cegó del todo a los artajoneses, que no mancharon su historia con la sangre de sus vecinos.Tras la instauración de la democracia, diversas investigaciones han conseguido reconstruir con detalle el fenómeno represivo gracias al impulso de las asociaciones de familiares de las víctimas. Fruto del conocimiento de estos sucesos se realizaron diversos homenajes, cuya manifestación más importante tuvo lugar en 2003 con una Declaración oficial del Parlamento de Navarra en favor del reconocimiento y reparación moral de todos los navarros fusilados. EL NACIMIENTO DE UN NUEVO PANORAMA POLÍTICO (1964-1975)La atonía general, fruto del férreo control político, caracterizó la vida Navarra de las décadas de los años cuarenta y cincuenta del Siglo XX. El panorama político en Navarra comenzó a cambiar en la década de los años 60. Las romerías carlistas fueron uno de los principales componentes de la conflictividad política Navarra de finales de los años sesenta y principios de los setenta, pero no el único. Mientras la Diputación firmaba un nuevo convenio económico, en 1969, y Franco reconocía la validez del Derecho Civil navarro en 1973, en ese clima de acuerdo sobre el régimen foral que se manténía desde la guerra, el desarrollo económico que la propia Diputación había impulsado con el Plan de Promoción Industrial de 1964 generaba a su vez un cambio social cuyas repercusiones políticas se hicieron inevitables.
Parte del carlismo giró hacia el socialismo autogestionario —un socialismo de inspiración cristiana que propugnaba, entre otras facetas, la gestión de las empresas por los trabajadores— de la mano de Carlos Hugo, el hijo de Javier de Borbón, mientras otro sector, liderado por su hermano Sixto Enrique, se movía en posturas mucho más tradicionalistas. El enfrentamiento final entre ambas corrientes, en 1976 -apenas muerto Franco-, llegó a su culminación en los violentos incidentes de Montejurra, donde murieron, tiroteados, dos simpatizantes de Carlos Hugo.Romería carlista en Montejurra, en la de 1976 se produjeron unos sucesos que acabaron con cualquier posibilidad de futuro político para el carlismo.Los navarros tuvieron un papel poco relevante en la oposición al régimen en el exilio, y la oposición interior —aparte del carlismo— no empezó a adquirir fuerza hasta finales de los sesenta, precisamente con grupos católicos surgidos a la sombra de las reformas sociales inspiradas por el Concilio Vaticano II, como las HOAC (Hermandades Obreras de Acción Católica) o las JOC (Juventudes Obreras Católicas). Parte de ese sindicalismo cristiano de izquierdas, en el que colaboraba activamente un nutrido grupo de sacerdotes, será la base de Comisiones Obreras.En cierto modo, la religiosidad secular Navarra y la industrialización eran el curioso crisol donde poder obtener ese tipo de posturas ideológicas.El partido mejor organizado en la década de 1970 en Navarra fue la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), de inspiración maoísta (basada en ia doctrina del «líder chino Mao Ze Dong), mientras socialistas y comunistas presentaban una considerable debilidad. Unos y otros habían evolucionado hacia posturas defensoras de la integración de Navarra en el País Vasco, sin duda por la colaboración con los nacionalistas contra el franquismo. Entre 1960 y 1970 nace y se desarrolla ETA (Euskadi ta Askatasuna -Euskadi y Libertad-), que ha protagonizado desde entonces la demanda violenta de la independencia del País Vasco, Navarra incluida, con un balance terrorista de más de 800 muertos.Unos y otros convertirán a Navarra en una de las comunidades con mayor agitación política (pacífica o violenta) del panorama español en los años finales del gobierno de Franco y los meses que sucedieron a su muerte en Noviembre de 1975.
Los navarros tuvieron un papel poco relevante en la oposición al régimen en el exilio, y la oposición interior —aparte del carlismo— no empezó a adquirir fuerza hasta finales de los sesenta, precisamente con grupos católicos surgidos a la sombra de las reformas sociales inspiradas por el Concilio Vaticano II, como las HOAC (Hermandades Obreras de Acción Católica) o las JOC (Juventudes Obreras Católicas). Parte de ese sindicalismo cristiano de izquierdas, en el que colaboraba activamente un nutrido grupo de sacerdotes, será la base de Comisiones Obreras.En cierto modo, la religiosidad secular Navarra y la industrialización eran el curioso crisol donde poder obtener ese tipo de posturas ideológicas.El partido mejor organizado en la década de 1970 en Navarra fue la ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores), de inspiración maoísta (basada en ia doctrina del «líder chino Mao Ze Dong), mientras socialistas y comunistas presentaban una considerable debilidad. Unos y otros habían evolucionado hacia posturas defensoras de la integración de Navarra en el País Vasco, sin duda por la colaboración con los nacionalistas contra el franquismo. Entre 1960 y 1970 nace y se desarrolla ETA (Euskadi ta Askatasuna -Euskadi y Libertad-), que ha protagonizado desde entonces la demanda violenta de la independencia del País Vasco, Navarra incluida, con un balance terrorista de más de 800 muertos.Unos y otros convertirán a Navarra en una de las comunidades con mayor agitación política (pacífica o violenta) del panorama español en los años finales del gobierno de Franco y los meses que sucedieron a su muerte en Noviembre de 1975.