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En la narración predomina la objetividad, el autor inventa una historia y trata de hacerla verosímil. Los principales elementos de los textos narrativos son los siguientes:
El narrador, es la voz que cuenta los hechos, este puede utilizar distintos puntos de vista.
De los personajes podemos conocer sus características psicológicas, sus comportamientos, sus pensamientos, su aspecto, etc. Por su parte, el espacio puede ser imaginario o un reflejo de la realidad. El tiempo narrativo es la duración de los acontecimientos del relato: puede ser breve o larga.
Los hechos se relatan en una orden que pueden optar de diferentes maneras:
Los elementos del relato permiten combinar varias formas de elocución.
Es muy importante la forma, pues el contenido se presenta de un modo estético, original y bello. Se trata del lenguaje literario.
Durante los primeros años del S. XX continuaron las tendencias narrativas de finales del XIX.
Es en esta época cuando se produce una reacción contra el Realismo y Naturalismo, tendencias artísticas de la segunda mitad del XIX. En los jóvenes novelistas del momento se observa una firme voluntad de innovación tanto en los temas como en las formas narrativas.
La crisis ideológica surge como consecuencia de tres circunstancias.
Los escritores del 98, manifiestan su protesta contra las costumbres decadentes de la sociedad española.
Los dos asuntos que más inquietaron a los autores del 98 son el tema de España y el tema existencial.
Todos buscan una imagen de España diferente a la reflejada en los tópicos y en las tradiciones. Esta búsqueda se centra en el descubrimiento del alma de España y, para conseguirlo, los caminos que escogen son:
La preocupación por el sentido de la vida, el papel de la religión en la sociedad y en la vida individual, las dudas sobre la existencia del más allá y los conflictos psicológicos y morales del ser humano, son los principales asuntos del tema existencial.
Las características más relevantes son: un retorno a la sencillez y la claridad, un estilo personal, el empeño en expresar las emociones, la tendencia a la precisión léxica y la expresión natural.
Nació en Bilbao, pero su vida transcurrió sobre todo en Salamanca, donde fue catedrático y rector de universidad. Sus opiniones cambiantes y furibundas proporcionaron enemigos y periodos de destierro. Murió en Salamanca en 1936.
Es el escritor más popular de esta generación por su carácter crítico e independiente. Sus novelas son una proyección de sus inquietudes personales, que se basan en su preocupación por España, por la existencia y la muerte y por el conflicto entre razón y fe. Estos temas aparecen ya en sus primeras novelas, como Paz en la Guerray Amor y pedagogía, pero es Niebla la que refleja mejor las características temáticas y formales de sus novelas.
Esa lucha agónica es llevada a sus últimas consecuencias en la novela San Manuel Bueno, mártir. La novela trata sobre la fe y la inmortalidad junto con dos temas importantes: el dilema entre la verdad dolorosa y la felicidad ilusoria, y la abnegación y el amor al prójimo como actitud vital.
Azorín es el escritor del detalle. Desarrolla una técnica descriptiva sutil en la que prima la sencillez, la brevedad de las frases, la sensación del orden y pulcritud, la claridad. La preocupación por el tiempo que pasa se percibe en una prosa triste, melancólica y fluida que delata ese afán por apresar lo sustancial de las cosas.
Sus títulos más conocidos son: La voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo, Don Juan y Doña Inés.
En su estilo predominan los párrafos cortos y el léxico claro y sencillo. El tema principal de su obra es la protesta contra la sociedad. La consecuencia de esta actitud será la división de sus novelas en dos grupos:
*Las novelas de pensamiento. Baroja expresa un escepticismo absoluto por los aspectos religiosos y éticos del hombre.
*Las novelas de acción. Muchas de sus novelas son un cúmulo de sucesos y episodios en los que la aventura constituye el argumento central.
Es uno de los escritores más originales. Su primera gran obra en prosa son las cuatro Sonatas: Sonata de otoño, Sonata de estío, Sonata de primavera y Sonata de invierno. Se caracteriza por una prosa modernista, y los temas principales son el amor y la muerte.
Se conoce como Novecentismo a los autores que suceden a la Generación del 98. Todos ellos comparten con el 98 la inquietud por el problema de España.
Se publican novelas triunfalistas que relatan la guerra desde el punto de vista de los vencedores o novelas de evasión, con asuntos sentimentales.
Sin embargo, surgen en la década de los cuarenta dos novelas con una visión crítica de la realidad: La familia de Pascual Duarte (tremendismo), de Camilo José Cela, y Nada (existencialista), de Carmen Laforet. Su importancia a una existencia desoladora y conflictiva. Sus novelas realistas expresan la lucha del individuo con el destino o con su contexto.
Se produce un renacimiento del género narrativo. En este cambio participan autores como Cela, Miguel Delibes y Gonzalo Torrente Ballester. Pero el hecho decisivo es la aparición de una nueva generación de narradores jóvenes, la llamada Generación del medio siglo.
El primer impulso lo proporciona otra vez Camilo José Cela con La colmena. También influye Miguel Delibes, autor de El camino, Mi idolatrado hijo Sisí, La hoja roja o Las ratas.
Los narradores de la Generación del medio siglo deben reflejar y denunciar la situación social en la literatura. Es escritor es un ser comprometido con su sociedad. La estética dominante es la del realismo.
Con respecto a la técnica narrativa y al estilo, la novela social opta por el objetivismo cuyas características más destacadas son: el narrador oculto, la ausencia de análisis psicológico en los personajes, el predominio del dialogo sobre la narración, el estilo sencillo y fácilmente compresible, el protagonista colectivo y el tiempo y el espacio concentrados.
Los temas se centrar en los problemas sociales contemporáneos de los escritores.
En los años sesenta determinarán un cambio de rumbo de la novela. La sociedad española experimenta una transformación importante con la industrialización, el turismo y la flexibilización de la censura. Se produce el agotamiento de la novela social y la irrupción de nuevos modelos narrativos inspirados en los grandes novelistas extranjeros del siglo.
El realismo social de los años cincuenta evolucionará hacia la novela estructural.
La novela en los años sesenta no abandona la reflexión crítica sobre la sociedad española. La novela presenta los acontecimientos de un modo innovador, utilizando un léxico riquísimo, lleno de invenciones y expresividad, y creando estructuras novelísticas complejas.
La novela que cambió el rumbo de la narrativa castellana en estos años fue Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos. Se incluyen grandes novedades a través de una revisión intelectual de la realidad y de una profunda renovación de las técnicas
narrativas. La ironía y el humor son los medios empleados para mostrar los problemas de la sociedad española.
Los autores de la primera promoción de posguerra son:
Los novelistas de la Generación del medio siglo son: Juan Goytisolo, Juan Benet y Juan Marsé.
La cultura española comenzó a desarrollarse con la muerte del general Franco. Desapareció la censura, lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país.
Puede decirse que en las últimas décadas del XX han convivido o conviven novelistas importantes de toda la posguerra; algunos novelistas de la Generación del 50; los novelistas del 68; la generación de los 80; la generación de los 90 o Páginas amarillas y la generación Nocilla.
Se puede observar un alejamiento del experimentalismo y una vuelta al interés por la anécdota, la recreación de tipos y la reconstrucción de ambientes; encabezada por Eduardo Mendoza en La verdad sobre el caso Savolta. Desde entonces, los escritores van a ir ensayando subgéneros muy populares y se van a ir alejando de los estrictos sistemas ideológicos de la novela social. Tenemos así dos características claramente destacadas en la novela española actual: el eclecticismo y la posmodernidad. Es posible identificar ciertas tendencias temáticas, entre las que destacamos la metanovela, la novela lírica, la novela histórica, la novela de intriga, la novela realista, la novela culturista y una novela que trata de los problemas de la juventud urbana.
Entre los novelistas de este período sobresalen: Eduardo Mendoza, Javier Marías y Antonio Muñoz Molina. La mujer adquiere cada vez más importancia en el terreno de la narrativa; podemos destacar nombres como Ana María Matute, Rosa Montero, etc.
La generación de escritores de los 90 o Páginas Amarillas, escriben para un público que desconoce el pasado cercano español y al que les importa muy poco, en términos políticos, lo que haya ocurrido durante los últimos sesenta años de la historia de España.
Se da el nombre de Generación Nocilla, a un conjunto de escritores españoles, nacidos entre 1960 y 1976. El nombre del grupo se debe a una trilogía de novelas llamada Nocilla Project escrita por Agustín Fernández Mallo. Se apropian de textos
ajenos para “reciclarlos” y mezclan géneros literarios, se trata de una «literatura zapping».
El libro se convierte en objeto de consumo y las editoriales no solo atienden a los lectores, sino que además deben crearlos, de ahí la abundancia de publicidad y la incorporación al mundo de la narrativa de conocidos periodistas, políticos o presentadores de televisión.
Las editoriales descubren el mercado infantil y juvenil que se desarrollará extraordinariamente, así como el éxito del cuento, uno de cuyos mejores cultivadores es Alberto Méndez, autor de Los girasoles ciegos y de los microrelatos.
A los largo de estos años de siglo XXI continúan vivas las tendencias de años anteriores y los autores de generaciones anteriores continúan con su producción.
La primera mitad del siglo XX se caracteriza por el continuismo de la línea realista del siglo anterior. Hablamos de la novela regionalista o de la tierra, la novela social y la novela de la revolución mexicana.
A partir de los años cuarenta y cincuenta se inicia un periodo en la novela hispanoamericana que condiciona la creación narrativa posterior y cuyas características son:
Los autores más significativos de esta renovación son:
La década de los sesenta supone para la novela hispanoamericana una etapa de máximo esplendor con obras como La ciudad y los perros de Vargas Llosa, Cien años de soledad de García Márquez o Rayuela de Julio Cortázar. A esto se le añade la gran difusión internacional y el éxito editorial.
El tema es la realidad hispanoamericana vista desde perspectivas distintas y en los enfoques narrativos se pueden encontrar novelas realistas, pero son muy habituales las narraciones en las que se mezclan elementos reales y sucesos fantásticos.
Las técnicas narrativas en la novela del boom son: la ruptura del tiempo y el espacio, la variedad en la perspectiva, la diversidad y mezcla de estilos, la mezcla de lo real y de lo mítico, la combinación de registros idiomáticos y la creación de términos nuevos y la participación activa del lector.
Sus cuentos son verdaderos juegos de ingenio y de imaginación. El estilo de su prosa se caracteriza por la musicalidad, por el ritmo fluido de sus oraciones, por la originalidad de sus metáforas y por su transparencia. Entre sus novelas sobresale Rayuela, esta se organiza como un rompecabezas.
Su obra transcurre en gran parte en el mundo de Macondo, un espacio geográfico inventado, en el cual se confunden los límites entre la realidad y la ficción. Los sucesos, los personajes y el universo literario en el que se mueven nacen de la experiencia vital del autor. El autor los dota de una dimensión mítica y poética. En Cien años de soledad, García Márquez introduce la violencia humana, la naturaleza salvaje, las guerras y la explotación junto a las supersticiones, las hechicerías y los milagros. Otras obras importantes son Crónica de una muerte anunciada y El amor en tiempos de cólera. Entre sus últimos libros figuran novelas, cuentos, reportajes y memorias.
Otros autores y obras relevantes de la novela hispanoamericana son: Carlos Fuentes (La región más transparente), Ernesto Sábato (Sobre héroes y tumbas), Juan Carlos Onetti (El astillero), José Donoso (El obsceno pájaro de la noche), etc.
La riqueza y variedad de la narrativa hispanoamericana no se ha detenido en los últimos años. Los autores mencionados y muchos otros, son autores con una obra amplia y de gran calidad que, en muchos casos, continúa desarrollándose.