Portada » Magisterio » Apuntes intervención con familias y atención a menores en riesgo social
El acogimiento residencial es una medida de protección destinada a aquellos niños, niñas y adolescentes que no pueden permanecer en sus hogares, y mediante la cual se les proporciona un lugar de residencia y convivencia que cumpla con el cometido de una adecuada satisfacción de las necesidades de protección, educación y desarrollo.
Es una medida de protección a la infancia dispuesta para atender situaciones de desamparo o de petición de guarda voluntaria por los padres o tutores legales
– Implica la separación del niño de su núcleo familiar – Debe ofrecer un contexto de convivencia lo más parecido posible al de un hogar
– Aspira a cubrir todas las necesid
ades del niño y, por lo tanto, ha de procurar una atención integral al menor.
– Tiene vocación temporal y sólo será de aplicación cuando no sea posible el acogimiento familiar o la adopción
– Conlleva un programa de intervención individualizado, al servicio de un plan de caso, o finalidad de la actuación, que debe contar con la participación del niño (en función de su edad) y de la familia cuando se contemple la posibilidad de reunificación familiar
– Ha de proporcionar medidas terapéuticas y rehabilitadoras – Está atendido permanentemente por profesionales cualificados
Destinada a niños de 0 a 18 años sobre los que se observa una necesidad de protección inmediata- Organiza la atención en función de las edades
-Tiene disposición de acogida a todos los menores durante 24 horas los 365 días del año- La estancia en este tipo de recursos debe ser la imprescindible para realizar una valoración que permita fundamentar las decisiones sobre las medidas de protección más convenientes en cada caso -Debe contar con un equipo multidisciplinar preparado para intervenir con niños que han sufrido distintos tipos de maltrato
Destinada a pequeños de 0 a 3 años Organiza la atención en función de las edades(de 0 a 1 año y de 1 a 3), en unidades separadas- Procurarán una ocupación por un número reducido de menores que permita una atención individualizada -Los profesionales deben contar con formación específica sobre educación y cuidado a los niños de estas edades
AUTORRELACION, AUTOESTIMA, AMOR Y AFECTO Y PERTENENCIA, SEGURIDAD Y Fisiológica Básica
La complejidad de la atención residencial exige un proceso de planificación exhaustivo que constituya la guía y soporte de la intervención.
En cada una de las fases se van a utilizar variados instrumentos que orientarán el trabajo del TSEI.
El proceso de evaluación se inicia en el momento en el que los servicios sociales tienen conocimiento de un posible caso de desprotección.
Tras el análisis y la valoración de la situación familiar, se elabora un “plan de caso”, que es el documento que recoge la medida de protección que se estima más conveniente para el menor, los objetivos finales de la intervención, los recursos que se ponen al servicio de la actuación y el tiempo previsto de duración de las medidas
Cuando el acogimiento es programado, el plan se aporta al centro antes de la admisión del menor; sin embargo, cuando el acogimiento es de urgencia, se elaborará a la mayor brevedad posible, una vez realizada la evaluación de la situación familiar.
A partir de la llegada del niño al centro, los profesionales de la atención residencial comienzan una evaluación inicial del menor que complete la evaluación del plan de caso, ponga de manifiesto las necesidades del pequeño y fundamente cómo, desde el programa de acogimiento, se va a actuar para lograr la finalidad perseguida.
El Peí, que es el instrumento en el que se concretan los objetivos ya actuaciones a seguir, también debe contemplar mecanismos de evaluación continua que determinen si está respondiendo a las necesidades del menor, si se han cubierto otras y el grado de consecución de objetivos.
La evaluación será un proceso de revisión y retroalimentación continua de la intervención. La evaluación inicial debe realizarse en el primer mes de estancia del niño en el hogar.
El proceso aportará información sobre las necesidades, los posibles déficits y, también, sobre los puntos fuertes o aspectos positivos en, al menos, las siguientes áreas: –
Física: estado de salud, desarrollo físico y psicomotriz – Cognitiva y del lenguaje – Emocional: apego, gestión de los afectos, motivación y autoestima
– Social: adaptación y relaciones en diferentes contextos (familiar, residencial, escolar y comunitario), así como sobre las capacidades y habilidades de interacción – Conducta: hábitos, autonomía, autocontrol – Formativa o escolar – Familiar: dinámica entre la familia y el niño, participación de la familia y relación de ésta con el centro
– Rehabilitadora: secuelas o déficits derivados de maltrato. Resiliencia
– Acogimiento residencial: adaptación al nuevo contexto, historia de medidas de protección previa, relación con los educadores y otros niños
El proyecto educativo individualizado Una vez identificadas las necesidades, llega la forma de planificar cómo le vamos a dar respuesta. El Peí es el instrumento que nos va a permitir la sistematización y programación de actuaciones ajustadas a las carácterísticas específicas de cada menor. En él se van a establecer los objetivos, metodología, actividades, recursos, agentes, tiempos y formas de evaluación. Corresponde su elaboración al educador-tutor del niño, con la colaboración del resto del equipo, incluido el TSEI. No siempre es fácil reunir a todos los profesionales necesarios, pero es recomendable que estén presentes, al menos, dos educadores sociales y un TSEI.
En esta fase se trata de aplicar las actividades, estrategias y recursos programados para alcanzar los objetivos recogidos en el diseño del Peí. Además, vamos a observar los procedimientos de evaluación continua contemplados en el proyecto con el fin de implementar el proceso.
La fase de valoración de la intervención trata de descifrar los objetivos conseguidos y en qué medida se logran. Responde a un diseño específico incluido en el Peí, y en su ejecución colaborarán los diferentes agentes de la atención. Semestralmente, sus conclusiones se recogerán en un informe que se remitirá a los técnicos de protección
Competencias del TSEI en acogimiento residencial: o Trabajar en equipo o Coordinarse con otros profesionales o Identificar y responder a las necesidades del niño o Conocer e interpretar las conductas del menor o Procurar afecto a los niños con los que trabaja o Gestionar sus emociones o Diseñar, aplicar y evaluar las intervenciones o Defender los derechos del menor Funciones del TSEI en acogimiento residencial: no es sencillo determinar las funciones del educador infantil dada la amplitud de tareas y actividades de las que será responsable y en las que colaborará con otros profeisonales. A continuación se examinan las más importantes, clasificándolas en 5 grupos:
Colaborar con el educador social en los procesos de admisión, acogida y desvinculación residencial
Proporcionarle los elementos básicos de atención inmediata: vestido, calzado, espacio, higiene, etc -Observar las necesidades específicas derivadas de su situación de desprotección, con especial atención a posibles indicadores de maltrato grave
Atenderle en sus necesidades básicas o Participar en la evaluación inicial registrando las observaciones significativas sobre su conducta
Colaborar en el diseño, aplicación y evaluación del Peí
Cumplimentar los registros e instrumentos de coordinación o Colaborar con otros profesionales en la aplicación de los programas y actividades establecidos para favorecer su estimulación motora, cognitiva, lingüística y emocional
Acompañarle en la atención desde dispositivos externos: consultas médicas, hospitalización, atención terapéÚtica o educativa -Acompañarle en las actividades de ocio programadas fuera del cdentro
Enfrentar situaciones de crisis o de emergencia o Favorecer las relaciones con su familia biológica o de acogida
O Proporcionar actividades de interacción entre los menores o Contribuir a crear un clima positivo de convivencia y de cooperación o Crear y mantener espacios acogedores y estimulantes o Prestar atención y supervisión continua al grupo o Colaborar en el establecimiento de ritmos y rutinas
O Favorecer el trabajo interdisciplinar facilitando la coordinación, la supervisión y el intercambio o Conocer y respetar las funciones del resto de profesionales y facilitarles su desempeño o Apoyar la labor de otros compañeros cuando sea preciso o Colaborar en la revisión y aplicación del PEC, en el diseño de la PGA y en la elaboración de la MAA.
O A través de la dirección, facilitar la información que soliciten los técnicos de los servicios de protección y seguir sus directrices o Procurar la comunicación y coordinación con profesionales educativos y de la salud o Facilitar la relación de las personas que los servicios de protección estimen en beneficio del menor: voluntarios, familiares, etc.
O Actualizar su formación profesional o Conocer y seguir los procedimientos y directrices de protección a la infancia o Conocer y asumir los principios deontológicos de la intervención o Contar con un amplio conjunto de recursos y técnicas educativas o Estar al día en materia de cambios legislativos sobre protección de menores o Interesarse por las aportaciones científicas y nuevas perspectivas para la mejora de la calidad en la atención residencial o Autoevaluar su labor con el fin de mejorarla