Portada » Filosofía » Hume- origen, composición y relaciones de las ideas
Hume defiende que el conocimiento humano deriva sin excepción, directa o indirectamente, de la experiencia sensible.
Es empirista y sigue lo que dijo Locke «Nada hay en el entendimiento que no haya sido recibido por los sentidos».
No hay ideas innatas.
Hume elaboró una filosofía empirista radical.
Distingue en el ser humano dos dimensiones:
Una teórica: relativa al conocimiento.
Otra práctica: relativa a la actuación. En esta dimensión tres son la preocupaciones de Hume:
El problema moral: se pregunta cómo establecemos los criterios de lo bueno y de lo malo que utilizamos para actuar en la vida.
Solución: el emotivismo moral.
El problema político: se pregunta por el fundamento del poder político y la necesidad de reglas de justicia para hacer posible la vida en sociedad.
Solución: el utilitarismo político.
El problema de la creencia religiosa: se pregunta por la naturaleza de la creencia religiosa, sus causas y validez racional.
Solución: el agnosticismo religioso.
Según Hume sólo podemos conocer los fenómenos con un carácter probable.
Nuestros contenidos mentales, denominados por Hume como percepciones, proceden siempre directa o indirectamente de la experiencia.
Las percepciones pueden ser:
Impresiones: son el resultado directo e inmediato de una experiencia y pueden ser de dos tipos:
Externas, si provienen de nuestras sensaciones.
Internas o de reflexión, derivadas de nuestras propias ideas. De este tipo son las pasiones, los deseos y las emociones.
Ideas: son copias debilitadas de las impresiones en nuestra imaginación. Se diferencian de las impresiones en que:
Las ideas son más débiles.
Las ideas son siempre la imagen pasada de una impresión.
Las ideas tienen un origen indirecto, pues provienen siempre de una impresión.
La idea es algo mediato.
La idea es siempre posterior a la impresión.
Hume también diferencia entre ideas simples y complejas:
Las impresiones simples son aquéllas que no admiten distinción ni separación y dan lugar a ideas simples. (Ej. La impresión de una superficie coloreada).
Las impresiones complejas serán aquéllas que sí admiten distinción o separación y que dan lugar a ideas complejas. (Ej. Visión de París desde Montmartre).
La imaginación tiene la capacidad de asociar ideas, ya sea de un modo natural o de un modo arbitrario.
Tres son las leyes de asociación de ideas:
Ley de semejanza: la imaginación pasa de una idea a otra que se le parece.
Ley de contigüidad: la imaginación pasa de la idea de algo a otra idea que habitualmente experimentamos contigua a la anterior en el espacio y en el tiempo.
Ley de causalidad: la imaginación pasa de la idea del efecto a la idea de la causa, pues habitualmente ambas ideas se experimentan relacionadas, la primera como causante de la segunda.
Así pues las ideas abstractas se derivan de nuestra imaginación.
Las ciencias empíricas utilizan el método de la generalización inductiva para obtener sus leyes.
El razonamiento inductivo se fundamenta en la costumbre de observar el futuro en conformidad con el pasado, y en la creencia de que tal conformidad va a mantenerse siempre.
La causa es el principio de actuación necesario para que exista un efecto.
Para Hume este principio no se deriva de la experiencia.
Lo que nosotros experimentamos cuando «observamos» una relación causal es tan sólo:
Una prioridad temporal de un movimiento sobre otro.
Una contigüidad espacio-temporal entre ambos movimientos.
Una conexión constante, en el pasado, entre ambos movimientos, pero no una conexión necesaria en el futuro.
Nuestros conocimientos de los hechos de la realidad no es un conocimiento seguro por completo, sino como mucho probable, fundamentado en la costumbre y la creencia.
Para Hume sólo podemos formar dos tipos de juicios o proposiciones científicas:
Los juicios de relaciones de ideas: establece relaciones necesarias entre el sujeto y el predicado.
Los juicios de cuestiones de hecho: la verdad de los hechos depende de su correspondencia con nuestras observaciones empíricas.
Ignoramos si existen o no el Yo, el mundo o Dios en tanto que algo distinto y subyacente a nuestras impresiones.
La idea del Yo, para Hume, es sólo la asociación de ideas y su atribución a un solo sujeto.
La idea del mundo son las impresiones que recibimos contiguas en el espacio y en el tiempo que son referidas por la imaginación a una supuesta realidad o sustancia de la que no tenemos impresión correspondiente.
La idea de Dios es la idea de un Ser por definición imperceptible, lo que hace más claro que no cabe un conocimiento empírico de tal entidad. No podemos saber si existe o no.
Tres son las consecuencias a las que conduce el Empirismo de Hume:
El fenomenismo: posición que considera que la realidad se reduce a lo que se nos muestra o aparece a través de las impresiones que recibimos.
El idealismo: posición para la cual la única realidad existente es la de las ideas o percepciones recibidas por el sujeto.
El escepticismo: posición que niega la posibilidad de alcanzar verdades seguras sobre la realidad.
El escepticismo ha de ser sólo teórico (filosófico).
La apreciación moral, la valoración, es la consecuencia más bien del sentimiento de aprobación o reprobación por el placer o disgusto que nos causa la experiencia de un determinado hecho.
Nuestra consideración de lo bueno y lo malo proviene del sentimiento y no de la razón.
La finalidad de la sociedad política es lograr la convivencia en paz con nuestros semejantes.
La idea de justicia hay que entenderla como un convenio entre ciudadanos para establecer reglas que regulen el cumplimiento de las obligaciones y promesas.
Respecto a la religión sólo cabe:
La duda: no podemos establecer racionalmente su verdad.
La incertidumbre: no podemos salir de esta situación de duda.
La contradicción: si intentamos razonar las verdades de la religión como, por ejemplo, la existencia de Dios, caeremos en continuas contradicciones.