Portada » Filosofía » Como el ser humano a satisfacido sus necesidades
Hegel nació en Stuttgart y siguió estudios de teología y filosofía en la universidad de Tubinga. A la edad de 19 años vivió con entusiasmo los acontecimientos de la Revolución Francesa. Posteriormente fue profesor de filosofía en las universidades de Heidelberg y de Berlín. Con él llega a su culminación la filosofía del idealismo alemán. Sus principales obras son: Fenomenología del espíritu, Ciencia de la lógica, Enciclopedia de las ciencias filosóficas y Principios de la filosofía del derecho.
La realidad se desenvuelve y progresa mediante el conflicto y la posterior conciliación de los opuestos. De ahí que para pensar de modo absoluto, no basta el entendimiento, sino que es preciso emplear la razón:
El entendimiento fija los conceptos, los considera en su rigidez o los separa, pero no es capaz de conciliar las oposiciones entre unos conceptos y otros. Por eso, constituye un uso limitado de la razón.
La razón genera oposiciones entre los conceptos y, en un segundo momento, es capaz de conciliar tales oposiciones en una síntesis, por lo que constituye el uso dialéctico del pensamiento.
La dialéctica es el método de pensamiento que hace uso de la negación para descubrir la verdad completa. Solo la dialéctica permite pensar el absoluto porque, según Hegel, la contradicción es la ley que rige el desarrollo de la realidad.
Ahora bien, ¿cuáles son los opuestos que deben conciliarse? Hay multitud de ellos, porque en cualquier tema en el que fijemos nuestra atención aparecen opuestos: infinito-finito, yo-otros, naturaleza-espíritu, necesidad-libertad, etc. Los opuestos son pares deconceptos que se relacionan en principio a través de una negación excluyente. El principal aporte de Hegel consiste en negar por segunda vez los conceptos, inicialmente opuestos, para conciliarlos en una síntesis que los contenga a ambos.
El precedente del método de pensamiento dialéctico puede encontrarse en el siguiente lema de Spinoza: “toda determinación es negación”. Esta frase significa que la verdad parcial, o separada del todo, es falsedad. Ahora bien, según Hegel, no se trata de no negar, sino de negar dos veces. Esa doble negación es la dialéctica.
La primera negación determina un nuevo contenido que, sin embargo, es falso, porque separa algo del todo. Si pienso “A no es lo demás”, se trata de una verdad parcial (y en tanto que parcial, falsa), porque separa A del todo, y A es también una parte del todo.
La segunda negación restituye el contenido al todo, pero ya en su distinción. La verdad completa exige una segunda negación. Por lo tanto, es preciso separar, para después unificar sin confundir, porque tampoco es válido confundir todas las realidades en el todo. Si “A no es lo demás”, es falsad, entonces hay que negar la primera negación: “no (A no es lo demás)”.
El método dialéctico que propone Hegel sostiene que dos negaciones no se anulan entre sí; con esta operación no se regresa a la afirmación del principio, sino que el pensamiento se pone en movimiento y alcanza nuevos contenidos.
Karl Marx nació en Tréveris, Alemania. Hijo de judíos alemanes, su padre se vio obligado a elegir entre su religión y su profesión como abogado. Su decisión fue renunciar a la religión judía para convertirse al protestantismo.
Marx terminó sus estudios en filosofía en 1841. En 1842 se incorporó como redactor de la revista Gaceta Renana, y pronto llegó a ser su redactor jefe. La censura cerró la revista y Marx se trasladó a Partís, donde fundó una nueva revista, llamada Anales franco-alemanes. En 1844, en París, conoce a Friedrich Engels, con quien trabó una amistad que duró toda la vida. La revista de París también fue cerrada y Marx se volvió a exiliar, esta vez a Bruselas, donde tuvo noticia de los acontecimientos revolucionarios de 1848 en Francia. En medio de ese clima de revolución social
Marx escribió, junto con Engels, el Manifiesto del partido comunista, y decidió regresar a Alemania, donde fundó una nueva revista, la Nueva Gaceta Renana, que también fue censurada. Esta vez Marx se exilió a Londes, hasta su muerte en 1883. Sus principales obras son: Manuscritos de Economía y filosofía, Tesis sobre Feuerbach, La ideología alemana, Contribución a la crítica de la Economía Política, y El capital.
El ser humano transforma la naturaleza a la par que se humaniza él mismo. Esto quiere decir que, en su actividad de transformación de la naturaleza, se distancia de ella, se hace hombre. La actividad del trabajo se vuelca en su resultado, que es el producto en el que se proyecta el propio trabajador. Marx entiende la objetivación como realización. Objetivarse es propio del hombre como ser natural. Si falta la objetivación de la actividad, falta también la realización. El trabajo no aliena de por sí. Resulta esencial al hombre el salir fuera de sí y realizarse en los productos de su trabajo.
El ser humano es esencialmente un ser genérico, universal, que niega la naturaleza mediante el trabajo para afirmarse él mismo.
Es un productor universal y un consumidor universal. El hombre tiene necesidades, que satisface en su medio natural, pero lo específico del ser humano es su universalidad. Mientras que los animales satisfacen sus necesidades inmediatamente, el hombre lo hace mediatamente, a través del trabajo. Debe producir los instrumentos para transformar la naturaleza. El trabajo es una mediación dialéctica, universal y negativa.
Para Marx, el hombre no es solo individuo, es un animal social. Marx considera que la divinidad es la propia humanidad considerada en su ser genérico o universal. Pero el hombre en sentido genérico coincide con la humanidad, que se realiza socialmente. El individuo humano individual es una abstracción, porque el ser humano real o concreto existe en sociedad, que se configura en la colaboración laboral entre los sujetos.
La esencia humana no es una naturaleza fija. Al contrario, el ser humano se realiza a sí mismo dialécticamente, es decir, a través de la historia, en la que se suceden diversos modos de producción. Marx está aquí influido por Hegel. Hegel no considera a la idea como sustancia fija o determinada de antemano, sino como sujeto que se realiza a sí mismo en la historia. la diferencia entre Hegel y Marx se refiere al momento en que el proceso histórico llega a su culminación. Hegel pone ese momento en el presente, porque el espíritu absoluto sobreviene con la filosofía idealista. Marx, en cambio, reserva el final de la historia al futuro, a la sociedad sin clases.
La alienación proviene, según Marx, de un desajuste del proceso productivo.
Esta se origina con la división del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción, y alcanza su cima en la sociedad burguesa, cuyo sistema económico es el capitalismo.
La alienación consiste en la explotación económica del trabajador, pero también tiene una dimensión social:
Las clases sociales representan una ruptura del hombre, esto es, su desgarramiento interior en el proceso productivo alienante. La causa de la alienación son determinadas condiciones económicas de la sociedad que se concentran en la propiedad privada de los medios de producción. El trabajo crea las relaciones que el hombre mantiene con la naturaleza y entre sí. Estas últimas son las relaciones sociales de producción. Por tanto, la sociedad tiene su origen en la actividad económica; y si en esta se introduce la propiedad privada de los medios de producción, la sociedad queda dividida en dos clases antagónicas: la clase explotadora y la explotada. Esto es, de hecho, lo que ha ocurrido a lo largo de la historia.
La escisión del ser humano es la división entre el individuo y la especie. Para Marx el individuo humano aislado es una abstracción, es decir, una idea separada y, por lo tanto, falsa.
Aunque la alienación es una constante de la historia humana, alcanza su cota más alta con el capitalismo burgués. Podemos distinguir cuatro clases de alienación:
En el capitalismo burgués se denomina capitalista al propietario de los medios de producción. Éstos son el origen de la riqueza. En la sociedad industrializada constituyen el motor de la economía y son, sobre todo, las fábricas, la maquinaria, y el trabajo de los obreros. El capital consiste en la propiedad de ambos: el capitalista es dueño de las fábricas y las máquinas y compra la fuerza de trabajo del obrero. El precio que el capitalista paga por la fuerza del trabajo se llama salario. De esta manera, el producto del trabajo deja de pertenecer al proletario.
La plusvalía es el beneficio de la venta del producto en el mercado. Con la venta de la fuerza de trabajo, el proletario renuncia a la plusvalía, que pasa a perteneceré exclusivamente al capitalista.
La incorporación de las máquinas y la especialización del trabajo llevará al “trabajo en cadena”, en el que cada trabajador solo participa en una parte del proceso, realizando la misma actividad de forma repetitiva. La alienación, en este sentido, proviene del desempeño del propio trabajo. El proletario busca su satisfacción fuera del trabajo, es decir, en las actividades animales: comida, sexualidad, etc.
Lo propio del ser humano es el trabajo, pero el hombre alienado se siente animal en el trabajo, y busca su humanidad fuera de él
El ser humano concreto no es considerado como individuo, sino como aquel que ocupa un determinado lugar en el proceso productivo.
La primera consecuencia de la alienación económica es la división del ser humano en clases sociales antagónicas: explotadores y explotados
Esta división de clases expresa la alienación porque ninguna de las clases sociales realizan la esencia entera del hombre.
La clase proletaria es la de aquellos que trabajan y no se benefician, pero la burguesa es la de aquellos otros que tampoco se realizan, puesto que no producen. Según Marx, la conciliación del ser humano consigo mismo ha de venir de la revolución que suprima la división en clases sociales.
La división en clases se traduce en la oposición entre el individuo y la especie humana, porque ninguna de las dos clases enfrentadas representa al hombre completo. Los individuos no pueden reconciliarse con su especie porque pertenecen solo a una de las clases sociales, y ninguna de ellas contiene al género humano en su totalidad.
El ser humano se define como el productor universal de sí mismo.
Pero el mundo se vuelve hostil para el desposeído. Las masas de obreros que han emigrado a la ciudad para trabajar en las fábricas pierden también el hábitat natural que les acogía. En este sentido, la situación del obrero industrial es aún peor que la del siervo del feudalismo, porque este tenía al menos una cierta acogida en la tierra de labranza. Marx piensa que la alienación ha ido en aumento a lo largo de la historia hasta llegar al culmen en la sociedad capitalista.
Ideología es el conjunto de creencias y doctrinas, de orden religioso, filosófico, ético, jurídico y político, que conforman la cultura de una determinada sociedad en cada época.
Según Marx, las ideologías, las expresiones del espíritu humano, no son la causa del proceso económico y de la organización social, como suponía Hegel. Al contrario, las formas ideológicas son reflejo de las condiciones materiales de la existencia humana.
Estas son reflejos de la realidad que la conciencia social proyecta, pero la alienación económica distorsiona inevitablemente la conciencia que la sociedad tiene de sí misma. Así, no solo es falsa esta conciencia, sino que constituye un instrumento de opresión en manos de la clase dominante de cada época.
Las formas de ideología que se dan en la sociedad burguesa son, básicamente, cuatro:
Es una forma de la conciencia social. Marx denomina “opio del pueblo” a la religión porque adormece la conciencia de explotación del proletariado, con la promesa de una vida mejor. De ahí que la religión se alíe con los intereses de la clase opresora.
Es la interpretación idealista de lo real, que exime del compromiso revolucionario.
Es una justificación para tranquilizar la conciencia de los capitalistas.
Son ideologías tendentes a conservar la situación de la clase dominante.
Marx es, junto con Nietzsche y Freud, uno de los creadores de la filosofía de la sospecha.
La filosofía de la sospecha es la presunción sistemática de intenciones ocultas en la explicación racional del mundo.
Las cosmovisiones, las interpretaciones de la realidad ofrecidas históricamente, no son honestas, según estos tres pensadores. La filosofía oculta intereses de poder. Los filósofos de la sospecha pretenden desenmascarar esos intereses.
Lo característico del marxismo es tomar como fundamental el punto de vista sociológico. La explicación de la realidad es la economía y, a través de ella, la lucha de clases. Así pues, el burgués defiende en todo caso los intereses de su clase, independientemente de su voluntad. Y, por su parte, el proletario debe ser conducido (por el teórico revolucionario) a adquirir conciencia de clase. Esta última consiste en advertir la pertenencia a una clase oprimida.
Según Marx, el fundamento de la realidad humana es el modo de producción.
Entiende por modo de producción la forma general que a lo largo de la historia ha adoptado la estructura económica de la sociedad.
Cada pueblo o época ha de ser enjuiciado de acuerdo con las condiciones reales de su economía, y no según la conciencia social expresada en forma de ideología.
El materialismo histórico es la teoría marxista sobre la historia universal que explica cómo se han ido sucediendo los diversos modos de producción.
El análisis de la sociedad da como resultado dos capas o estratos constituyentes.
Marx designa estructura económica de la sociedad, modo de producción o infraestructura a una de las capas, y superestructura a la otra
La tesis del materialismo histórico es que la infraestructura económica determina la superestructura ideológica.
La estructura económica de la sociedad, o modo de producción, es el sistema de la organización productiva. Según el materialismo histórico, este es el estrato fundamental a partir del cual se explica verdaderamente cada sociedad y cada época, así como la evolución histórica.
La estructura económica está compuesta por:
Son el origen o la fuente de la actividad económica, constituyen el elemento dinámico de la economía. En el sistema capitalista, la principal fuerza de producción es la propia clase proletaria, la cual aporta el trabajo que, en definitiva, es el que produce la riqueza.
Las fuerzas productivas originan un conjunto de relaciones entre los seres humanos. Estas relaciones no son libres, sino que están determinadas por la actividad económica. Las relaciones sociales de producción son el elemento social estático, determinan la situación de cada clase social y, por lo tanto, de cada individuo, dentro del proceso económico.
Las relaciones de producción constituyen la forma vigente de la sociedad civil, tendente a conservar el dominio de la clase explotadora
Sobre la base económica que constituyen las fuerzas productivas y las relaciones de producción se levante un edificio jurídico y político que se corresponde con determinadas formas de conciencia
social. Se trata de un sistema de instituciones sociales, jurídicas y culturales que responden, según Marx, a una determinada situación de los individuos y las clases dentro del proceso productivo. La superestructura estaría integrada por una red de formaciones sociales e ideológicas a través de la cual los seres humanos toman conciencia (falseada) de los conflictos y, aparentemente, los resuelven en el plano de las ideas filosóficas, religiosas o políticas con el objetivo de conservar el poder establecido.
Marx afirma, en contra de lo que se había creído tradicionalmente, que la superestructura jurídica, política, filosófica y religiosa no tiene vida propia. La infraestructura económica es el motor de la historia y todas las demás formaciones sociales van a remolque de las relaciones económicas que se establecen en el seno de una determinada sociedad.
La historia, según Marx, comienza propiamente con la división del trabajo, y la consiguiente propiedad privada de los medios de producción social. con anterioridad a ese momento existía un comunismo primitivo, la prehistoria del mundo humano en la que aún no se había puesto en marcha el proceso de evolución social.
Desde el momento en que existieron propietarios de las fuentes de riqueza, la sociedad se dividió en clases. Esta división es la expresión social de la alienación económica, por cuanto divide al género humano en clase explotadora y clase explotada; pero la división y consecuente lucha entre las clases es también propulsora del proceso de la historia. Según el esquema dialéctico, la negación es la fuerza que impulsa el proceso de la realidad. Marx adopta el método hegeliano y lo aplica a la economía política.
Entre los elementos de la estructura económica, es decir, las fuerzas de producción y las relaciones sociales de producción, existe una relación dialéctica, esto es, de conflicto necesario. Este conflicto se resuelve dialécticamente de modo que en cada una de las formas sociales históricas se desarrollan nuevas fuerzas productivas que pugnan por desestabilizar la estructura consolidada.
La historia progresa, según Marx, en la sucesión de diversas formas organizadas de la actividad económica. Estos sucesivos modos de producción tienen en común el estructurarse según clases sociales antagónicas. Los modos de producción distinguidos por Marx son:
Un pueblo domina sobre los otros, los somete y los explota (Egipto y Mesopotamia).
Los esclavos son la clase oprimida que realiza los trabajos serviles en beneficio de los ciudadanos libres (Grecia y Roma).
Propio de la Edad Media. La clase dominante son los señores feudales. La economía es fundamentalmente agrícola. Hacia el final de la época medieval ocurre la revolución burguesa. La transformación de la economía agraria en economía mercantil e industrial da origen al último de los modos de producción.
El antagonismo entre las clases sociales llega aquí a su punto culminante, puesto que también el grado de explotación es máximo. Esta explotación máxima dará lugar a la revolución del proletariado, que pondrá fin no solo al sistema capitalista, sino a la historia, es decir, a la división de la humanidad en clases sociales. ¿Cómo se producirá esto?
El capitalismo responde a una dinámica autónoma que consiste en intensificarse hasta su autodestrucción: a más capital, más explotación; y a más explotación, más capital. Cuando mayor es el capital, el patrono puede pagar salarios comparativamente inferiores y enriquecerse más a costa de los obreros. Cuanto más producen los obreros a más bajo coste, más se incrementa el capital. La concentración, cada vez en menos manos, de la propiedad privada de los medios de producción conlleva necesariamente el final del capitalismo.
La revolución proletaria pondrá fin al capitalismo. Los proletarios, enormemente numerosos y conscientes de su situación, arrebatarán a los capitalistas la propiedad de los medios de producción y se instaurará de este modo la dictadura del proletariado, última forma del Estado, previa a su definitiva desaparición en la sociedad comunista.