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TEMA 12. El arranque de la modernidad poética: de Baudelaire al Modernismo.
A finales del siglo XIX asistimos a un proceso de transición desde una historia europeísta hacia un nuevo orden mundial; proceso que desembocará, finalmente, en la Primera Guerra Mundial.
Este conflicto bélico resultó ser especialmente traumático, ya que, por primera vez, se vive una guerra global en la que participan los países más poderosos del momento, que luchan, además, por la victoria total.
Los valores que habían aportado seguridad al hombre europeo (el positivismo, el progreso, el pragmatismo, el materialismo) fracasan estrepitosamente. Se sufre, en consecuencia, el llamado “mal del siglo”: se extiende por la sociedad el convencimiento de que la realidad es incognoscible, de que existen hechos que escapan de la percepción sensorial, de que la razón no lo puede todo, de que Dios y la religión se difuminan como en una nebulosa… La población se ve sumergida en una sensación generalizada de pesimismo, de hastío vital, y, como es fácilmente deducible, este sentimiento de fracaso afectará de manera especial a una pequeña potencia insuficientemente desarrollada, como España, que se ve de pronto en el centro del conflicto mundial por su posesión de las colonias de Ultramar, territorios ambicionados por EEUU y que acabará por perder definitivamente en el “desastre” del 98.
A principios del siglo XX, la concepción de la Literatura da un giro radical hacia una nueva sensibilidad artística, que defiende el arte por el arte y la renovación de una forma de escribir caduca, lo que no es sino un síntoma de ruptura definitiva con la sociedad decimonónica. El modernista, desde la peculiaridad de su atuendo, hasta su frecuente radicalismo político, manifestaba no sólo su deseo de provocar, sino también su oposición al asfixiante conformismo; el artista bohemio se sentía al margen de la sociedad, rebelde ante ella, y protestaba contra el orden burgués. En este sentido, existe un evidente paralelismo entre el Modernismo y la rebelión romántica frente a la sociedad posterior a la primera revolución industrial.
1.
En España, los escritores de fin de siglo defienden el mito de una Castilla antimercantil, austera y espiritual, en la que ven la esencia de España.
3. Se extiende una sensación general de hastío vital (spleen), que choca con los ideales racionalistas propios de la sociedad burguesa. Es característico en los textos de los jóvenes escritores el enfrentamiento entre intelectualismo y vitalismo, de forma que, siguiendo a Schopenhauer, se defiende que el pensamiento y la reflexión conducen al dolor.
4. Es muy frecuente en la literatura modernista la aparición del erotismo, a veces conviviendo con el decadentismo y el malditismo.
6. La insatisfacción con el mundo es la causa de la angustia existencial que lleva a estos escritores a buscar lo trascendente más allá de las apariencias, búsqueda que se manifiesta en un espiritualismo exacerbado, en la identificación de Dios con la naturaleza (panteísmo)
, en el interés por los fenómenos inconscientes y en la afición por doctrinas esotéricas.
7. Ese anhelo de trascendencia conduce a una nueva Estética en la que se exalta la Belleza como el ideal supremo: el esteticismo es un culto casi religioso a la Belleza.
En las letras hispánicas, el Modernismo literario tiene su cuna en Hispanoamérica, donde se había iniciado una renovación estética en dos direcciones: renuncia a la retórica del Romanticismo hispanoamericano con la búsqueda de una nueva expresión que se halla en la literatura europea contemporánea, especialmente francesa, y, como reacción espiritual frente al materialismo y deshumanización del mundo, recuperación del trascendentalismo romántico europeo, que en la literatura castellana se había desarrollado con menos intensidad. El florecimiento de la literatura modernista hispanoamericana vendrá de la mano de escritores de la talla de Rubén Darío y José Martí, entre otros muchos.
Importantísima es también la influencia de la literatura francesa en el arranque de la modernidad poética, en concreto de tres movimientos:
toma su nombre de la publicación en 1866 de una antología de jóvenes poetas franceses con el título de «Parnasse contemporain» y se desarrolla entre 1861 y 1876. Sus principales representantes son Banville y Ménard Coppée, que se agrupan en torno a la figura del poeta
Los parnasianos defienden el ideal del «arte por el arte»: frente al creciente utilitarismo, el arte y la belleza están por encima del bien y del mal y son el único consuelo de la vida. El Parnasianismo influye en el Modernismo por su anhelo de perfección formal, por su afición al detalle y por el gusto por la mitología griega, el exotismo oriental, las civilizaciones antiguas.
aparece, en sentido estricto, a mediados de los años 80. El punto de partida del movimiento es el manifiesto de Jean Moréas en 1886. Destacan los poetas Verlaine, Rimbaud, Baudelaire y Mallarmé.
Para los simbolistas, la poesía se convierte en un instrumento de conocimiento que intenta ascender a una realidad suprarracional. Lo inefable sólo puede evocarse a través del símbolo y el ritmo musical de los versos, como explica Valle-Inclán en “La lámpara maravillosa”. Característicamente simbolistas son la afición por la alusión, el gusto por apuntar sensaciones de color, el empleo de sinestesias y, sobre todo, la búsqueda de la musicalidad.
el término tiene su origen en el verso de Verlaine «yo soy el imperio al fin de la decadencia». Se trata de una corriente que surge del simbolismo, pero que se caracteriza por el refinamiento y la melancolía; se busca la evasión de la realidad a través del exotismo y se admira la fase de decadencia de las antiguas culturas, como Alejandría. El decadentismo, como corriente estética, es más bien efímero, pues puede considerarse finalizado hacia 1890. Destacan los poetas italianos D´Annunzio y Pascoli;
En Gran Bretaña sobresale la figura de Oscar Wilde.
Estos movimientos literarios que fecundan el Modernismo tienen, en realidad, su origen en la corriente de los poetas malditos, quienes intentan superar el Romanticismo grandilocuente y caduco del siglo XIX. A la cabeza de ellos, encontramos a Verlaine, quien publicó en 1888 «Los poetas malditos». En EEUU hay que mencionar a Edgar Allan Poe y aWalt Whitman, con sus «Hojas de hierba«
La renovación del lenguaje poético se percibe en el intento de sugerir las sensaciones que otras artes consiguen mediante la luz, el color o la música, a través de aliteraciones, adjetivos ornamentales, imágenes sugerentes, símbolos, atrevidas sinestesias, vocablos exóticos, cultismos, neologismos, profusión de palabras esdrújulas.
..El ansia de renovación y el deseo de musicalidad conducen a una gran variedad métrica. Por influencia de los simbolistas franceses, se emplean los alejandrinos y los versos libres; en su anhelo de novedades rítmicas, los modernistas imitan la métrica clásica, si bien no rechazan el uso de esquemas métricos tradicionales (sonetos, coplas, seguidillas, romances, silvas, serventesios…).
Baudelaire (1821-1867) es, sin duda, el poeta más importante de este periodo, a pesar de que en su momento fue un incomprendido, pues rompió con todas las convenciones establecidas. Entre los elementos de su biografía que determinaron su obra destaca su formación católica y sus viajes a lugares exóticos.
Su aportación fundamental fue la publicación de Las flores del mal de 1857.
El poemario, dividido en 6 partes según los temas tratados, supone el arranque de la modernidad poética en más de un sentido.
1.Las flores del mal supone una celebración de la belleza del mal, un acercamiento al satanismo que escandalizó a la sociedad de su momento.
3. Para el poeta la base del conocimiento son los sentidos y el espíritu frente a la razón, de ahí la importancia de la sinestesia.
4. Un concepto central en la poesía de Baudelaire es el de la correspondencia o concepción del mundo como dualidad de fuerzas materiales y espirituales.
De su vida (1844-1896) cabe destacar la intensa relación amorosa que vivió con el joven Rimbaud, a pesar de estar casado; relación que incluso lo haría pasar un tiempo en la cárcel.
Además de poesía, escribió interesantes obras en prosa de carácter crítico y autobiográfico.
4. Entre sus principales obras se da una gran variación temática:Romanzas sin palabras refleja su relación con Rimbaud, Sabiduría es una colección de poesía religiosa, Amor contiene elegías dedicadas a su hijo adoptivo.
5. Los poetas simbolistas y parnasianos lo reconocían como maestro y hoy es considerado por la crítica como el padre del Modernismo.
Vivió una vida turbulenta (1854-1891) que influyó en el discurrir de su trayectoria poética, muy vinculada a la de su mentor Verlaine, con el que mantuvo una tormentosa relación amorosa que marcaría a ambos. Después de una juventud de dedicación al arte, Rimbaud pasó sus últimos años en África sin escribir.
2. Busca nuevas formas de conocimiento a través de la exploración del subconsciente. En este sentido, es el precursor del surrealismo.
4. Las obras más importantes de Rimbaud son el poema El barco ebrio, que escribió siendo muy joven; Una temporada en el infierno, en que refleja una época muy dura de su vida; Iluminaciones, recopilado por Verlaine.
Existe una película inspirada en su relación amorosa con Verlaine: «Eclipse de una pasión»
Mallarmé (1842-1898), a pesar de la brevedad de su obra, ha sido un modelo para los poetas modernos.
2. El predominio es de los sentidos: por una parte, busca la musicalidad; por otra, los colores son tan importantes como los conceptos.
TEMA 15. TEATRO DE EVASIÓN Y TEATRO DE COMPROMISO.
El nuevo público que acude al teatro a finales del siglo XIX pretende ver en el espectáculo teatral un refuerzo de los planteamientos que justifican su modo de vida, aunque en ocasiones nos encontramos con autores que no dudan en cuestionar los pilares de la sociedad burguesa. Se puede afirman que conviven dos tendencias en el teatro de la segunda mitad del siglo XIX:
Es una fórmula destinada al gran público burgués, presentado por grandes compañías que pretenden complacer las exigencias del espectador y contentar a los empresarios. Ofrecen comedias y dramas que reflejan conflictos sucedidos en el seno de la clase media-alta, pero sin ofrecer una visión excesivamente crítica. Su función es, principalmente, procurar entretenimiento. En España, destaca Jacinto Benavente.
Que se entiende como una descripción fidedigna de la realidad, sin omitir los aspectos más desagradables.
es un modelo para los dramaturgos posteriores por su capacidad de profundizar en la psicología de los personajes y por su implicación con las realidades sociales de su tiempo. Su teatro marcó de forma decisiva la obra de autores contemporáneos como August Strindberg o Anton Chéjov. En su trayectoria pueden distinguirse tres etapas:
– En una primera etapa no hay aún ruptura total con el Romanticismo, pues se dedica al drama histórico:Peer Gynt y Brand.
-Posteriormente entra de lleno en el realismo crítico, con obras que reflejan los problemas a los que se enfrenta la sociedad del momento, como Casa de muñecas, sobre la liberación de la mujer, y Un enemigo del pueblo, que refleja el conflicto de un hombre íntegro frente a la sociedad que lo quiere acallar.
-Finalmente, el teatro de Ibsen avanza hacia el simbolismo con obras como Hedda Glaber o La dama del mar.
se le considera como el precursor del teatro de la crueldad y del absurdo. Su vida y su arte están estrechamente vinculados, tal y como prueban sus obras El hijo de la criada, en la que narra su desgraciada infancia a cargo de un padre autoritario y de una madre que había sido su criada, o Infierno, donde describe su etapa de incapacitación debido a problemas mentales. En su trayectoria se distingue un periodo naturalista, como reacción a los excesos del Romanticismo, y otra más compleja en la que abandona las unidades de tiempo, lugar y acción, y presenta a personajes grotescos, empleando complejos efectos escénicos. Entre sus obras, destacan El padre, La señorita Julia y La más fuerte.
se le considera como el impulsor del nuevo teatro ruso. A su éxito como dramaturgo contribuyeron su esposa, la actriz Olga Knipper, y la compañía de Stanislasvki, el Teatro del Arte de Moscú, que supo dar a la interpretación la naturalidad que le hacía falta. Desde el punto de vista de la técnica teatral, Chéjov desarrolló la denominada acción indirecta, que consiste en primar lo que ocurre fuera de escena con el fin de potenciar la imaginación del espectador. Entre sus obras teatrales destacan La gaviota, Tío Vania, Las tres hermanas, El jardín de los cerezos
.
su vida fue un constante enfrentamiento con la moral puritana de la sociedad de su época. Esa misma sociedad lo llevó de ser el centro de los círculos sociales más selectos de Londres mientras estuvo casado, a la cárcel y al ostracismo más absoluto por su homosexualidad, todo un viaje a los infiernos que él mismo narraría en De profundi.En su obra hay que destacar el drama bíblicoSalomé, cuya representación fue prohibida, y comedias burguesas como El abanico de lady Windermere o La importancia de llamarse Ernesto
.
En el siglo XX se produce una profunda transformación en el concepto teatral, dentro de un contexto de desencanto ante el transcurrir de los acontecimientos históricos y de renovación artística debido al empuje de las vanguardias. Algunos factores que contribuyeron a este cambio fueron la influencia del cine, los avances técnicos (que abren mayores posibilidades a la escenografía y luminotecnia) y la relevancia que alcanza el director, quien imprime su propia concepción dramática.
André Antoine, director de la sala Théâtre Libre de París, crea el concepto de “cuarta pared” por el que los actores se desenvuelven en escena de forma natural, como si no hubiera público, al que pueden incluso dar la espalda. Por su parte, Stanislavskypropone un método que conjuga lo físico, lo emocional y lo intelectual para conseguir que el actor se identifique con su personaje.
Entre las tendencias teatrales en el siglo XX debemos destacar:
– La renovación dramática realizada por Alfred Jarry (Ubú rey, obra precursora del teatro surrealista y del absurdo) y Antonin Artaud (teatro de la crueldad).
– El teatro más tradicional de Bernard Shaw y Giraudoux.
– El teatro expresionista de Kaiser y Ernst Toller.
– El teatro del absurdo.
– El teatro épico y de compromiso.
Surge en Francia alrededor de 1950. Está relacionado con el Existencialismo, movimiento que surge a raíz de las convulsas circunstancias históricas y vitales que sufre el ser humano en la primera mitad del siglo XX. El sinsentido de la condición humana se refleja a través de argumentos sin significado, diálogos repetitivos, la incoherencia, lo ilógico y el disparate. En cuanto a la estructura y el estilo, se emplea la caricaturización, la hipérbole, las imágenes oníricas y la concentración de acontecimientos en obras de un solo acto.
1.1.Pirandello: es el precursor del teatro del absurdo. Escribe Seis personajes en busca de autor, donde presenta a seis personajes que exponen al director y a sus actores la historia real de sus propias existencias. Pirandello pretende que el espectador no tome a estos personajes como seres de teatro: se reflexiona así sobre el propio teatro y su artificio.
1.2. Ionesco: es uno de los creadores del teatro del absurdo. Dentro de sus obras destacan La cantante calva, obra en la que no aparece ninguna cantante, sino dos matrimonios y un bombero cuya charla estúpida acaba en un delirio de gritos sin sentido. La lección (un profesor, para explicar el término cuchillo, mata con él a su alumna). Las sillas: refleja la soledad y la incomunicación, dos ancianos hablan con seres imaginarios en una reunión, pero el escenario sólo se va llenando de sillas vacías. El rinoceronte, en esta obra los habitantes de una ciudad se convierten en rinocerontes.
critica a la sociedad en la que vive y muestra su pesimismo sobre el ser humano. Plantea temas como como la imposibilidad de comunicación entre los hombres, la soledad o el sentido de la vida. Escribe Esperando a Godot, obra en la que el autor anula el escenario (un lugar extraño donde solo hay un árbol), anula también la acción y la identidad de los protagonistas (cada cual podría ser el otro sin que nada cambiase). La obra presenta la angustiosa situación de dos personajes que esperan a alguien que nunca llega. Final de partida, con personajes lisiados y metidos en cubos de basura. Días felices, donde un personaje se va hundiendo lentamente en un montículo de tierra. Breath, con la que el autor alcanza la absoluta simplicidad dramática: una obra sin actores, ambientada en un descampado lleno de basuras donde se oye el llanto de un niño recién nacido.
1.4. Genet: escribió Las criadas, donde dos sirvientas juegan a ser señora y criada para liberarse. Compone El balcón, obra que transcurre en un burdel al que acuden clientes que pueden disfrazarse de diversos personajes. Al final de la obra, la encargada del burdel dice a los espectadores que se vayan a casa, donde todo será más falso que en el propio burdel.
Su oposición al nazismo y su vinculación con el marxismo lo llevó a estar exiliado desde 1933 hasta 1948, año en el que se estableció definitivamente en el Berlín oriental, donde formaría el Berliner Ensamble.
Brecht hace un teatro didáctico y político con el que intenta concienciarnos de la necesidad de transformar la sociedad. El compromiso sociopolítico y las innovaciones dramáticascaracterizan su “teatro épico”.
En este teatro épico se busca que el espectador presencie con cierta “distancia” lo que ocurre en escena para que pueda juzgar críticamente. Para conseguir este distanciamiento:
1. Utiliza personajes narradores que anuncian lo que va a suceder para que nadie esté pendiente del desenlace.
2. Mezcla farsa y drama, el lenguaje coloquial con el retórico.
3.
Rompe la tensión con canciones.
4.
Exagera la teatralidad de los actores, para que se note que están actuando.
5. Crea una escenografía antirrealista utilizando máscaras y dejando la tramoya a la vista.
Brecht denuncia la guerra, la explotación, la represión…
No le gustan los héroes, sino las criaturas contradictorias de las que nos ofrece su lado más débil y humano.
Entre sus obras destacan:
a)
Madre coraje y sus hijos, sobre una mujer que pierde a sus hijos en la guerra.
b)
Galileo Galilei, donde reflexiona sobre el compromiso de los intelectuales con la sociedad.
c)
El círculo de tiza caucasiano, en la obra se celebra un juicio para determinar quién es la madre de un niño a través de la prueba del círculo de tiza.
d)
.
El teatro norteamericano posterior a la Segunda Guerra Mundial se centra en cuestiones sociales. La influencxia mutua del cine y del teatro es cada vez mayor.
destaca su obraMuerte de un viajante (una crítica al sueño americano en la figura de un viajante cuya frustración le conduce le suicidio). Escribe Las brujas de Salem, en la que ataca la “caza de brujas” del senador McCarthy.
escribe El zoo de cristal, donde aparecen personajes débiles y frustrados con problemas sociales, sexuales y mentales que se van a repetir en el resto de sus obras.
Un tranvía llamado deseo, que trata el tema de la insatisfacción femenina.
La gata sobre el tejado de zinc caliente, donde aparecen temas como la homosexualidad, el alcoholismo o la ambición.
Finalmente, podemos mencionar el teatro de los “jóvenes airados” ingleses de la segunda mitad del siglo XX, que se caracterizan por su inconformismo y su protesta contra la sociedad del momento. A este grupo pertencen Osborne y Harold Pinter.
TEMA 11. El renacimiento del cuento.
El cuento es uno de los géneros narrativos más antiguos, pues nace como literatura popular de transmisión oral. Actualmente, la palabra «cuento» se emplea para designar a dos tipos diferentes de narración, que tienen en común su brevedad:
Un cuento tradicional es una narración breve de hechos imaginarios y poco verosímiles, protagonizada por un grupo reducido de personajes folclóricos (hadas, duendes, elfos, gigantes, brujas, etc) y con un argumento sencillo. Su finalidad es provocar en el lector una única respuesta emocional.
Del cuento literario se conoce una sola versión escrita, que es la fijada por su autor. Edgar Allan Poe explicó que las tres características básicas de un buen cuento son la intensidad, la brevedad y el efecto único. También Horacio Quiroga (Manual del perfecto cuentista) o Julio Cortázar reflexionaron sobre los rasgos básicos del género.
Los cuentos más antiguos aparecen en Egipto en torno al año 2000 a.C. A pesar de que los autores griegos y romanos también escriben cuentos (Esopo, Ovidio y Apuleyo) , los principales focos de las historias que, durante la Edad Media, se difundieron por toda Europa fueron Oriente medio, conLas mil y una noches, o la India; en España, se tradujo a lengua romance el Panchatantra bajo el título de Calila e Dimna.
Cuentistas europeos destacados fueron Don Juan Manuel, con El Conde Lucanor; Bocaccio, con El Decamerón y Geoffrey Chaucer, con Cuentos de Canterbury.
En los siglos XVI y XVII, la escritura de cuentos se ve eclipsada por la irrupción en el panorama literario de las novelas, el teatro y, ya en el siglo XVIII, del ensayo.
. El interés de los autores románticos por la literatura oral y popular, unido a su tendencia a la evasión de la realidad y a su defensa del nacionalismo, les empuja a descubrir en los cuentos tradicionales el «espíritu del pueblo». En Alemania, los hermanos Grimm comienzan a recopilar las narraciones populares de transmisión oral de su entorno, y publican los Cuentos para la infancia y para el hogar, entre los que se incluyen Blancanieves, La bella Durmiente, Hansel y Gretel, Juan sin miedo, que tuvieron que «dulcificar» al recibir críticas por su excesiva crudeza; el danés Andersen escribe cuentos para niños comoEl patito feo, El traje nuevo del emperador, La reina de las nieves, El soldadito de plomo o La sirenita; el francés Charles Perrault había redactado, a finales del XVII, los Cuentos de mamá gansa, que incluye famosos relatos, como Caperucita Roja, La Cenicienta, El gato con botas o Pulgarcito. El italiano Collodi publica «Pinocho» en el siglo XIX.
En el siglo XIX también se da su configuración definitiva al conocido como «cuento literario», y, en este proceso, tenemos que destacar la contribución imprescindible de Edgar Allan Poe.
Edgar Allan Poe fue un escritor estadounidense de la primera mitad del siglo XIX, que se vincula al Romanticismo, si bien su nueva forma de entender la ficción y la poesía hace que supere este movimiento, siendo considerado después como un precursor del Simbolismo y del Surrealismo.
El Romanticismo es un movimiento ideológico y cultural del siglo XIX caracterizado por la libertad artística. La Revolución Francesa (1789), liderada por la burguesía, sienta las bases de la caída del Antiguo Régimen; el liberalismo se convertirá en la gran doctrina del siglo XIX, que defenderá la iniciativa privada, la primacía de la razón y la ampliación el número de personas con derecho a voto. Aparece también una exaltación de los valores nacionales durante el Romanticismo. Así, la Guerra anglo-estadounidense de 1812, en la que los Estados Unidos intentan conquistar las colonias canadienses del Reino Unido, significa el nacimiento del espíritu de unidad nacional.
El Romanticismo se caracteriza también por aspectos como la libertad artística, el rechazo de toda norma, la rebeldía, la evasión, el subjetivismo, la presencia de lo sobrenatural, del misterio …
Estados Unidos recoge la influencia cultural europea, si bien es verdad que la literatura estadounidense tiene su propio sello. Poe será quien abra paso a una generación de autores estadounidenses que llevan su experiencia vital a la literatura. Entre ellos podemos destacar a los novelistas Hawthorne con La letra escarlata;
Melville con Moby Dick;
Mark Twain, con Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn;
Henry James, con Otra vuelta de tuerca. En la poesía norteamericana sobresale Walt Whitmancon Hojas de hierba.
Dentro de los relatos cortos misteriosos de sesgo romántico, donde destacó Poe, destaca también el alemán Hoffmann, con cuentos como “El hombre de la arena”.
Poeta, narrador, periodista y ensayista estadounidense nacido en Boston el 19 de enero de 1809 y fallecido en Baltimore en 1849. Máximo exponente del Romanticismo norteamericano, dejó una espléndida producción creativa y una lúcida obra teórica que anticipan, con asombrosa precocidad, algunos de los grandes movimientos y corrientes de las Letras Universales, como la asimilación del Simbolismo en el discurso poético, o el auge de la novela negra y los géneros de misterio y terror en la prosa de ficción.
A pesar de estas intuiciones geniales y de la indiscutible calidad de sus escritos en verso y en prosa, la obra de Edgar Allan Poe no fue bien entendida por sus compatriotas hasta que, muchos años después de su trágica desaparición, algunos de los grandes escritores simbolistas europeos (con los franceses Baudelaire, Mallarmé y Valéry a la cabeza) reivindicaron sus aciertos;
Ya en el siglo XX, los estudios que le dedicaron otros poetas y críticos (como T. S. Eliot y Allen Tate), sumados al interés que despertó su figura y su obra entre los psicoanalistas seguidores de Freud (entre ellos, la propia discípula del maestro vienés, Marie Bonaparte, o el célebre psiquiatra francés Jacques Lacan), contribuyeron definitivamente a elevar a Edgar Allan Poe a la categoría de arquetipo universal del escritor romántico atormentado y sombrío, precursor de la figura decadente del poeta maldito que habría de abundar en Europa a finales del siglo XIX y comienzos de la siguiente centuria.
Su única novela extensa lleva por título The Narrative of Arthur Gordon Pym(1838). Se trata de la relación de un viaje marítimo en busca del Polo Sur, argumento que no era sino un pretexto para que Poe pusiera en práctica una de sus más célebres consideraciones teóricas acerca del hecho literario: la de la gratuidad del arte o, dicho de otro modo, la de la escritura como artificio que crea un espacio en el que la literatura no es un medio, sino un fin en sí misma.
Pero, dentro de la producción literaria de Edgar Allan Poe, que incluye famosos poemas como «El cuervo«, destacan sus cuentos, en los cuales convierte a personajes, espacios y situaciones en signos de un nuevo lenguaje de misterio y horror, que bucea en los aspectos más oscuros del alma humana. En el volumen titulado «Cuentos de lo grotesco» (1840) aparecieron algunos de los cuentos más célebres del escritor de Boston, quien se encargó, unos años después, de ofrecer una relación personal de los relatos que él consideraba mejores: entre sus cuentos de terror habría que destacar los titulados «Ligeia», «El corazón delator», «El gato negro» y «La caída de la casa Usher«.
Destacamos, asimismo, un segundo apartado de cuentos policiales, protagonizados por Auguste Dupin, el investigador-artista considerado actualmente como el primer gran detective de la moderna novela policíaca: «Los crímenes de la Calle Morgue», «La carta robada» y «El misterio de María Roget» .
Cuentos muy famosos son «El pozo y el péndulo» y el «Escarabajo de oro«.
Nació el 29 de enero de 1860 en la ciudad rusa de Taganrog, a orillas del mar de Azov, y murió el 15 de julio de 1904, en Alemania. Su padre tenía una tienda de comestibles, pero una desacertada administración lo llevó a la ruina. En 1876, huyendo de los acreedores, se instaló con su familia en Moscú. En Taganrog quedó únicamente Antón, el cuarto de seis hermanos. Mientras terminaba el bachillerato, malvendía los restos del patrimonio para que la familia pudiera sobrevivir en Moscú. En 1879 se reúne con su familia en Moscú para ingresar en la facultad de Medicina. Esta época de estudiante coincide con unos años de gran agitación política, y consiguiente represión, en respuesta al asesinato del zar Alejandro II en 1881. Desde ese momento hasta el final de sus vidas, Chéjov tendría que mantener a su familia.
Durante sus estudios colaboró en revistas de humor, a las que suministraba chascarrillos, crónicas de sucesos, reseñas teatrales, cuentos, incluso novelas de terror. Parte de estos relatos se integraron en su primer libro «Cuentos de Melpómene», «Relatos variopintos«.
Los personajes que pueblan estos cuentos son generalmente los humillados que tanto pululan por las páginas de los clásicos rusos, si bien Chéjov se muestra implacable con ellos: todos los escribanos, camareros, pequeños funcionarios, sin ningún sentido de la dignidad, se humillan hasta que se les presenta la oportunidad de convertirse en déspotas y tiranos
La realidad que refleja el autor es más falsa que cualquier ficción, pues a su vez falsea las relaciones humanas («El gordo y el flaco», «La muerte de un funcionario«).
Al terminar los estudios, Chéjov ejerce la Medicina en diversos hospitales de la provincia de Moscú, pero siguió escribiendo y mejorando su técnica («Saber escribir es saber tachar«). En 1886 recibió una carta de Dimitri Grigoróvich que le decidió a dedicar su vida a la Literatura. Así crea «La estepa«, publicada en 1888 en una revista literaria. Se trata de un «cuento largo» que no cumplió las expectativas. Con él, Chéjov inicia la exaltación del cuento, género que elevará a la categoría de la gran literatura.
Los relatos más notables de Chéjov fueron escritos en la década de los 90. Ahí aparecen hombres de voluntad vencida que protagonizan episodios igualmente malogrados, hombres que advierten que han fracasado, que han envejecido
. Uno de estos personajes, símbolo de otros muchos, es el viejo profesor de «Una historia tediosa«, cuya publicación sirvió a parte de la crítica para acusarle de indiferencia política.
En la primavera de 1890 emprende un viaje a la isla de Sajalín, en el océano Pacífico. El escritor ya estaba aquejado de tisis. Cuando en 1892 apareció «La sala nº6«, los lectores vieron en el relato una representación a escala de la vida en Rusia. Por otro lado, su viaje dio lugar a las crónicas tituladas «La isla de Sjalín«. Se refuerza su antitolstoyanismo: «El sentido práctico y la justicia me dicen que en la electricidad y el vapor hay más amor hacia el hombre que en la castidad y en la abstinencia«.
En 1892 adquirió una tanquila villa al sur de Moscú. Allí desarrolló una gran actividad cultural, prestó ayuda médica gratuita, edificó escuelas y creó bibliotecas. Sus relatos de este periodo (su época cumbre) tienen como protagonistas a hombres de notables aspiraciones que van corrompiéndose debido al ambiente provinciano en el que están sumergidos hasta degradarse totalmente. Para Chéjov el hombre sólo puede comprar su felicidad mediante la pérdida de la inocencia, con la degradación intelectual y moral. Destacan los cuentos «La casa con mansarda», «El hombre enfundado», «La grosella espina«. En 1899 publica una de sus obras maestras, «La dama del perrito«.
También escribió obras teatrales que intentaron renovar el teatro europeo. Se inicia con «Ivanov», cuyo estreno será un fracaso, pero, reescrita, conocerá el triunfo dos años después; algunos relatos se transforman en piezas teatrales, como «El oso», «El camaleón». Destacan «El jardín de los cerezos», «Tío Vania«.
3
Intuyó lo que se ha definido como el cuento arquetípico, que sigue la forma musical de la sonata: planteamiento de un tema, desarrollo y nudo de la acción, y desenlace (a menudo con final sorprendente e inesperado).
Discípulo de Flaubert y frecuentador de los círculos cercanos a Zola, Maupassant es uno de los grandes narradores del Naturalismo francés. Compartía con estos escritores su pesimismo sobre la vida y sobre las relaciones humanas (especialmente, entre ambos sexos); el hombre es, a su parecer, «una bestia escasamente superior a las demás».
Negaba la Providencia divina (Dios es, en sus palabras, «ignorante de todo lo que hace»), y consideraba el universo como un desencadenamiento de fuerzas ciegas y desconocidas. En consonancia con estas ideas, la obra de Maupassant se caracteriza por sus variaciones sobre el tema de la crueldad humana, tema que presenta con gran realismo y con un estilo sencillo.
El éxito obtenido con sus primeras obras le permitió no sólo vivir de la pluma, sino también poder realizar sus sueños: el lujo, la inagotable actividad amatoria, los largos y solitarios viajes por mar en su yate y el ingreso en la buena sociedad de Cannes y de París, donde ganó fama de seductor inveterado.
En sus relatos, Maupassant trató fundamentalmente los siguientes temas:
–
Su primer cuento importante, ambientado en la guerra francoprusiana de 1870, en la que había participado en su juventud, es Bola de sebo (1880), donde presenta el sacrificio de una prostituta juzgada hipócritamente por los mismos burgueses a quienes ha salvado con su conducta. A éste seguirán otros cuentos sobre el mismo tema, entre los que destaca Mademoiselle Fifi. En ellos, el autor acentúa ingredientes como la locura, el sexo y la violencia, dentro de su visión pesimista de la vida. Sus cuentos de guerra están llenos de héroes anónimos, prostitutas más patrióticas que los orondos burgueses, dementes que desafían a la muerte con una heroicidad inesperada, campesinos que ejecutan al enemigo con escalofriante frialdad. Sobre todos estos cuentos planea la condena del belicismo, pero Maupassant jamás expresa un juicio de valor sobre el absurdo, el horror o la injusticia de las situaciones bélicas: deja hablar a sus personajes, se limita a mostrarnos escenas mucho más elocuentes que la condena explícita.
–
En los cuentos galantes (Un día de campo) encontramos el mundo parisiense de las pequeñas burguesas insatisfechas por su matrimonio que buscan otros placeres marginales, las damas de la alta sociedad que intentan evadirse del aburrimiento, las mantenidas. Las aventuras ilícitas y el adulterio son los temas principales. Para Maupassant, el matrimonio es una institución social que pone trabas a la felicidad, una carga estúpida con la que comienza inevitablemente el desamor. Él prefiere la plena libertad amorosa y defiende el divorcio. Una variante son los cuentos eróticos, ambientados en la provincia o en un entorno rural, protagonizados a menudo por unos personajes que le fascinan: las prostitutas (La casa Tellier).
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En sus cuentos fantásticos prima la locura, lo irracional, el miedo, la neurosis y la obsesión por la soledad (El Horda, El miedo). También la muerte, en forma de suicidio o de asesinato. Encontramos en ellos al último Maupassant, el del final de su carrera, obsesionado por lo invisible, por la angustia y por la soledad, marcado por la idea fija del suicidio. Estos cuentos fueron interpretados por los psiquiatras como síntoma de la progresiva locura del autor.
Maupassant es también el autor de seis novelas, entre las que destacan Una vida(1883), que narra la enternecedora historia de las desventuras de una mujer casada, yBel Ami (1885), que explota el tema del arribismo social en el personaje de un periodista sin escrúpulos.
INVITACIÓN AL VIAJE, DE BAUDELAIRE. COMENTARIO DE TEXTO.
Baudelaire invita a su amante a huir lejos, a una exótica y lujosa ciudad de canales donde «todo (…) es orden y belleza». En este poema aparece ya una manifestación del modernista deseo de evasión de una sociedad burguesa rechazada por el artista, que intenta buscar la belleza en el lujo y el refinamiento de paisajes exóticos. Como los parnasianos, el poeta defiende el ideal del «arte por el arte«: frente al creciente utilitarismo de la sociedad industrial del siglo XIX, el arte y la belleza están por encima del bien y del mal y son el único consuelo de la vida. Pero la belleza no se encuentra en la realidad inmediata que rodea al autor, que les repele, sino que hay que buscarla en la evasión a otros mundo exóticos y lejanos. En España, el mejor ejemplo es Rubén Darío.
Por otro lado, el poema también es una buena muestra del simbolismo en el que milita Baudelaire. Para los simbolistas, el lenguaje común, racional y lógico, no es suficiente para acceder al misterio de la Creación (entendida como creación poética o como sinónimo de la armonía del universo). Pero como el oficio del poeta es expresar con palabras lo que es inefable, tienen que recurrir a los símbolos para expresar todo aquello que está más allá de la razón, puesto que, como señala Valle-Inclán en La lámpara maravillosa, existe un mundo trascendente e incognoscible al que solo se puede acceder a través de la sensibilidad y la intuición, a la manera de los poetas místicos españoles. En el texto, los objetos bellos («muebles», «flores», «techos» y «espejos») son símbolos que establecen correspondencias con la belleza armónica del universo, sólo cognoscible para el artista a través de las percepciones sensoriales de esos símbolos. De ahí la importancia de la sinestesia («su dulce lengua», «una cálida luz»).
Es característico de Baudelaire, además, que la pasión erótica aparezca en sus poemas íntimamente relacionada con la corrupción y la muerte. Aquí lo observamos en el contraste entre el carácter puro y virginal («Mi niña, mi hermana») como está presentada la amante del poeta, y la prostituta mulata alcoholizada a la que estuvo ligado en los últimos años de su vida (a la que alude mediante una referencia al exotismo: «amar y morir/ en un país como tú») y a la que puede que se esté dirigiendo en el texto.
En cuanto al aspecto formal, lo más destacable es el ritmo marcado por la sucesión de dos versos exasílabos seguidos de uno octosílabo del texto francés original, que la traducción al castellano ha mantenido, aunque no las rimas. También contribuye a la musicalidad del poema la repetición del estribillo «Todo allí es orden y belleza,/ lujo, calma y deleite.» El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta representar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
El uso de los tiempos verbales oscila entre el presente de las estrofas primera y última, y el condicional de la segunda. Ocurre que en la estrofa inicial, el poeta está incitando a su amante a viajar con él, por eso el uso del imperativo («piensa en la dulzura»); mientras que en la final, el presente de imperativo se usa para la descripción de la exótica ciudad a la que está invitando a viajar, como si estuviera ya ante los ojos de su amante («Mira en los canales»). El condicional de la estrofa intermedia es un tiempo futuro, el de la imaginación de lo que se encontrarán en su destino («adornarían», «hablaría»).
Destaca el uso de los adjetivos antepuestos para dotar de mayor lirismo a la composición («mojados soles», «misteriosos ojitos», «vago aroma», «hondos espejos»…).
Y entre los recursos literarios, señalamos los rítmicos, sobre todo, dado que refuerzan la musicalidad del poema, como el encabalgamiento («la dulzura/ de ir a vivir juntos»), el quiasmo («los techos preciados/ los hondos espejos»), el hipérbaton («de mi alma son el encanto») y las enumeraciones del estribillo y de la segunda estrofa. Además, las sinestesias («su dulce lengua natal», «en una cálida luz») y los símbolos («los mojados soles (…) cual tus misteriosos/ ojitos traidores») encuadran este texto dentro de la corriente poética del simbolismo.
HIMNO A LA BELLEZA, DE BAUDELAIRE. COMENTARIO DE TEXTO.
Lo significativo de este canto a la Belleza es que Baudelaire rompe con una tradición poética milenaria al considerar que se puede encontrar tanto en lo sublime («perfumes», «besos») como en lo ínfimo («muertos», «Horror», «Homicidio»). Así, todo el texto está construido a base de antítesis (cielo/abismo, infernal/divina, favores/crimen, aurora/ocaso, envalentonan/acobardan…) que vienen a comunicar esa doble naturaleza de esta divinidad. La Belleza ha sustituido a Dios. No hay Providencia, ni Destino («Tus enaguas, cual perro, sigue hadado el Destino»). Ella gobierna el mundo de forma caprichosa («al azar») y a sus seguidores les concede la felicidad o la desgracia («confusamente vierte los favores y el crimen», «sembrando la dicha y los desastres»), sin una ley lógica que lo explique («de nada respondes»). El poeta advierte este carácter terrible de la Belleza, pero una atracción irresistible le hace ir hacia ella, aun sabiendo que va a la destrucción («La cegada polilla vuela hacia ti, candela»). Y es que es solo a través de ella, mediante la poesía, como es posible intuir la unidad armónica del Universo («un infinito al que amo y que nunca he conocido») y elevarse por encima de la prosaica existencia humana («vuelves (…) menos horrible el mundo»). Esto es lo que propone el autor: la Belleza (la poesía, el arte) es un modo de eternizar el instante (ya lo señalaba Keats en la Oda a un ánfora griega).
Todo el poema, desde el mismo título («Himno»), tiene un aire religioso que lo hace aparecer como una oración a una divinidad pagana, la Belleza. Baudelaire anticipa aquí lo que en la poesía modernista de fines del XIX y principios del XX se conocerá como el “mal del siglo”: se extiende por la sociedad el convencimiento de que la realidad es incognoscible, de que existen hechos que escapan de la percepción sensorial, de que la razón no lo puede todo y de que Dios y la religión se difuminan como en una nebulosa donde se confunden el cielo y el infierno, el mal y el bien («De Satán o de Dios, ¿qué importa»?). En su lugar, la presencia de Dios se percibe en la unidad y la armonía que gobiernan el Universo, de las que solo es posible percibir vagos reflejos a través de los símbolos, objetos materiales que establecen correspondencias con la pefección de la Creación a través de los sentidos (de ahí la importancia de la sinestesia: «hada de ojos de terciopelo»).
Para los simbolistas, el lenguaje común, racional y lógico, no es suficiente para acceder al misterio de la Creación (entendida como creación poética o como sinónimo de la armonía del universo). Por ello, tienen que recurrir a los símbolos para expresar todo aquello que está más allá de la razón, puesto que, como señala Valle-Inclán enLa lámpara maravillosa, existe un mundo trascendente e incognoscible al que solo se puede acceder a través de la sensibilidad y la intuición, a la manera de los poetas místicos españoles. En el poema los símbolos representan, por un lado, a la Belleza, y por otro, al poeta. Ella aparece como una mujer fatal – símbolo ya utilizado por Baudelaire en A una transeúnte – de gran erotismo, pues muestra las «enaguas» y está ricamente vestida con «joyas» y «dijes». Él, por su parte, es el amante que, aun sabiendo que su pasión lo llevará a la destrucción, no puede dejar de amar a «su hermosa», («el aire/ tiene de un moribundo que acaricia su tumba»). Es posible que aquí Baudelaire esté haciendo referencia a su propia vida bohemia, dedicado a la poesía (a la Belleza), pero también a las drogas, el alcohol y la prostitución. De ahi, también, ese «podrías al vino compararte», del verso 4.
En cuanto a su aspecto formal, el texto pertenece al género lírico. Aunque se trata de una traducción, la versión al español ha conservado la métrica del texto francés, no así la rima. Los versos alejandrinos franceses son una estructura métrica de origen medieval que el Modernismo rescata en su deseo de renovación, y que se respeta en los versos de la traducción, en la mayoría de los cuales hay una cesura central que los divide en dos hemistiquios iguales («¿Vienes del hondo cielo // o del abismo sales?», 7+7). El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta representar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
En los verbos, el predominio de la 2ª persona singular del presente de indicativo es absoluto («Vienes», «sales», «contienes», «derramas», «sales», «bajas»…). Viene dado por la forma de oración a una divinidad que adopta el texto desde su comienzo.
Los adjetivos son numerosos y bastantes de ellos aparecen antepuestos para acentuar el lirismo del poema («hondo cielo», «tormentosa noche», «negra sima», «cegada polilla…»). Destacamos también el hecho de que muchos de esos adjetivos y bastantes sustantivos tienen un significado negativo relacionado con el mal: «infernal», «tormentosa», «negra», «cegada», «enorme», «espantoso», «abismo», «crimen», «ocaso», «noche», «sima», «desastres», «muertos», «Horror», «Homicidio»… Se trata de un poema que pertenece a Las flores del mal, título que parece a propósito para este texto pues habla de la belleza (las flores) que se encuentra en la corrupción (el mal).
El recurso literario más abundante es la antítesis, dado que toda la composición trata de la doble naturaleza positiva y negativa de la Belleza («cielo/abismo», «infernal/divina», «favores/crimen», «aurora/ocaso», «envalentonan/acobardan…). Además de esta función semántica, la antítesis dota al texto de un ritmo binario que aparece reforzado, también, por numerosas estructuras bimembres («¿Vienes del hondo cielo o del abismo sales», ¿De negra sima sales o de los astros bajas?», «tus besos son un filtro y un ánfora tu boca»..). Otros recursos rítmicos son el quiasmo («menos horrible el mundo, los instantes más leves»), el encabalgamiento («el aire/ tiene de un moribundo») y la enumeración con asíndeton («tus ojos, tu risa, tu pie», «ritmo, perfume, luz»). Todo esto revela que para Baudelaire, como para el Simbolismo y, posteriormente, el Modernismo, la musicalidad en el poema es fundamental, pues se trata de un modo de conseguir belleza y, con ella, evadirse de la prosaica fealdad de la vida cotidiana («vuelves (…) menos horrible el mundo»), como ya señalaba Keats en la Oda a un ánfora griega.
A UNA TRANSEÚNTE, DE BAUDELAIRE. COMENTARIO DE TEXTO.
En la noche, Baudelaire camina solitario por la calle, una atractiva mujer pasa junto a él y ambos cruzan sus miradas. Después, ella desaparece y el poeta se lamenta de que ese instante fugaz jamás se volverá a repetir.
Esta es la anécdota sobre la que se construye el poema. La «transeúnte» del título es una mujer fatal, de luto, una viuda. En ella se reúnen dos conceptos tan aparentemente antitéticos como el amor y la muerte («la dulzura que hechiza y el placer que da muerte»): en Las flores del mal, estas ideas opuestas revelan que Baudelaire concibe la pasión erótica como una destrucción, tal como él – con total coherencia – lleva a cabo en su propia vida. El amor surge como una chispa («¡Un relámpago!») entre la transeúnte y el autor; la atracción erótica viene caracterizada como una fuerza arrolladora («el huracán»), tan embriagadora como el vino, que le lleva a la locura («Yo bebía, crispado como un loco») y a la muerte, en una clara alusión a Dionisos y al éxtasis al que se abandonaban sus seguidores. La intuición es la vía más segura para expresar lo inefable: Dionisos, dios de lo irracional, vence a Apolo, dios de la razón.
Todo ha sido un instante, pero el deseo que ha surgido entre ambos ha sido tan intenso que el autor no se resigna a que no vuelva a ocurrir, a que sea el azar el que determine si se repetirá o no («acaso nunca»). El mundo no está regido por ninguna ley racional, ni hay un Hado que determine nuestro futuro. Todo es casualidad, puro azar. ¿De qué manera se pueden hacer eternos los acontecimientos que se suceden como relámpagos en nuestra vida, que desaparecen para no volver jamás? Mediante la poesía. Esto es lo que propone el autor: la Belleza (la poesía, el arte) es un modo de eternizar el instante (ya lo señalaba Keats en la Oda a un ánfora griega).
Baudelaire ambienta el poema en una ciudad nocturna y hostil («Aullaba en torno mío la calle»). Es la modernidad poética, en la que se elimina todo resto de bucolismo, y la ciudad pasa a ser el escenario sobre el que se desarrolla la escena amorosa, e incluso el centro mismo de la poesía. Por los mismos años, también los impresionistas están haciendo lo mismo en la pintura.
En cuanto al comentario formal, el texto pertenece al género lírico. Aunque se trata de una traducción, la versión al español ha conservado la métrica del soneto del texto francés, no así la rima. Los versos alejandrinos franceses son una estructura métrica de origen medieval que el Modernismo rescata en su deseo de renovación, y que se respeta en los versos de la traducción, en la mayoría de los cuales hay una cesura central que los divide en dos hemistiquios iguales («de riguroso luto // y dolor soberano», 7+7). El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta representar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
En los verbos, de acuerdo al carácter descriptivo-narrativo del poema hasta el verso 8, predomina el uso del pretérito perfecto simple de indicativo («pasó», «hizo») y del pretérito imperfecto de indicativo («aullaba», «bebía»). A partir del verso 9, se produce un cambio que viene dado por la utilización de otros tiempos, como el futuro imperfecto de indicativo («podré») y el presente de indicativo («sé», «sabes») y, sobre todo, por la aparición de la 1ª y la 2ª personas, como reflejo del yo del poeta y del tú de la transeúnte a la que interpela.
Los adjetivos son más numerosos en las dos primeras estrofas, más descriptivas.
De los recursos literarios, destacamos la personificación inicial («Aullaba la noche»), el símil («como un loco»), la metáfora («cielo lívido donde el huracán germina») y recursos rítmicos, como el paralelismo («la dulzura que hechiza y el placer que da muerte», «no sé a dónde huyes, ni sabes a dónde voy»), el quiasmo («riguroso luto y dolor soberano») y el encabalgamiento («Fugitiva/ beldad»).
En los últimos seis versos, los de mayor contenido lírico, abundan las oraciones exclamativas e interrogativas, tan reveladoras de la influencia en el Modernismo del movimiento romántico.
CORRESPONDENCIAS, DE BAUDELAIRE. COMENTARIO DE TEXTO.
Este poema es un perfecto ejemplo del Simbolismo en el que milita Baudelaire. Para los simbolistas, el lenguaje común (las “palabras confusas”), racional y lógico, no es suficiente para acceder al misterio de la Creación, (entendida como creación poética o como sinónimo de la armonía del universo), “un templo de pilares vivientes”. Por ello, tienen que recurrir a los símbolos para expresar todo aquello que está más allá de la razón, puesto que, como señala Valle-Inclán en La lámpara maravillosa, existe un mundo trascendente e incognoscible al que solo se puede acceder a través de la sensibilidad y la intuición, a la manera de los poetas místicos españoles, de ahí la importancia de la sinestesia.
En la concepción poética de Baudelaire, Dios ha creado el mundo como una compleja e indivisible totalidad. Para él, la búsqueda de esa unidad es el fin esencial de la creación artística. Todas las cosas terrenales tienen su correspondencia en el cielo. La labor del poeta es interpretar esas correspondencias (“las miradas familiares” con que “los bosques de símbolos” contemplan al hombre), ya que él con su imaginación podrá descubrir lo que se esconde bajo el velo de la apariencia. Así, “sonidos, colores y perfumes”, son vagos reflejos o “largos ecos” en el mundo terrenal de la unidad y la perfección de la Creación.
Estas sensaciones auditivas, visuales y olfativas que reflejan la unidad de la Creación, las percibe el poeta en íntima relación las unas con las otras a través de la sinestesia (“perfumes tan frescos”, “dulces tal los oboes”…). En las dos últimas estrofas Baudelaire se centra en los perfumes relacionados con el erotismo (“corrompidos”) – el almizcle –; lo exótico (“ricos”) – ámbar y benjuí –; y lo sagrado (“triunfantes”) – el incienso. Esta mezcla de lo erótico y lo sagrado escandalizó a la Francia de su tiempo y fue causa de su procesamiento. Es un rasgo más del malditismo de este poeta, que lo relaciona con Verlaine y Rimbaud.
Terminamos señalando que, de la misma manera que en El Albatros Baudelaire se refiere a sí mismo en 3ª persona (“el Poeta”), aquí lo hace con un generalizador “el hombre”. Se trata de un intento de hacer más objetiva una experiencia personal, de manera que se presente como una verdad universal y no como una intuición.
En cuanto a su aspecto formal, el texto pertenece al género lírico. Este lirismo está reforzado por el ritmo del verso alejandrino del francés original, una estructura métrica de origen medieval que el Modernismo rescata en su deseo de renovación, y que se refleja en los versos de la traducción, en la mayoría de los cuales hay una cesura central que los divide en dos hemistiquios iguales. El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta reflejar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
Casi todos los verbos del poema están en presente de indicativo (“es”, “dejan”, “atraviesa”…) para dotar al texto de mayor objetividad y darle un carácter más universal.
Destaca también la abundancia de adjetivos, algunos de ellos antepuestos (“largos ecos”, “tenebrosa y profunda unidad”).
Y en cuanto a los recursos literarios, encontramos un quiasmo (“vasta como la luz, como la noche vasta”), una metáfora (“La Creación es un templo”), una personificación (“cantan los transportes”) y un hipérbaton (“a veces salir dejan”). Pero los más importante son la sinestesia y el símil (“perfumes tan frescos”, “dulces tal los oboes”…“Como los largos ecos…”, “como el almizcle…”), pues ambos hacen referencia a la concepción poética que se encuentra tras el título, dado que las Correspondencias no son otra cosa que el vago reflejo de la unidad de la Creación que el hombre sólo puede percibir a través de la sensibilidad y la intuición, y que se refleja en el poema con estos dos recursos.
El ave que da título a este poema – el albatros – se caracteriza por la gracilidad y la elegancia de su vuelo, debido a la enorme envergadura de sus alas. Pero cuando (como ocurre en el texto) es atrapado por los marineros de un barco, y puesto en cubierta, pierde toda la gracia que tiene en el aire y se convierte en una figura ridícula, objeto de burlas y risas. El poeta, finaliza Baudelaire en la última estrofa, es como el albatros: sublime al crear, por elevarse por encima de los hombres, gracias a su pluma, y tan despreciable como ellos cuando abandona su arte y se mezcla con el vulgo.
Este poema es un perfecto ejemplo del Simbolismo en el que milita Baudelaire. Para los simbolistas, el lenguaje común, racional y lógico, no es suficiente para acceder al misterio de la Creación (entendida como creación poética o como sinónimo de la armonía del universo). Por ello, tienen que recurrir a los símbolos para expresar todo aquello que está más allá de la razón, puesto que, como señala Valle-Inclán en La lámpara maravillosa, existe un mundo trascendente e incognoscible al que solo se puede acceder a través de la sensibilidad y la intuición, a la manera de los poetas místicos españoles.
En El albatros encontramos varios de estos símbolos. El más importante es el de este ave, por supuesto. Calificados como “vastos pájaros de los mares”, “reyes del azul” o “señor de las nubes”, los albatros son símbolos de la transformación que sufre el poeta cuando crea y se convierte en un ser superior. Pero, en tierra (“desdichados y avergonzados”, “torpe” y “cobarde”, “risible” y “feo”), el pájaro se convierte en el poeta despreciado por los hombres, como un ángel caído, “exiliado en el suelo”. De esa forma se debía sentir Baudelaire entre sus semejantes: poeta maldito, su complejo de inferioridad y de culpa le estaba arrastrando hacia la autodestrucción.
De la misma manera, también las alas (“grandes alas blancas” del albatros, y “alas de gigante” del poeta) son símbolos de la sublimación por medio de la belleza, así como “los remos” lo son de la corrupción que causa la vulgaridad de lo terrenal y cotidiano.
No es posible pasar por alto la deuda de este poema con la Balada del viejo marinero, de Coleridge. Y es que el Simbolismo, como el Modernismo, es un retorno al Romanticismo.
En cuanto a su aspecto formal, destaca en este texto lírico su carácter narrativo y descriptivo a la vez. Las tres primeras estrofas son el relato de una anécdota, con numerosos verbos en presente (“cogen”, “siguen”, “desliza”, “colocan”, “dejan”…) y en infinitivo (“divertirse”, “arrastrar”). Baudelaire pretende, con estos usos verbales, dotar de objetividad a su poema, al hacer más cercano al lector su sentimiento de marginación social. Pero también abunda en estas estrofas la descripción, con gran abundancia de adjetivos, algunos de ellos antepuestos para acentuar el lirismo de la composición (“vastos pájaros”, “indolentes compañeros”, “amargos abismos”…). El adjetivo en «reyes del azul» nos remite al movimiento modernista. Es característica en este poema, además, la inclusión de incisos explicativos (“vastos pájaros de los mares”, «indolentes compañeros de ruta»).
Su carácter lírico está reforzado por el ritmo del verso alejandrino del francés original, una estructura métrica de origen medieval que el Modernismo rescata en su deseo de renovación, y que se refleja en los versos de la traducción, en la mayoría de los cuales hay una cesura central que los divide en dos hemistiquios iguales (vv. 1,7, 8, 9, 10, 11, 13, 14, 15, 16). El uso del ritmo como vía para crear belleza poética, que intenta reflejar, a su vez, la Belleza de la Creación, es un pilar del movimiento simbolista y modernista, según recomienda el soneto Ama tu ritmo de Rubén Darío.
Entre los recursos literarios, destacamos la aliteración (“uno con una pipa le golpea en el pico”), el hipérbaton (“caminar no le dejan sus alas de gigante”), el símil (“como remos colgando”) y, sobre todo, las numerosas exclamaciones, tan reveladoras de la influencia en el Modernismo del movimiento romántico.