Portada » Historia » Union dinastica de los reyes catolicos
::La base de esta expansión estuvo en el próspero comercio que la ciudad de Barcelona mantuvo desde el siglo XIII con Italia, norte de África y Oriente. Los comerciantes catalanes importaban productos de Oriente (sedas, especias, tejidos de lujo…) que luego distribuían por la península y apoyaron, por tanto, estas campañas. Entre los siglos XIII y XV, en rivalidad con Francia y generalmente con la oposición del papado, la Corona de Aragón construyó un gran imperio por el Mediterráneo. Los principales pasos de esta expansión fueron:
La conquista de Baleares y Valencia por Jaime I “el Conquistador” en 1235 y 1238, respectivamente, dejando el Reino de Mallorca, que incluye las Baleares, a su segundo hijo, Jaime II de Mallorca, en situación de vasallaje, y la Corona de Aragón para el primogénito Pedro III. La conquista de Sicilia por Pedro III en 1282. A pesar de la oposición de Francia y del papado. La participación del almirante Roger de Lauria fue decisiva. Tras la Paz de Caltabellota, 1302, Sicilia se separó de la Corona de Aragón, quedando en manos de una rama secundaria de la familia real hasta principios del S.XV (1409) en que se reincorpora de nuevo a la corona.
Conquista de Cerdeña por Jaime II (1323-1324). La isla fue invadida a pesar de la resistencia de los sardos y de la ciudad de Pisa. Mantenerla fue muy costoso para Aragón. La expedición de los almogávares (mercenarios catalanes) en Oriente. Conquistaron los ducados de Atenas (1311) y Neopatria (1318)y los pusieron bajo soberanía de Aragón hasta finales del S.XIV, (1390). Incorporación del reino de Mallorca en 1349 con Pedro IV “el Ceremonioso”, en la batalla de Lluchmajor, en la que el rey de mallorquín fue definitivamente derrotado y muerto. La conquista de Nápoles por Alfonso V duró varios años de enfrentamiento con Génova, Francia y el papado. Una vez tomada la ciudad en 1442 el rey no volvió a la península Ibérica. A su muerte segregó el reino del resto de sus posesiones y se lo entregó a su hijo natural
Ferrante, hasta su conquista por Fernando “el Católico” a comienzos del S.XVI en 1504. Influencia sobre el norte de África: Los reinos musulmanes de Tremecén (Argelia), Bugía (Argelia) y Túnez fueron tributarios de la Corona de Aragón mucho tiempo.
T 4.1. Los reinos cristianos en la baja edad media: organización política e instituciones en el reino de Castilla y en la Corona de Aragón. Debemos atender a tres instituciones fundamentales y su evolución: monarquía, Cortes y municipios. En Castilla, desde finales del siglo XIII, se produjeron continuos problemas políticos por lo que la monarquía no conseguía imponer su autoridad sobre los nobles, que aprovechaban cualquier ocasión para resarcirse de las pérdidas por la crisis. Sin embargo, gracias a la difusión de las teorías sobre el origen divino del poder que se consolidan en toda Europa, la autoridad del rey se fue fortaleciendo,a pesar de las sucesivas crisis políticas. Para ello fue fundamental la elaboración de un conjunto de leyes que reforzaba el poder del rey como “Las Partidas”, de Alfonso X o el “Ordenamiento de Alcalá”, de 1348. Las Cortes fusionadas de Castilla y León, sin competencias legislativas, fueron experimentando mientras un declive ininterrumpido. El rey trata de consolidar su poder centralizando la administración. Se crearán instituciones como el Consejo Real, 1385, formado por expertos en leyes que asesoraba al rey; la cancillería, que se encargará de la burocracia o la Audiencia, 1371, órgano supremo de justicia, más tarde llamado Chancillería. Se reorganizará la hacienda, con la creación de las contadurías y el mayordomo real, principal responsable de los gastos e ingresos. Por su parte, los municipios, vieron recortadas sus competencias y autonomía inicial. Los concejos abiertos dan paso a los ayuntamientos o regimientos: concejos restringidos, de 20 personas que asumían el poder municipal. Los regidores y los corregidores se encargaban de hacer llegar hasta allí la autoridad real.En Aragón, la estructura territorial de la Corona y sus usos políticos dificultaron el establecimiento del autoritarismo monárquico. A partir del rey Jaime I, la expansión por el Mediterráneo, provocó gran debilidad en el interior del reino: los monarcas, para financiar sus gastos cedieron patrimonio, privilegios y derechos a los grandes señores e hicieron todo tipo de concesiones a las Cortes. El Privilegio General, 1283, concedido a la nobleza por Pedro III, o el Privilegio de la Unión, dado por
Alfonso III en 1287, son una prueba de las concesiones a la nobleza. Esta corona era una confederación de territorios, en la que cada uno tenía leyes e instituciones propias y donde la figura del virrey, representaba al rey en los otros reinos en los que éste no residía. El monarca se encontraba muy limitado por las Cortes, que sí tenían competencias legislativas. Se mantuvo la existencia separada de las Cortes catalanas, valencianas y aragonesas, aunque en alguna ocasión se reunieron conjuntamente en Monzón. Algunos órganos, como la Diputación del General, se encargaban de velar por el cumplimiento de lo acordado en las Cortes y, con el tiempo, se convertirá en una institución permanente. Así, en 1359, la “Generalitat” adquiere un carácter permanente en Cataluña. El Justicia de Aragón era un cargo específico de Aragón, cuya misión era interpretar y defender los fueros propios de este reino. En los municipios el representante del rey fue perdiendo atribuciones. En su lugar gobiernan unos magistrados con funciones ejecutivas (consellers), asesorado por un consejo municipal (en Barcelona, el Consell de Cent, representantes de los artesanos y burgueses de las ciudades).
La tendencia seguida durante los siglos XI y XIII de crecimiento demográfico y económico se detuvo bruscamente en el siglo XIV. Se inicia una nueva etapa marcada por el hambre, las epidemias, el malestar social, las guerras civiles, los conflictos internos etc. Se produce una crisis demográfica, con una notable disminución de la población europea y peninsular, que afectó más a 1avarra y Cataluña que a Castilla. En una sociedad fundamentalmente agraria, las malas condiciones climáticas, la escasez de trigo y granos en general y la debilidad provocada por el hambre, desencadenan crisis de subsistencias y mortalidad de la población. A esto hay que añadir la terrible epidemia de peste negra (1348) que se extendió por toda Europa. Las consecuencias fueron la aparición de enormes territorios despoblados y éxodo del campo a la ciudad.
La crisis demográfica se tradujo en una crisis económica, al provocar una reducción importante de la mano de obra y, por consiguiente, de las tierras de cultivo, lo que condujo a un alza de precios y al descenso de las rentas que percibían los grandes propietarios. Estos tratan de compensar sus pérdidas exigiendo más obligaciones y pagos a los campesinos (es la época de la difusión de los malos usos). La subida de los precios de los productos manufacturados tendrá, sin embargo, como contrapartida, un incremento de los salarios percibidos por los trabajadores en oficios artesanales. Las dificultades económicas y el descontento de la población se manifestaron en una crisis social por el estallido de numerosos conflictos entre grupos sociales de intereses opuestos: Hubo rebeliones campesinas, Hermandades, contra los señores (guerra de los irmandiños en Galicia, de los forans en Mallorca o de los payeses de remença, en Cataluña); enfrentamientos entre las clases populares de las ciudades y los señores; rivalidades dentro de las ciudades entre grupos de la oligarquía (lucha de la “Busca” contra la “Biga” en Barcelona); disputas entre bandos de la nobleza local, pogromos contra los judíos (se acrecienta la intolerancia respecto a las minorías). La lucha entre los distintos grupos sociales y la corona, para mantener o aumentar el poder de cada uno conducen a sucesivas crisis políticas. La nobleza y el clero tuvieron en muchos casos intereses opuestos con la monarquía, lo que les llevó a enfrentamientos con la corona. En Castilla se producirán diversos enfrentamientos y dos guerras civiles. La primera enfrenta a Pedro el Cruel con Enrique de Trastámara, en 1366-69. La segunda tendrá como marco el reinado de Enrique IV y el problema sucesorio que enfrentó a su hija, Juana” la Beltraneja”, con su hermanastra, Isabel en una guerra civil
entre 1474 y 1479. Otras dos guerras civiles sacudirán la Corona de Aragón: La primera estalla al morir sin descendientes Martín el Humano y se resolvió con el Compromiso de Caspe, 1412, que instaura la dinastía de los Trastámara en Aragón. La segunda estalla entre Juan II y los payeses de remensa frente a la oligarquía catalana y finaliza en 1472.
Las islas Canarias. Castilla tenía razones de tipo económico que justificaban su interés por el Atlántico: Por la ruta hacia el Atlántico norte salía la lana castellana o el hierro vizcaíno y entraban manufacturas de lujo desde Flandes. La ruta hacia el Atlántico sur, en torno a Sevilla-Cádiz era controlada por los genoveses y permitía la entrada de oro, esclavos y marfil de África, telas italianas y especias de Oriente. Ambas rutas se unían a través de una densa red de ferias como la de Medina del Campo que se convierte en la más importante de la Península durante el s.XV. Para proteger la ruta atlántica del sur, Castilla quiso controlar el estrecho de Gibraltar frente a los musulmanes de Granada y Norte de África. Por ello, desde el siglo XIII, la actividad reconquistadora de
Castilla se había reducido al llamado “problema del Estrecho”. Para lograr su control, Tarifa es tomada por Sancho IV (1292). Su dominio se consolida tras la invasión de los benimerines y su posterior derrota en la batalla del Salado,1340, por Alfonso XI y la definitiva toma de Gibraltar, en 1462, con Enrique IV. En el Atlántico, el principal competidor de Castilla era el vecino reino de Portugal, de mayor tradición marinera que Castilla, pionero en la exploración del Atlántico tras la incorporación de archipiélagos como Madeira o Azores y la creación de factorías por la costa africana, en busca de nuevas rutas que hicieran más rentable el comercio con Oriente y nuevas fuentes de metales preciosos, oro y plata, para la acuñación de monedas, que empezaban a escasear en Europa. El archipiélago canario estaba en una estratégica posición dentro del Atlántico. Para su exploración el rey de Castilla, Enrique III (1390-1406), se alía con nobles franceses de origen normando, La Salle y Bethencourt, que tomarán posesión en 1402, como vasallos del rey castellano, de parte del archipiélago canario: Fuerteventura, Lanzarote, la Gomera y, posteriormente, el Hierro. Al principio la corona no manifestó gran interés por el archipiélago y la empresa colonizadora fue realizada, prácticamente, por iniciativa privada y sus derechos señoriales fueron vendidos varias veces a distintos señores. Pero la expansión marítima y comercial castellana a lo largo del s.XV, hizo cada vez más importantes los enclaves canarios, hasta desembocar en la conquista definitiva a finales de siglo en la época de los Reyes Católicos y pasará a su dominio directo.
El matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469) supuso la unión de dos coronas hispanas: Castilla y Aragón. Sin embargo esta unión fue exclusivamente dinástica, no política, ya que ni Isabel ni Fernando se plantearon jamás crear una monarquía unitaria y centralizada. En la Concordia de Segovia, firmada por ambos monarcas en 1475, se estipulan las condiciones por las que los reyes gobernaran en régimen de igualdad en todos sus territorios, aunque cada reino mantuvo sus propias leyes e instituciones, su lengua, su moneda, impuestos y sus fronteras. Uno de sus principales objetivos fue la unidad territorial y religiosa peninsular. Para lograr la primera, tratan de incorporar Portugal, que no se anexionó pero se consolidó la alianza mediante la política matrimonial; y Navarra es tomada por Fernando, en 1512, en claro enfrentamiento con Francia, y Granada, 1492, tras una larga guerra de conquista con el reino nazarita. La expulsión de los judíos en 1492 y la conversión forzosa de los mudéjares en 1502, convertidos en moriscos se inscribe dentro de la política de unidad religiosa. A la muerte de la reina Isabel en 1504, Fernando se convierte en regente en Castilla, regencia que compartirá con su hija Juana y su esposo Felipe de Habsburgo, que terminara convirtiéndose en rey de Castilla aunque solo por unos meses, por su prematuro fallecimiento. A la muerte de Fernando en 1516, tras una breve regencia de Cisneros, la unión efectiva se produjo en la figura de Carlos I, nieto de los monarcas, que heredó las ambas coronas. La unión nació desigual desde el primer momento: Castilla era mucho más extensa y tenía mayor población, una economía fuerte, basada en el comercio de la lana, fundamentalmente, y un estado unido que favorecía el fortalecimiento del poder real. Aragón, por el contrario, presentaba una monarquía más débil, basada en el pactismo; era una confederación de coronas; tenía una economía fundamentada en el activo comercio por el Mediterráneo con productos orientales y sus Cortes controlaban al rey de modo más eficaz, manteniendo sus fueros y privilegios.
La guerra de Granada supuso la incorporación a Castilla del último reducto musulmán de la Península, culminando así el proceso de Reconquista y fue un paso más para conseguir la unidad territorial ya que supuso el final de Al-Ándalus. Los Reyes Católicos utilizaron este enfrentamiento para orientar el afán guerrero de la nobleza y apaciguar las tensiones en sus reinos. Además las guerras civiles dentro de Granada, que enfrentaron al emir Muley Hacen contra su hermano al Zagal y su hijo Boabdil, contribuyeron a la victoria final castellana tras diez años de enfrentamientos entre 1482 y 1492.A pesar de que pagaban parias y sus emires se declaraban vasallos de Castilla, la frontera era una fuente de continuas tensiones. En 1481 los musulmanes tomaron Zahara, respondiendo los cristianos con la conquista de Alhama por Diego Ponce de León (1482). Aunque no fue una guerra de grandes batallas, la toma de Málaga, en 1487, fue durísima, y sus habitantes musulmanes sometidos a esclavitud como venganza por su enconada resistencia. Tras esta se ocupa la parte oriental del reino, con la resistencia de algunas ciudades, como Baza y Almería, sitiándose finalmente la capital desde el campamento de Santa Fe a partir de 1490. El 2 de enero de 1492 Boabdil entrega la ciudad de Granada a los Reyes Católicos, tras la firma de unas capitulaciones por las que este recibió el señorío de las Alpujarras y se les permitía a los musulmanes conservar su religión, lengua, usos y costumbres. Sin embargo, esta convivencia pacífica duró poco, ya que en 1499, Cisneros, entonces arzobispo de Toledo, impulsó una progresiva vulneración de los acuerdos firmados y comenzaron las conversiones forzosas. El descontento de la población estalló en la rebelión del barrio del Albaicín y en la de las Alpujarras, en 1500. Estos enfrentamientos fueron duramente reprimidos y, por los decretos de 1501 y 1502 se les obligó a convertirse al cristianismo o abandonar España. La mayoría aceptó el bautismo sin convicción y a partir de entonces, a los musulmanes, obligados a abjurar de su fe, se les empezó a llamar, despectivamente, moriscos. Navarra, se incorporó al reino de Castilla siendo Fernando regente de Castilla por la muerte de la reina Isabel en 1504. En los últimos siglos de la reconquista, Navarra, bloqueada su posibilidad de expansión, por el empuje aragonés y castellano estaba gobernada por una dinastía de origen francés. Fernando, en su afán por aislar a Francia, con la que estaba en guerra, responde a la firma de un tratado entre Francia y avarra ocupando militarmente Pamplona en 1512 y en 1515 anexiona el reino de Navarra a la Corona de Castilla, pero en plano de igualdad, por lo que conservó sus fueros e instituciones propias, entre ellas las Cortes.
La conquista de Canarias hay que situarla en el contexto de la expansión atlántica que distintos estados europeos inician a finales del siglo XIV en su afán por abrir rutas y vías de comunicación con las Indias, circunnavegando África, para proveerse de especias, seda, esclavos o metales preciosos. La conquista de este archipiélago fue un precedente de la posterior aventura americana, Constituyendo una magnífica plataforma para las navegaciones castellanas. La fase inicial comenzó en 1402 con la llegada del normando Jean de Bethencourt a Lanzarote y la conquista de Lanzarote, Fuerteventura, y el Hierro; identificada como fase señorial, en la que también se ocupa la Gomera. Posteriormente los Reyes Católicos se implican de forma directa, colocando a las islas conquistadas durante esta etapa, Gran Canaria (1482), La Palma (1492) y Tenerife (1493), bajo su directo control señorial y político, completando así la conquista del archipiélago. La conquista fue una obra conjunta de la monarquía y de particulares. Los primeros disponen y ordenan la conquista, los comerciantes y banqueros (fundamentalmente genoveses) la financian a cambio de concesiones económicas y, por último, los conquistadores, organizan las huestes militares, someten a la población aborigen y se verán beneficiados por el reparto posterior de las tierras conquistadas. Los particulares firmaban unas capitulaciones con la Corona para efectuar la empresa en su nombre, repoblándose numerosas tierras con andaluces y extremeños. Tras una lucha desigual, se producía el derrumbamiento demográfico de los indígenas producto de nuevas enfermedades y la guerra, así como el sometimiento a la esclavitud o la servidumbre. El final de la conquista supone el fin de la cultura y las formas de vida aborigen, algunos de cuyos rasgos persistirán, produciéndose un mestizaje con los colonos con cierta rapidez. Respecto a Portugal las relaciones mejoraron tras el tratado de Alcaçovas, 1479, en el que renunciaba al archipiélago canario a cambio de mantener el dominio del Atlántico al sur de estas islas, a lo que contribuye el matrimonio de la primogénita de los Reyes Católicos, Isabel, con el infante Alfonso de Portugal, 1479. Pero unos años más tarde, cuando la expansión castellana llegó hasta América, y tras la falta de acuerdo con las Bulas Alejandrina de 1493 (como las Inter Caetera) otorgadas por el Papa, fue preciso un nuevo tratado, el de Tordesillas, 1494, que establecería las zonas de influencia de cada reino en el Atlántico a partir de una línea entre trazada entre los polos 370 leguas al oeste de las islas Cabo Verde.
Para muchos autores el reinado de los Reyes Católicos supuso el comienzo de una nueva etapa: la Edad Moderna en nuestro país. Una serie de cambios claros así lo atestiguan: fortalecimiento de la autoridad real e imposición sobre los nobles; fin de la reconquista medieval; política de unificación religiosa que acabó con la tradicional tolerancia medieval; creación de una serie de instituciones de gobierno tendentes a organizar y estructurar mejor las tareas de control del estado y descubrimiento de un nuevo continente, el americano, que cambió por completo la historia de Europa. Isabel y Fernando buscaron fortalecer el poder real y no permitieron cuestionamiento alguno de su autoridad, así Fernando se convertirá en el Gran Maestre de las grandes órdenes militares. A cambio cedieron bastante poder económico y social a los señores laicos y eclesiásticos, como en la regulación de los mayorazgos. Para conseguir todos sus objetivos, potenciaron instituciones ya existentes, a veces las modificaron y, en ocasiones, crearon otras nuevas. Un conjunto de juristas y letrados ayudaban a poner en marcha toda esta burocracia, apartando a la alta nobleza de los órganos de administración: El Consejo Real o Consejo de Castilla (1480): Órgano supremo de gobierno y tribunal superior de justicia. Hasta entonces había sido órgano consultivo exclusivamente, pero se convirtió en el más importante. En 1490 se estableció el Consejo de Aragón. Después, otros distintos se fueron creando según surgían las necesidades: Consejo de la Inquisición, Consejo de la Santa Hermandad o el Consejo de América para tratar asuntos concretos. Chancillerías y Audiencias: Para administrar justicia. Las dos chancillerías (Valladolid y Granada) con función de tribunales superiores; las audiencias (en Santiago y Sevilla) como tribunales de rango inferior. Las Cortes Castellanas: Desde 1480 Asambleas con menos poder cada vez pues apenas se convocan. La Santa Hermandad (1476): Cuerpo de vigilancia y policía rural cuya misión era reprimir la delincuencia y garantizar el orden, para acabar con los salteadores y luchas entre señores. También presentaba la posibilidad de contar con una milicia permanente, no nobiliaria. Ejército: El aumento de los ingresos de Hacienda, permitió la creación de un ejército permanente que se convirtió en un instrumento de guerra moderno y al servicio del estado. La Inquisición (1478). Única institución con jurisdicción en ambas coronas. Era un tribunal eclesiástico encargado de velar por la pureza de la religión católica, que dependía directamente de la Corona. Torquemada fue el Inquisidor general. Los virreinatos y la figura de los virreyes: Delegados reales en cada reino, con poderes ejecutivos y judiciales. Los corregidores: En los ayuntamientos, encargados de la política local, impuestos y justicia, que amplían sus poderes.
Se produjo en 1492 y fue obra de un marino genovés de pasado incierto llamado Cristóbal Colón. Pretendía llegar a las Indias por el oeste inexplorado, convencido de la esfericidad de la Tierra, pero imaginaba una distancia mucho más corta de lo que es en realidad. Terminada la guerra de Granada, los Reyes Católicos decidieron respaldar el plan de Colón a pesar de que este proyecto ya había sido rechazado por la corte de Portugal, evidenciando las intenciones expansionistas de Castilla por el Atlántico. Tras ser rechazado en una primera entrevista, Colón llega a un acuerdo con los Reyes Católicos,recogido en las Capitulaciones de Santa Fe firmadas en abril de 1492, donde se establecen las condiciones económicas para el reparto de las tierras y riquezas que se encontrasen: Colón sería nombrado virrey y gobernador de los territorios por descubrir, recibiendo la décima parte de todos los bienes obtenidos. La expedición salió del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492, con tres barcos, la nao Santa María, propiedad de Juan de la Cosa, y las carabelas la Pinta y la Niña, arrendadas a los hermanos Pinzón. Con sus 120 tripulantes hizo escala en Canarias y llegó, el 12 de octubre de1492, a Guanahani, que denominaron San Salvador, hoy Watlin, isla de las Bahamas, desde la que pasaron a la actual Cuba y la Española, regresando a la península sin conocer el verdadero resultado de su empresa. A su vuelta se reanudaron los conflictos con Portugal por la posesión de estos territorios. Colón realizó otros tres viajes más entre 1493 y 1504. En el segundo, mucho más ambicioso, con una flota mayor y más de mil hombres, descubrió las Pequeñas Antillas y las actuales Puerto Rico y Jamaica. El tercero fue puramente comercial, tomando contacto con el continente americano a la altura de la desembocadura del Orinoco, siendo depuesto de sus cargos al final del mismo. A título privado realiza un último viaje explorando las costas de América Central. A pesar de ello, murió convencido de que había llegado a las costas orientales de Asia. La Corona promovió la exploración del territorio una vez se supo que no se trataba de Cipango, Japón, ni de Catay, China, y empezó a organizar el territorio recién descubierto, llamado América en honor a Américo Vespucio, autor de uno de los primeros mapas que recogen las nuevas tierras y participante en los viajes menores que confirmaron que se trataba de otro continente. Al concluir el reinado de los Reyes Católicos los españoles ya se asomaban al Pacífico, y el oro americano empezaba a llegar masivamente a España.
En 1494 se firmó el Tratado de Tordesillas, entre España y Portugal: Una línea que iba de a S a 370 leguas de las islas Cabo Verde, estableciendo la zona de influencia entre los dos países. A partir de ese momento se inició la exploración, conquista y colonización de los nuevos territorios, que, en su inmensa mayoría se produjo durante el reinado de Carlos I. En su intento por encontrar una ruta por occidente hasta Asia, este promovió la expedición de Magallanes, que salió de Sevilla en 1519, descubrió el paso que lleva su nombre y llegó a Filipinas en donde murió. Juan Sebastián Elcano, se hizo entonces cargo de la expedición y llegó, por fin, a Sevilla en 1522. Fue la primera vuelta al mundo y la comprobación real de la esfericidad de la tierra así como de la longitud de su diámetro con lo que centraron los esfuerzos en la ruta atlántica. El proceso de conquista se efectuó en tres etapas entre los siglos XVI-XVIII. En una primera fase se sometieron las islas antillanas (1502-1519), entre las que destacan La Española y Cuba. Posteriormente se adentran en el continente y se funda la ciudad de Panamá (1519). A continuación se inician las conquistas continentales (1519-1549), que incluyen a los dos grandes imperios del Nuevo Mundo: el imperio azteca de Méjico, conquistado por Hernán Cortés entre 1519 y 1521, y el imperio inca de Perú, sometido por Pizarro y Almagro entre 1531 y 1533. A estas grandes empresas les siguieron las conquistas interiores (1550-s.XVIII) que completaron el conocimiento y ocupación del nuevo continente: Orellana y su búsqueda del mítico “El Dorado” que exploró el Amazonas; Pedro Valdivia, Chile;o Hernando de Soto, el Mississippi. Desde México se exploró el
Pacífico y se conquistan las islas Filipinas por Miguel López de Legazpi Castilla colonizó los nuevos territorios, a los que emigraron muchos colonos que provocaron un gran descenso demográfico a causa de las enfermedades de origen europeo que llevaron y la explotación a que sometieron a los indios. Se destruyeron sus formas tradicionales de vida al establecerse métodos de colonización muy controvertidos, concretamente la encomienda, el requerimiento o la mita. A pesar de la creación de las Leyes de Indias, la explotación y abuso de los indios perduró, por lo que voces defensoras de los derechos indígenas (con planteamientos muy modernos) se hicieron oír. Concretamente, los dominicos Fray Bartolomé de las Casas o Francisco de Vitoria. De cualquier manera, no podemos olvidar que se produjo en América, tras la colonización, una importante hispanización: la religión, la cultura o la lengua de la metrópoli se exportaron al Nuevo Mundo
Los asuntos americanos se llevaban desde España a través de dos instituciones. La Casa de Contratación de Sevilla, fundada por los Reyes Católicos en 1503 y cuyo cometido consistía en organizar y controlar todo el comercio y la navegación desde América
(inspección de navíos, recaudación de impuestos, elaboración de mapas…) El Consejo de Indias: creado en 1523 por Carlos I, para controlar todos los territorios y organismos americanos, incluso la Casa de Contratación, con jurisdicción sobre todos los asuntos y encargado de elaborar las Leyes de Indias, conjunto de Leyes que regulaban los derechos y deberes de los indígenas, nombrar cargos públicos para aquellas tierras y ejercer el control fiscal en asuntos económicos. Los territorios americanos se incorporaron a la Corona de Castilla pero, por su enorme lejanía y peculiaridades respecto a la metrópoli necesitaron instituciones propias:-Los virreinatos: El virrey era el representante del rey cuando éste no estaba (es decir, habitualmente) y tenía amplísimos poderes. Los virreinatos eran las circunscripciones territoriales y políticas mayores. En un principio se crearon dos: el de ueva España, con capital en Méjico (1535) y el de Perú, con capital en Lima (1544).-Las gobernaciones: demarcaciones similares a las provincias, regidas por gobernadores. Las provincias fronterizas, o donde había mayor necesidad de fuerzas militares, tenían rango de capitanías generales y estaban a cargo de un capitán general. -Corregimientos, parecidos a las gobernaciones pero de menor tamaño, dirigidas por un corregidor. -Los cabildos o ayuntamientos: con organización similar a la de los municipios castellanos. -Audiencias: Tribunales superiores de justicia. En el siglo XVI se crearon diez Audiencias,y sus límites jurisdiccionales coincidían, más o menos, con los de los nuevos países surgidos tras la independencia del s XIX.
El descubrimiento de América supuso para España una serie de consecuencias que introdujeron cambios en la mentalidad y la vida cotidiana: Castilla, reino que había integrado América, se convirtió a partir de ese momento en el motor
económico del país. De América interesaban, ante todo sus minas: las ingentes cantidades de oro y plata procedentes de las minas de Potosí o Méjico llegaron a la península y provocaron un aumento de los metales preciosos, de la circulación monetaria y, en consecuencia, una subida de los precios. Todo ello generó grandes flotas que cruzaban el Atlántico en ambas direcciones que requerían, por el peligro de la piratería, el apoyo de buques de guerra. El sector agrícola de nuestro país experimentó una revolución con la llegada de nuevos productos, como la patata (que acabó con las grandes hambrunas europeas medievales), maíz, tabaco, tomate, cacahuete, girasol o cacao, desconocidos hasta el momento y con gran demanda. Sin embargo, Castilla también se resintió: a la larga (s XVII) hubo un descenso demográfico al que contribuyeron la marcha de numerosos habitantes, conquistadores, aventureros o colonos, que emigraban al nuevo Mundo en busca de mejores condiciones de vida o de hacer fortuna. El comercio fue el sector que experimentó un aumento mayor, a causa de las actividades relacionadas con las colonias americanas: La casa de Contratación de Sevilla monopolizaba el comercio con esas tierras. Hacia América se exportaban productos manufacturados (reportando grandes beneficios a las manufacturas catalanas de tejidos, por ejemplo). Además del oro y la plata mencionados, de América llegaban especias y materias primas. El metal y la moneda abundante generaron un proceso inflacionario que afectó a toda Europa y su economía. La Corona española pudo contar con una gran cantidad de dinero disponible para costear su política imperial y afianzar su hegemonía en la Europa del s XVI pero, a medio plazo, esta disponibilidad de metales no benefició a la economía española, ya que en lugar de dedicar las ganancias americanas a la renovación de la artesanía propia, era más rentable comprar a otros países europeos las mercancías necesarias. A partir del siglo XVII la disminución de metales preciosos y la insuficiencia de las manufacturas provocaron la ruina del país.