Portada » Arte » El misterio de velazquez
Entre el realismo de la primera mitad del siglo y el barroquismo pleno de la segunda mitad. 1599-Sevilla. Pintor más importante del Barroco europeo. Al llegar a él se quebranta la tradicional división del Barroco en escuelas, ya que aunque tiene contacto con más de una, no podemos encasillarlo en ninguna.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE SU ESTILO
-Naturalismo con un marcado acento de la realidad; pero se trata de una realidad más sentida que observada. Ve el mundo como un pensador, pero sin fantasías ni idealismos.
-Tremendo sentido del equilibrio, que frenará su naturalismo, no tan barroco.
Siempre guiado por el buen gusto y la elegancia, tanto a la hora de elegir los temas como en las actitudes y los gestos. No le tienta el vértigo del movimiento, tan característico de la pintura barroca europea.
-Ambientes de relativa sencillez. Gran reposo y serenidad.
-Evolución en sus composiciones:
·desde sus primeras obras, donde se limita casi a yuxtaponer sus personajes unos junto a otros.
·hasta unas composiciones en que consigue que éstos se muevan y agrupen con naturalidad.
-En el color también hay evolución, tanto en su gama cromática como en la factura con que lo aplica: ·su paleta se irá aclarando paulatinamente, desde los tonos más oscuros, hasta los grises plateados del final. ·principio la pasta es lisa, de grosor uniforme. se van independizando, haciéndose más sueltas, la factura más fluida.
-Extremado detallismo.
-Gran variedad temática: religiosos, retratos, bodegones, paisajes, sencillas escenas de género, históricos, e incluso temas mitológicos y desnudos.
-Uno de sus grandes hallazgos fue la captación del espacio, la capacidad para crear un ambiente real que envuelva a sus figuras: la perspectiva aérea. Velázquez supo darse cuenta pronto de que la luz no sólo sirve para iluminar los objetos dándoles sensación de volumen, sino que también le permite ver el aire interpuesto entre ellos, haciéndoles perder la precisión de sus contornos (“pinta el aire”).
-EL AGUADOR DE SEVILLA:
tema costumbrista, funde escena de género con bodegón. Alegoría de las tres edades del hombre.
-VIEJA FRIENDO HUEVOS
-EL TRIUNFO DE BACO: temática mitológica. No idealismo. Interés hacia los objetos de uso cotidiano.
-LA FRAGUA DE VULCANO: idealización de las anatomías y el tratamiento de la luz suponen un profundo giro en su evolución estilística. Momento de gran tensión y dramatismo, aunque lo trata sin atisbos de ironía. El dios Apolo comunica a Vulcano la infidelidad de Venus, su esposa, ante la atónita mirada de los cíclopes, que interrumpen su labor. Momento sorpresa. El tema del deshonor es frecuente en el teatro de nuestro Siglo de Oro, pero aquí Velázquez evita lo escabroso, tratando el tema con discreción y elegancia. La composición se organiza de derecha a izquierda. El tema le sirve de pretexto para exaltar el desnudo masculino.
·abandono definitivo del tenebrismo
·conquista espacial. la distribución escalonada de las figuras.
-LA RENDICIÓN DE BREDA, cuadro histórico realizado entre 1634 y 1635. se inspiró en la comedia de Calderón titulada “El sitio de Breda”. La composición se organiza pensando en la contraposición de dos grupos: el holandés a la izquierda y a la derecha, el grupo español. Plasma Velázquez la hidalguía ética del vencedor, evitando la humillación del vencido. Los tonos plateados contribuyen a hacer más luminosos los fondos. La perspectiva aérea está claramente lograda.
-CRISTO CRUCIFICADO: es quizás la más noble y suprema interpretación que nunca se haya hecho de este tema. Es un Cristo de serena y mística dulzura, muy lejos de los Cristos barrocos rodeados de atroces dolores y solicitando la compasión o el arrepentimiento.
-RETRATO ECUESTRE DEL PRÍNCIPE BALTASAR CARLOS: Forma parte de una serie de retratos ecuestres para el Salón de Reinos del Buen Retiro, en los que Velázquez se muestra como gran retratista y magnífico caballista.
-DON GASPAR DE GUZMÁN, CONDE-DUQUE DE OLIVARES, A CABALLO, 1633, que representa al primer ministro de Felipe IV como general, en actitud triunfal y mirada vencedora, con el caballo en corveta como en todas las representaciones regias.
-EL NIÑO DE VALLECAS: pertenece a la serie de bufones, que va a constituir uno de los capítulos más singulares de su producción. Los presentará con fidelidad, en un sincero estudio al natural, pero sabiendo captar lo que de humano y cálido se escondía bajo aquellos personajes. No hay la más mínima burla o sátira, ya que son tratados con un tremendo respeto y dignidad.
-PAISAJE DE LA VILLA MÉDICI: El paisaje es un tema que anteriormente había tratado como fondo de sus cuadros, pero que ahora lo convierte en protagonista. Aportan novedades revolucionarias para su época:
·son pintados al aire libre, al natural, cuando lo normal era tomar apuntes, y luego transformarlo y terminarlo en el taller
·usa la pincelada con absoluta libertad, sin buscar las formas precisas ni las líneas concretas, sino la “impresión” de realidad que producen las cosas al contemplarlas.
-LA VENUS DEL ESPEJO: de los más hermosos desnudos femeninos de la pintura universal, y de los pocos que hay en la pintura española. Era la primera vez que Velázquez lo retrataba, aunque no la única. Une belleza, sensualidad, refinamiento y elegancia. La presencia del espejo acentúa la profundidad de la escena, y permite esa doble presencia del personaje, muy del gusto barroco. Dada la posición del espejo, Venus no se puede contemplar en él, sino que, en rigor, mira al espectador, elemento básico en la estética del cuadro barroco. El color es otro acierto del pintor.
-LAS HILANDERAS: funde mito y realidad. es un asunto mitológico: la contienda de Palas Atenea y Aracne (esta última pregonaba ser mejor tejedora que Palas), que ocupa el fondo del cuadro, mientras que en primer término aparece un taller de hilados, fundiendo ambos espacios, a modo de teatro, como si lo del fondo fuera un escenario. El gran protagonista del cuadro es la luz, que ilumina tenuemente el primer plano, y con mayor intensidad el fondo, en un sabio escalonamiento. Todo se supedita a la luz, tanto la línea como el color. Supone el pleno dominio de la plasmación atmosférica.
-LAS MENINAS, 1656. Constituye un compendio de pintura: luz, espacio, ambiente, retratos, vida cortesana… Cuadro de familia en torno a la infanta Margarita y las personas de su corte. En primer término, a la derecha, se encuentran los enanos Nicolás de Pertusato y Maribárbola, y un perro; en el centro, la infanta entre las dos meninas, Agustina Sarmiento, que le ofrece agua, e Isabel de Velasco; detrás, en la penumbra, la pareja formada por doña Marcela de Ulloa (encargada del servicio de las damas de la reina) y el guardadamas, don Diego Ruíz de Azcona; al fondo, fuertemente iluminado, el aposentador José Nieto Velázquez; en la pared, un espejo en el que se reflejan los reyes Felipe IV y doña Mariana de Austria; y a la derecha, Diego Velázquez, pintando y mirando al espectador. La sensación de profundidad espacial queda asegurada con el escalonamiento de las figuras, dispuestas en distintos planos a lo largo de la estancia, y se acentúa con la puerta abierta al fondo, recurso frecuente en la pintura flamenca de interiores.
Las ventanas abiertas, cerradas, o entreabiertas suponen una gradación lumínica, lo que junto con la disgregación creciente de la pincelada a medida que pinta los personajes del fondo, contribuye al efecto de la perspectiva aérea, técnicamente conseguida en esta obra maestra.
Da la sensación de que el espectador está en el cuadro.