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Respecto a su contextualización, “El mañana efímero” es un poema de Antonio Machado que pertenece al libro Campos de Castilla (1912), ubicado en la etapa noventayochista (Generación del 98), posterior a su etapa modernista representada por su libro “Soledades, Galerías y otros poemas” (1907). En el presente poema el autor presenta una radiografía de la España presente en su época, un diagnóstico del futuro y la esperanza final de un cambio definitivo. Esta preocupación cívica es compartida con otros autores de la época como Unamuno o Valle Inclán. A diferencia de otros poemas del mismo poemario, más apegados al paisaje y la reflexión melancólica sobre el pasado, este texto se caracteriza por su tono exaltado, casi rabioso, contra esa España atrasada por el lastre de su historia, las costumbres e instituciones como la Iglesia Católica.
Antonio Machado es el representante por excelencia de la lírica del 98. Nació en Sevilla en 1875. Pronto se traslada con su familia a Madrid, donde, junto con su hermano (Manuel Machado) va a desempeñar su actividad periodística publicando artículos: Pero llega 1898 y España pierde sus últimas colonias y se queda en una situación económica absolutamente precaria. Se suceden una serie de viajes de ida y vuelta entre España y París, donde conoce a Pío Baroja y Oscar Wilde. En España entra en contacto con las ideas del Modernismo a través de Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, fruto de esta influencia será su obra Soledades, Galerías y otros poemas. Su vida transcurre entre la creación poética y la docencia como profesor de francés. Contrae matrimonio con Leonor Izquierdo, su gran amor, quien fallece de tuberculosis, y dejará un hondo vacío en el poeta del que tardará en recuperarse. En 1912 publica su libro Campos de Castilla (noventayochista). En los últimos años de su vida conoce a su amor de senectud, conocida como Guiomar en sus poemas (Pilar de Valderrama).Con el estallido de la Guerra Civil se alinea con el bando republicano. Finalmente, huyendo de la guerra, emprende con su madre su último viaje a Francia, donde ya enfermo muere en 1939. Aparte de las dos obras mencionadas anteriormente, destacan los siguientes títulos: Nuevas canciones, Cancionero apócrifo, Poemas de la guerra, Juan de Mairena (obra en prosa) y la obra de teatro, Lola se va a los puertos. Las dos etapas fundamentales del Antonio Machado son el Modernismo representado por el libro Soledades, Galerías y otros poemas, etapa que se caracteriza por el intimismo, es decir, la búsqueda del mundo interior, del alma; también lo definen la sencillez de su forma, la presencia del paisaje (como tal paisaje y como símbolo de un mundo espiritual) y el empleo se símbolos: la tarde el agua, la fuente, el camino (paso del tiempo); noria (monotonía); campanas, cementerios, cipreses (la muerte),… Sus temas recurrentes serán: el amor, el tiempo la muerte, Dios,… 2 La otra etapa la constituye la Generación del 98, ilustrada por su libro Campos de Castilla, donde se ubica “El mañana efímero”. En esta etapa el autor ha pasado del yo al nosotros, esto es, del individualismo a la otredad. El énfasis se pone ahora, más que en su propia alma en lo que le rodea: preocupación por la situación de España, de sus gentes, se plasma el paisaje árido de Castilla para reflejar la decadencia del país. Con todo siguen apareciendo algunos de los temas anteriores, así como poemas dedicados a la muerte de su mujer. Hace uso de un lenguaje austero, directo; las gamas cromáticas empleadas son pálidas, lo que connota soledad, tristeza y sentimiento de la fugacidad de lo real; también hace gala del epíteto, algunos símbolos (aunque no tantos como en su etapa modernista), metáforas, vocativos, interrogaciones (para expresar la emoción).Respecto a las características del periodo reflejadas en el poema, “El mañana efímero” es una muestra de esta tendencia crítica de la Generación del 98 y, como podemos comprobar, contiene tanto una amarga crítica a la sociedad española de entonces, como la expresión esperanzada ante una nueva juventud que logre cambiar dicha situación. En lo que a la estructura del poema se refiere, se podrían constituir tres partes: en los primeros 6 versos representa una España sumida en los tópicos y ahogada por la religión que algún día habrá de desaparecer (una España, por ejemplo, “de charanga y pandereta”, atenta sólo a lo divertido e intrascendente; una España de “cerrado y sacristía”, es decir, falsamente devota). Una segunda parte, comprendida entre el verso 7 y 33, donde Machado piensa que la España que venga posteriormente no será mejor que la anterior porque todavía queda mucho tiempo para que cambie, e insiste en algunos de sus vicios (“luengo parto de varones/ amantes de sagradas tradiciones/y de sagradas formas y maneras”). Por último, en la tercera parte, los últimos ocho versos, el poeta andaluz concluye con que por fin, algún día llegará una España fuerte y redentora con ideas nuevas (“del cincel y de la maza”, esto es, del trabajo y esfuerzo) Centrándonos en el carácter literario del poema, hemos de decir que se pertenece al género lírico porque el poeta expresa sus sentimientos, emociones y visión de España, a veces con bastante vehemencia, tal y como rezan sus versos finales (España que alborea/con un hacha en la mano vengadora,/ España de la rabia y de la idea) o con expresiones exclamativas del tipo “por ventura”. El poema es una silva que combina versos heptasílabos y endecasílabos (la mayoría) con algunos de distinta medida, de rima consonántica. Esta composición estrófica (libre, no coaccionada por una estructura fija) ayuda al poeta a ese carácter de exhortación (advertencia) rabiosa, de sermón intenso, que quiere comunicar contra la postración (atraso) del país. La función del lenguaje predominante es la poética, dada la preocupación formal para trasmitir un determinado contenido, esto se pone de manifiesto con el empleo de distintas figuras literarias que comentaremos a continuación. Asimismo, hemos de destacar la función expresiva del lenguaje ya justificada en el carácter lírico del poema. Finalmente, no hemos de olvidar la función representativa puesto que el poeta plasma rasgos también objetivos que presenta la sociedad de su época (“devota de Frascuelo y María”). El uso de léxico muy culto o anticuado (“huero”, “ahíto”, “zaragatera”) con otros más populares (“lechuzo”, “charanga”, “pandereta”), u otros con clara vocación de combate (“maza”, “hacha”, “rabia”, “idea”) consiguen el efecto caótico, pero crítico, de pasado pomposo, paralizado y chabacano frente al futuro de una juventud en acción. Respecto a la sintaxis abundan las oraciones compuestas, lo que le permite al poeta profundizar en el análisis que está haciendo de esa España presente y futura. Hallamos un gran número de adjetivos que como los colores de una paleta quieren matizar con detalle (“y otras calvas con otras calaveras / brillarán, venerables y católicas”) o con brochazos gruesos (“vieja y tahúr, zaragatera y triste”). Muchos son especificativos (“espíritu burlón”, “alma inquieta” “una España implacable y de sermón intenso, que quiere comunicar contra la postración (atraso) del país. Atendiendo a las figuras literarias advertimos la presencia de numerosas metáforas que le sirven para describir la España que reniega (“España de charanga y pandereta/ cerrado y sacristía”) o reforzar la imagen de aquella que desea (“España del cincel y de la masa”, “con un hacha en la mano vengadora”, /”España de la rabia y de la idea”). También se emplea una metáfora del atardecer y el amanecer para representar la muerte de esa España atrasada y obsoleta frente a le nueva España vigorosa y renovadora que nacerá: “un rojo sol corona de heces turbias las cumbres de granito… en la tarde”/ Más otra España nace… España que alborea… España de la rabia y de la idea”). Emplea algunas metonimias para referirse a ciertas características de esa España, así “María” o la “sacristía” simbolizan el amplio mundo de la iglesia católica; “Frascuelo”, al mundo taurino y las “sagradas formas y maneras” representan todo lo que de vetusto y caduco hay en la España de su tiempo; finalmente las “calvas” sobre las “calaveras” dan idea de lo muerto que están sus poseedores. El empleo de antítesis le permiten al poeta la contraposición de esas dos Españas, la España anquilosada frente a la España innovadora que nacerá en un futuro, aunque no cercano: “España de charanga y pandereta” frente a “España del cincel y de la maza”; “España de cerrado y sacristía” frente a “España de la rabia y de la idea”. Por último, existe una antítesis entre esa España que muere (“en la tarde”) y esa España que “nace”, “España que alborea”,… Relacionado con estos versos, resulta tremendamente visual , muy plástica la comparación entre la muerte de esa España caduca y el vómito de un borracho: “ Como la náusea de un borracho ahíto/ de vino malo, un rojo sol corono de heces turbias las cumbres de granito… en la tarde pragmática y dulzona”.No podemos terminar este aparado sin mencionar los abundantes esquemas paralelísticos (paralelismos) que, aparte de otorgar ritmo al poema, desde el punto de vista del contenido, refuerzan las antítesis o las descripciones realizadas: “Esa España inferior que ora y bosteza”, “Esa España inferior que ora y embiste”; “Un vano ayer engendrará un mañana/ vacío y por ventura pasajero” (se repite dos veces); “La España de charanga y pandereta” , “la España del cincel y de la maza”. Por último, en relación al tema, Machado, dentro de las tendencias de los intelectuales de su momento, expuso una crisis entre “las dos Españas”. Una, cobarde, anémica, más preocupada por las viejas glorias de su pasado, resignada a su decadencia y refugiada en la religión y la soberbia ignorancia. Otra, por venir, vinculada a ese pasado (“pasado macizo de la raza”), pero no inmovilista, sino activa que redimirá a la otra sin concesiones (“implacable y redentora”).