Portada » Historia » Cual fue la política de Gómez frente al imperialismo
El siguiente tema abarca desde la caída de la I República hasta la proclamación de Alfonso XII como rey en 1902. La restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII supone una etapa de estabilidad que durará hasta finales del Siglo XIX. Esa estabilidad estará propiciada por la Constitución de 1876, el sistema bipartidista creado por Cánovas, y una cierta prosperidad económica. Pero estos logros no ocultan grandes defectos del sistema: fraude electoral y caciquismo que deja a las masas fuera del sistema, marginación de los partidos que están fuera del sistema (republicanos, movimientos obreros, nacionalismos…). A la vez, afloran en las regiones periféricas los primeros movimientos regionalistas y nacionalistas que aspiran a conseguir un cierto grado de autonomía en un estado fuertemente centralizado. Pero el gran mazazo para el sistema será la crisis del 98, año en el que se pierden las últimas colonias, (Cuba y Filipinas), a partir de ahí España se replantea la razón de su ser y las medidas a llevar a cabo para su modernización. El sistema político de la Restauración, que más o menos ha funcionado en el XIX, se continúa en el XX, pero tras la dictadura de Primo de Rivera ya está obsoleto y acabará saltando por los aires en los años treinta con la caída de Alfonso XII y la proclamación de la II República en 1931.
Entre la Paz del Zanjón (1878), con la que se había puesto fin a la Guerra De los Diez Años, y el inicio de la última guerra cubana, los gobiernos españoles tuvieron 17 años para introducir en Cuba algunas de las reformas defendidas por los autonomistas isleños. Pero la falta de un verdadero proceso descentralizador que dotase a la isla de órganos representativos, y la política fuertemente proteccionista con que se estrangulaba la economía cubana favorecieron el surgimiento de nuevas revueltas que condujeron a la independencia.
El período más idóneo para hacer concesiones a las reivindicaciones cubanas fue el “Gobierno Largo” de los liberales con Sagasta entre 1885 y 1890, cuando el Partido Autonomista Cubano se mostraba decidido a apoyar un programa reformista propiciado por Madrid, que restase fuerza y apoyos sociales a los independentistas. Pero la única medida que se acabó aprobando fue la abolición definitiva de la esclavitud. En el año 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, protagonista de la revuelta independista iniciada el 24 de Febrero de 1895. El gobierno, presidido por Cánovas, respondíó enviando un ejército a Cuba.
La falta de éxitos militares decidíó el relevo de Martínez Campos por el general Weyler, que llegó a la isla con la voluntad de emplear métodos más contundentes que acabasen con la insurrección por la fuerza. Tras el asesinato de Cánovas, el nuevo gobierno, presidido por Sagasta, decidíó probar la estrategia de la conciliación. Pero las reformas llegaron demasiado tarde: los independistas, que contabas con el apoyo estadounidense, se negaron a aceptar el fin de las hostilidades. Coincidiendo con la insurrección cubana, se produjo también la de Filipinas (1896-97). El levantamiento filipino fue también duramente reprimido y su principal dirigente, José Rizal, acabó siendo ejecutado mientras los insurrectos, que habían fundado un movimiento independista llamando Katipunan, terminaron negociando el fin de la insurrección con el gobierno de Sagasta.
En 1898, Estados Unidos se decidíó a declarar la guerra a España. El pretexto fue el hundimiento, tras una explosión, de uno de sus buques de guerra, el Maine, anclado en el puerto de la Habana (15 de Febrero). En Marzo, los EE.UU amenazan con intervenir si España no les vendía por 300 millones de dólares la isla de Cuba. La oferta es rechazada, pero el 20 de Abril llegaba el ultimátum estadounidense por el que se exigía a España la renuncia a la soberanía sobre Cuba en un plazo de tres días. El 25 de Abril, los americanos declaran la guerra a España, interviniendo en Cuba y Filipinas, desarrollando una rápida guerra que terminó con la derrota de la escuadra española. En Diciembre de 1898 se firmó la Paz de París, que significó el abandono, por parte de España, de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas que quedaron a partir de ese momento bajo la influencia y dominio americano.
La derrota de 1898 sumíó a la sociedad y a la clase política española en un estado de desencanto y frustración.
El “desastre del 98” extendíó en la sociedad y la clase política española un sentimiento de frustración, consecuencia de la destrucción del mito del Imperio español, al tiempo que la prensa extranjera calificaba a España como un país decadente, con un sistema político corrupto y un ejército ineficaz.
En cuanto a las pérdidas humanas, se calcula que las guerras de 1895-1898 costaron la vida de unos 60.000 soldados españoles. Con el desarrollo del conflicto aumentaros las protestas, sobre todo entre las familias pobres cuyos hijos no habían podido hacer frente a la redención en metálico, a lo que se añadía la desmoralización de un país consciente de su propia debilidad y de lo inútil del sacrificio.
Desde el punto de vista político, el desastre no supuso la quiebra del Estado, sino que el sistema de la Restauración y el turno dinástico sobrevivieron, adaptándose a los nuevos planteamientos regeneracionistas. En todo caso, los partidos dinásticos sufrieron un severo desgaste, más evidente en el caso del Partido Liberar y su líder, Sagasta, a quien tocó la misión de afrontar la derrota.
Desde el punto de vista económico no cabe hablar de crisis, ya que la repatriación de capitales supuso un aumento de la inversión, lo que reactivó la economía. Sin embargo, a largo plazo, los efectos sí fueron graves, porque la derrota supuso la pérdida de los ingresos procedentes de las colonias, así como de los mercados privilegiados y de las mercancías que como el azúcar deberían comprarse en el futuro a precios internacionales.
El desastre dio lugar a una crisis morar e ideológica que favorecíó la aparición de movimientos culturales y políticos que criticaron el sistema de la Restauración y defendieron la regeneración y modernización de la vida política española:
-El regeneracionismo (Joaquín Costa) defendía la modernización de la economía para superar el atraso español, abriendo el sistema político a otras fuerzas y acabando con las prácticas electorales fraudulentas. Este movimiento contó con cierto respaldo de las clases medias.
-La “Generación del 98” agrupó a una serie de intelectuales que se caracterizaron por su profundo pesimismo, su crítica del atraso del país y su reflexión sobre el problema de España.
A continuación vamos a hablar del REGENERACIONISMO: Tras el 98 surgieron una serie de movimientos regeneracionistas, que defendían la modernización de la vida política española, que contaron con cierto respaldo de las clases medias y cuyos ideales quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa que propugnaba la necesidad de dejar atrás los mitos de un pasado glorioso y modernizar la economía y la sociedad. Además, el “desastre” dio lugar a un grupo de intelectuales, conocido como la “Generación del 98” caracterizados por su profundo pesimismo.
También hubo un regeneracionismo que partíó del mismo sistema. Fue iniciado con las reformas del nuevo gobierno conservador de Francisco Silvela, que vino a sustituir al gobierno de Sagasta, al que le había tocado vivir directamente el “desastre”. El gobierno de Silvela introdujo reformas, que eran necesarias ante los problemas económicos generados por la guerra de Cuba, como el incremento de la Deuda Pública. El gobierno decidíó aprobar una reforma fiscal que encontró una fuerte resistencia entre la burguésía catalana. Ante las críticas a las reformas por algunos sectores, la regente María Cristina decidíó dar el poder a los liberales, otra vez Sagasta. El sistema de la Restauración había recibido un duro golpe pero había sobrevivido casi intacto al “desastre”. Mientras, el 17 de Mayo de 1902, al cumplir los 16 años de edad, Alfonso XII daba comienzo a su reainado.