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La poesía española posterior a 1936: tendencias, rasgos principales, autores y obras más significativas.
Poeta que supone una transición entre los autores de la Generación del 27 y la generación posterior, llamada Generación del 36, se inicia en el momento en que la vanguardia innovadora va dejando paso a una poesía que se vuelve a concebir como la expresión de sentimientos personales, existenciales y cívicos. Antes de la Guerra Civil escribe “Perito en lunas” y “El rayo que no cesa”: Responde a la tendencia de la poesía pura, por lo que destaca la total ausencia de la expresión subjetiva de sentimientos. Durante la Guerra Civil vemos la solidaridad de Miguel Hernández con el pueblo, y, por tanto, afinidad con la causa republicana, que le ocasionara su encarcelamiento en el presidio de Alicante, donde muere en 1942. Escribe libros donde defiende abiertamente sus ideales sociales y políticos: “Viento del pueblo” y “El hombre acecha”. Finalizada la guerra:
Escribe en la cárcel poemas recogidos bajo el título de “Cancionero y romancero de ausencias”, donde destacan aspectos autobiográficos del autor y la nostalgia que siente por la ausencia de su mujer y de su hijo.
Se establece comúnmente una división entre dos tendencias en la poesía de los años 40:
La poesía arraigada y la poesía desarraigada.
La poesía arraigada pertenece a poetas identificados con la nueva realidad española, que escriben una poesía sencilla donde ofrecen una visión positiva del mundo. Utilizan un lenguaje sencillo y cotidiano y una versificación clásica. Esta poesía se divulgó a través de dos revistas que surgieron como órganos de propaganda intelectual de la «nueva España»: Escorial y Garcilaso.
La poesía desarraigada parte de la publicación de dos obras que dieron una nueva orientación a la poesía española: Hijos de la ira (Dámaso Alonso) y Sombra del paraíso (Vicente Aleixandre). Ambos libros tienen en común una actitud de protesta contra el mundo contemporáneo, desde la perspectiva del desarraigo o desapego con respecto a ese mundo. Los poetas que continúan con esta tendencia se sienten desligados de la sociedad en la que viven y manifiestan un deseo de ruptura con el presente. Esta tendencia se consolida en los años 50 con la poesía social.
Manifiesta una inquietud por el destino del hombre y por la situación de un mundo que había sido azotado por diversas guerras. Es una poesía de denuncia que responde a las ideas del escritor francés Jean Paúl Sartre sobre el compromiso político que debe adoptar el escritor ante los problemas de su tiempo.
Las carácterísticas de la poesía social son:
* Se concibe la poesía como un vehículo de comunicación de ideas. Dirigida a la «inmensa mayoría» (en palabras de Blas de Otero), trata de reflejar la realidad y de convertirse en testimonio crítico de una sociedad injusta.
* Uso de un lenguaje sencillo, coloquial y directo. Predominio del verso libre.
* El tema fundamental es el problema de España (influencia de la Generación del 98, sobre todo de Unamuno y de Machado). Otros temas importantes son la búsqueda de las libertades, la alineación y la solidaridad con las clases trabajadoras.
Los autores más importantes de la poesía social son Gabriel Celaya y Blas de Otero.
Gabriel Celaya, después de la Guerra Civil, escribe una poesía de claro compromiso social en la que habla del dolor de España y de la esperanza en un futuro mejor. Es autor de un poema que se ha convertido en manifiesto de lo que debe ser la poesía de compromiso: «La poesía es un arma cargada de futuro».
Blas de Otero, después de una primera etapa poética de carácter existencial (Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia, Ancia), donde desarrolla temas como la problemática relación entre el hombre y Dios, el devenir de le existencia, el ansia de eternidad y la crisis de sus creencias religiosas, llega a una segunda etapa de carácter social. Su poesía social está representada por las obras Pido la paz y la palabra y Que trata de España. Se dirige «a la inmensa mayoría», y reivindica la dignidad de la vida humana. En relación con el tema de España, Blas de Otero expresa sentimientos de amor y de dolor hacia su país, manifestando su deseo de un futuro mejor.
La poesía social, en su ánimo de comunicar ideas a un público lo más amplio posible, rozaba en ocasiones lo prosaico. Estos otros poetas de los últimos años 50 y 60, defienden otra concepción de la poesía, considerándola como un modelo expresivo para vivir experiencias.
Sus carácterísticas son:
a- Expresión de la intimidad: los poetas de esta orientación muestran su yo, sus aspectos más íntimos a través de su poesía; no les interesa tanto la crítica social, la representación de la realidad, como descubrir experiencias personales mediante la poesía.
b- Posición frente al arte mayoritario: no son partidarios de un lenguaje poético prosaico y accesible a todos: se oponen a esa poesía dirigida a la inmensa mayoría que reivindicaba Blas de Otero. Así pues, los poetas de la experiencia recurren a la ambigüedad, al simbolismo y al irracionalismo, y rechazan la expresión poética directa. Consideran que su mensaje poético no puede ser accesible a todos.
c- Carácter narrativo: la mayor parte de las composiciones poéticas de los poetas de esta época tienen un carácter narrativo, son breves relatos de pequeñas anécdotas que normalmente evocan la niñez y la adolescencia. Estas anécdotas les sirven para expresar los temas poéticos.
d- Poesía cívica: no se abandona por completo la conciencia social, pero las cuestiones sociales no se abordan desde una perspectiva política, sino desde un punto de vista ético. La mayor parte de los poetas pertenecientes a este grupo son de clase burguesa, y con cierta frecuencia nos brindan comentarios irónicos sobre su propia procedencia social.
e- Introducen reflexiones sobre la poesía y sobre el lenguaje poético en sus creaciones literarias, al tiempo que escriben sobre sus recuerdos de la niñez y de la juventud. Estos recuerdos se expresan por medio de anécdotas evocadas con breves poemas con un ligero carácter narrativo. El título de una de las obras de Jaime Gil de
Biedma, Infancia y confesiones es muy ilustrativo de este aspecto. Estos autores vivieron en su infancia las consecuencias sociales que tuvo la Guerra Civil española, y estas consecuencias aparecen con frecuencia evocadas en esos recuerdos de la infancia.