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A finales de Edad Media empieza a alborear una nueva era, el Renacimiento, que da paso a la Edad Moderna. Se gesta en el siglo XIV en Italia, de donde se extenderá al resto de los países durante los siglos XV y XVI. El Renacimiento es un amplio movimiento cultural que supuso el renacer de la cultura clásica griega y latina, junto con la valoración del hombre y del mundo
Esta revolución, el Renacimiento, que puso el ser humano en el centro del universo, tiene un antecedente fundamental en la obra de Francesco Tetrarca. A pesar de haber vivido en el siglo XIV, Francesco Petrarca es un hombre de la Edad Moderna, un gran humanista que rescató, estudió y difundió con un trabajo incansable los grandes autores clásicos, y fue punto de partida de la lírica renacentista europea.
Su principal obra es el Cancionero, el primer libro europeo de poesía con un sentido unitario: el amor no correspondido de Laura, mujer casada de la que se enamoró. En la obra confluyen tres corrientes: la tradición provenzal-trovadoresca, cuyo código del amor cortés seguía ejerciendo un importante influjo; la de la poesía de la corte siciliana, del siglo anterior que impuso sus innovaciones formales y la influencia más directa del dolce stil novo: pero Petrarca ya no ve en Laura a la dama angelical de Dante, sino a una mujer real, aunque idealizada, capaz de despertar sus deseos. El Cancionero representa una auténtica revolución literaria, pues en él se desarrollan todos los tópicos amorosos que van a alimentar la lírica europea durante tres siglos.
Desde su nacimiento, el Cancionero fue considerado una obra maestra. La influencia de Petrarca fue tan importante en toda Europa que dio lugar al petrarquismo, corriente estética que imita el estilo, las estructuras de composición, los tópicos y la imaginería este gran poeta y que se extendió por toda Europa con el Renacimiento y hasta comienzos del siglo XVIII .
Formalmente, el petrarquismo introdujo en la literatura el soneto, que será la estrofa más usada en los siglos de oro (XVI y XVII), así como el endecasílabo como verso. Además las composiciones se reunieron en colecciones estructuradas al modo de cancioneros petrarquistas, en forma de serie de poemas que documentan la historia sentimental del amor por la dama, en evolución desde lo sensual a lo espiritual por influjo de las teorías amorosas del platonismo, que considera el amor como algo abstracto. En los temas destaca, además del amor, el protagonismo de la naturaleza (bucolismo) y la mitología. Hay, además, abundancia de metáforas que serán empleadísimas en la posteridad, así como imágenes con referencias a la naturaleza, sobre todo para describir a la amada (oro, perlas, estrellas, aurora, clavel…).
Herederos de esta lírica serán Boscán y Garcilaso de la Vega en el Renacimento español. Ambos renovaron la poesía con sus obras y con las formas que utilizaron en ellas, especialmente los endecasílabos y los sonetos.
En el S. XVII, durante el Barroco, continúa la admiración por la cultura clásica y por la latina, pero se buscan otros modelos capaces de reflejar la situación convulsa de la época. Como consecuencia, el petrarquismo entró poco a poco en el seno del Manierismo y llegó a convertirse en algo artificial, científico y frío. A la armonía, equilibrio y serenidad renacentista le sucederán en el Barroco los contrastes, la artificiosidad, además de las hipérboles. En esta época tan ávida de novedades, no se aportan apenas innovaciones en la versificación, donde sigue destacando el uso del soneto. Es fácil apreciar indicios de la lírica petrarquista en Góngora, cuando cultiva los temas del amor no correspondido o de la pasión inútil; en Quevedo aunque superó, transformó y dotó de una gran intensidad emotiva la relación amor- vida – muerte, por ejemplo. Por su parte, Lope de Vega también mostró una vena italianizante en su obra lírica.
A diferencia de Inglaterra y España, en Francia el teatro tuvo un auge más tardío y menos popular en la segunda mitad del siglo XVII. Será de carácter más elitista y únicamente la comedia con Moliere gozará del favor popular, aunque nunca llegará al entusiasmo de los espectadores ingleses o españoles. En Francia, el teatro se vio afectado por la misma pretensión de verosimilitud y racionalismo que el resto de los géneros.
El teatro clásico es llamado también teatro regular porque respeta la necesidad de que las obras se subordinaran a la regla de las tres unidades:
un solo tema sobre la realidad contemporánea (comedia) o la historia yleyenda (tragedia); con ello se pretendía la claridad de composición (frente a la dualidad tan frecuente en el teatro español y en el inglés).
un solo escenario, con decorado sencillo en nombre de un ideal de verosimilitud. Lo que suceda en otros espacios debe narrarse en escena.
la acción no puede durar más de un día, lo que obliga a la acumulación de sucesos en un breve lapso de tiempo.
División de la obra en cinco actos.
Además, rechaza la mezcla de géneros. Se debe separar lo trágico de lo cómico:
la tragedia era grave, por tanto, debía escribirse en un estilo solemne y siempre en verso; en cambio, la comedia podía presentarse en verso o prosa, los personajes burgueses o bajos y el lenguaje, común pero nunca vulgar.
Se debía perseguir una finalidad moral y guardar el decoro poético, es decir, prescindir de las palabras y sucesos que contribuyeran al mal gusto (muertes en escena, sangre, excesos de patetismo…).
El género más representativo del teatro francés es la tragedia, primero Pierre Corneille y después Jean Racine la llevan a su máxima expresión. Solo la comedia con Molière, como hemos dicho, logrará el favor popular
Fue el creador de la tragedia clásica francesa.
Conocía muy bien el teatro clásico y adaptó a su época muchos temas romanos. La tragedia El Cid, es su obra más conocida y suscitó también una enconada polémica, sobre todo porque rompía con las tres unidades teatrales clásicas (de tiempo, de lugar y de acción), pero tras las críticas de los preceptistas decidió cambiar.
Entre 1640 y 1642, las tragedias Horacio y Cinna lo confirmaron como el mayor dramaturgo de su época; en ellas, el autor se mantuvo dentro de los límites de las unidades clásicas, tal como haría a partir de entonces, y demostró el absoluto dominio que tenía sobre ellas. A la muerte de Richelieu, gozó de la protección de Mazarino y fue admitido en la Academia Francesa (1647).
Su gran mérito fue haber diseñado el modelo de la tragedia francesa, que posteriormente desarrolló y mejoró Jean Racine, más joven que él.
Su educación jansenista, de una acentuada severidad moral, lo marcó profundamente en su concepción de la tragedia, impregnada siempre de un grave pesimismo.
Sus tragedias se centraban, sobre todo, en problemas estrictamente psicológicos.
Sus personajes están indefensos frente a sus propias pasiones y viven siempre insalvables dramas interiores provocados por estas pasiones irrefrenables (la ambición, el amor, los celos,…). Finalmente, sucumben ante un destino adverso, aunque logran una gran consideración moral.
Sus tragedias, sobrias y elegantes, se someten estrechamente a las reglas clásicas y se inspiran en temas griegos (Andrómaca, Fedra, considerada su obra maestra…), romanos (Berenice), orientales o bíblicos (Esther).
Jean Baptiste Poquelin, Moliere (1622-1673), era gran aficionado al teatro por el que renunció a sus estudios de derecho para incorporarse a una compañía. Es considerado el padre de la Comédie Française. Es el hombre de teatro por excelencia, autor, actor y director a la vez. Tras recorrer Francia, se instaló en París, donde gozó del favor real, aunque tuvo que enfrentarse a numerosos enemigos pertenecientes a la nobleza y a la Iglesia.
La finalidad de su teatro era “enseñar a los hombres cómo son sin dejar de divertirlos”. Por eso, los temas más frecuentes se relacionan con la familia, la educación, la condición de la mujer y la crítica al machismo, así como el más destacado de todos ellos, la hipocresía.
Moliere critica sin piedad esta conducta. Todas sus obras incluyen una intención satírica:
ridiculizar y mostrar los vicios y comportamientos de su época: la pedantería (Las preciosas ridículas)), el engreimiento de los nuevos ricos (El burgués gentilhombre), la ignorancia de ciertos profesionales (El médico a palos), la hipocresía religiosa (Tartufo), etc.
Traza un amplio fresco de los defectos de su sociedad con una visión crítica de las costumbres de sus contemporáneos. Destaca en su teatro el estudio de la psicología de los personajes (el hipócrita, el avaro…). Por su obra desfilan los más diversos tipos, estamentos y profesiones: comerciantes, médicos, profesores, cortesanos… Sus personajes son universales porque encarnan una pasión o un carácter, pero siempre son ridículos: el avaro, el misántropo, el hipócrita, los pedantes… Además, son criaturas vivas, perfectamente individualizadas.
Sus comedias son de caracteres: la acción interesa únicamente como medio para hacer una pintura completa de los personajes. En la mayoría de sus obras, el protagonista, que suele simbolizar un defecto en grado máximo, se opone al matrimonio de los jóvenes, quienes acaban consiguiendo su propósito con la ayuda de los criados. Así ocurre en El avaro, El misántropo, El enfermo imaginario…
Consigue hacer reír a carcajadas usando todos los recursos de la comedia: comicidad de gestos (muecas, carreras…); comicidad verbal (rapidez de diálogos, juegos de palabras, interrupciones…) y comicidad de situaciones (encuentros inesperados, malentendidos…).
Molière prefiere los finales felices aunque, a veces el desenlace, alegre en apariencia, esconde una amarga realidad.
Cervantes es uno de los grandes escritores de la literatura española y universal.
Sin duda, su fama la obtiene por la mejor obra que escribió: Don Quijote de la Mancha, con el propósito de criticar las novelas de caballerías o, como él mismo dijo, de poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatas historias de los libros de caballerías. Sin embargo a medida que va avanzando la escritura, el propósito inicial fue ampliamente superado. Cervantes construye una obra que refleja la sociedad de su tiempo y el comportamiento humanos y pone de manifiesto una serie de valores positivos: la justicia, la defensa del débil, el heroísmo, la caballerosidad, el valor de la palabra dada, etc.
Sus innovaciones en El Quijote son tan importantes que convertirán la obra en punto de referencia del género novelístico a partir del siglo XVII, tanto por la novedad formal que supone, pues sienta las bases de la novela moderna, como por el contenido, ya que se trata de la genial plasmación del conflicto entre el hombre y la sociedad. Entre sus méritos más destacados se encuentran:
la obra se aleja de las novelas idealistas de la época y crea un universo parecido al real.
Ya no hay héroes, Don Quijote no lo es, los personajes aparecen con sus miserias y grandezas, como cualquier ser humano real.
el conflicto entre el hombre que desea llevar a cabo su sueño y un entorno familiar y social que se lo impide se convertirá en uno de los temas más imitados de la literatura. Don Quijote se convierte en el símbolo del hombre que se enfrenta al mundo por mantener sus ideales en su deseo incomprendido de crear una sociedad más justas y más hermosa.
este rasgo contrasta con el carácter inmóvil del héroe clásico. Don Quijote y Sancho se transforman y cambian conforme avanza la novela. Al principio encarnan posturas e ideales opuestas, Don Quijote representa el mundo ideal y fantástico, lo mueven el amor a su dama y la justicia; Sancho encarna la realidad cotidiana. Sin embargo, a medida que viven sus aventuras juntos van transformándose e influyen el uno en el otro hasta el punto que Don Quijote recupera la razón y Sancho se vuelve más idealista es soñador.
Los diálogos son magistrales: cada personaje se expresa en el registro lingüístico apropiado a su condición social y personalidad y en el de aquel a quien se dirige. Don Quijote utiliza el lenguaje de los caballeros y cuando le conviene, el lenguaje coloquial; Sancho el del pueblo, con abundantes incorrecciones, su rasgo más característico son los refranes y cuando quiere imitar a su amo utiliza un lenguaje culto y retórico. La gran novedad de Cervantes es haber creado personajes autónomos, humanos, a los que va construyendo la lengua, el habla, el diálogo.
Una técnica absolutamente moderna es la del perspectivismo narrativo:
La complejidad de la novela se basa en buena medida en el narrador y en el juego perspectivas del que se sirve Cervantes para contar la historia. Existen al menos tres narradores diferentes:
Al principio Cervantes dice basar la historia en los datos que ha encontrado en los archivos de Salamanca. Este documento que le sirve de base termina con los acontecimientos del capítulo octavo de la novela.
Cervantes explica que por casualidad se ha encontrado un manuscrito en árabe que contiene la continuación de la obra y cuyo autor sería el historiador Cide Hamete Benengueli, segundo narrador. Con este recurso – denominado técnica del manuscrito encontrado – Cervantes intenta incrementar el carácter verosímil de la historia.
Cervantes dice contratar a un morisco para que traduzca el manuscrito y, por tanto, el texto que leemos sería una traducción. De esta manera interviene un tercer narrador que es el traductor. La novela adquiere diferentes puntos de vista (objetivismo, subjetivismo) e introduce nuevas técnicas narrativas: la del narrador principal omnisciente que en ocasiones usa la primera persona; los autores ficticios, Cidi Hamete Benengeli y el morisco aljamiado traductor del manuscrito.
Además los narradores-personajes que cuentan relatos de distintos tipos.
“un tal Cervantes”, personaje de la realidad, es el autor de una obra (La Galatea) que ha leído Don Quijote (personaje de ficción), el cual, a su vez, se entera que se ha publicado en 1605 la primera parte del Quijote y que ha tenido gran éxito.
la novela caballeresca, pastoril, sentimental, morisca, etc), mediante la inserción de historias puestas en boca de distintos personajes. Cervantes consigue integrar todos los elementos narrativos (personajes y trama) en torno a Don Quijote, lo que dota a la obra de coherencia y unidad a las dos partes.
amable, comprensivo con los defectos y fracasos humanos. Es un humor como respuesta a la desesperanza. Y lo consigue mediante chiste, equívocos inadecuados, la narración de situaciones cómica.
Los contemporáneos de Cervantes solo vieron en la obra un divertido libro de burlas, sin embargo desde el XVII ha habido muchas ediciones, se trata del libro más editado y más traducido después de la Biblia, y su éxito se ha mantenido desde su publicación. Además, no existe ninguna obra en la literatura universal que haya sido admirada durante tanto tiempo y con tanta unanimidad.
A partir del Romanticismo, El Quijote se convierte en un símbolo del hombre que se enfrenta al mundo por mantener sus ideales. Su influencia ha sido decisiva en la novela realista del XIX y en el siglo XX está presente en los principales renovadores de la narrativa: Kafka, Proust, Joyce, García Márquez o Torrente Ballester por citar solo unos cuantos.
Los análisis del Quijote, desde entonces, han sido múltiples, y ahí radica su grandeza: en la validez de sus variadas interpretaciones.