Portada » Lengua y literatura » Que significación tiene pio baroja en la literatura española
Se detecta en sus obras la influencia de filósofos irracionalistas:
gran preocupación por los grandes temas de la existencia humana: el sentido de la vida, el destino del hombre, el paso del tiempo, la existencia de Dios…Expresan en sus obras la inquietud por la situación del país y conceden especial importancia a la regeneración nacional e individual. Adoptan una postura idealista ante la regeneración social. Frente al pragmatismo de los regeneracionalistas, los del 98 muestran su incapacidad para pasar a la acción y aplicar las reformas que proponen. A los problemas concretos solo ofrecen respuestas filosóficas.
Su preocupación por la situación nacional convierte el tema de España en el eje central de sus obras. Parten de un conocimiento profundo de la realidad española y consiguen a través de sus viajes y de la lectura de los autores clásicos. Exaltan el paisaje y los pueblos, y se interesan por su historia en la que esperan descubrir la esencia de lo español. En sus escritos realizan una revisión del pasado y muestran una sensibilidad especial ante los aspectos más desoladores de la realidad nacional. Critican, sobre todo, a los gobernantes corruptos, el atraso del campo y los vicios nacionales. Creen que los problemas de España hallarán solución en la medida en que se produzca en el pueblo un cambio de mentalidad.
El deseo de modernizar el país le hace volver sus ojos a Europa y expresar la necesidad de “europeizar a España”. En una segunda etapa, reivindican los valores nacionales, los valores “más castizos”, y hablan de “españolizar a Europa”.
Los autores del Grupo del 98 buscan la esencia de lo español y de los valores eternos en las tierras de Castilla, en su historia y en su literatura. Aman los viejos pueblos y el paisaje castellano, y reivindican a escritores españoles medievales y clásicos y admiran a Larra.
Todos muestran su afán por renovar literariamente nuestra lengua. Con el fin de transmitir con claridad sus ideas, defienden un estilo antirretórico caracterizado por la sobriedad y la precisión.
Además del auge del ensayo y del periodismo, cauces apropiados para el desarrollo de sus ideas, modernizan los géneros tradicionales, lo que supusieron un profundo cambio en la narrativa de la época. Sus obras ofrecieron nuevos caminos a la creación literaria.
Los escritores del 98 se proponen renovar el género narrativo y romper con el modelo decimonónico realista. Todos intentan romper con el modelo de novela realista. La novela será la ruptura con la “mímesis”: no se trata de imitar la realidad sino que consiste en una obra de creación, una obra de ficción que se rige por sus propias leyes.
Frente al narrador omnisciente realista, estos subrayan la presencia del narrador en la obra y la subrayan de dos maneras: ellos son los narradores que enjuician a sus personajes; y son jueces de lo que ocurre en la obra.
Se va a prescindir del marco espacio-temporal para centrarse en la historia humana, y dentro de ella en lo interno, en su manera de ser, su manera de sentir, sus creencias y sus posicionamientos.
Si en el Realismo el argumento se nos presentaba como una concatenación de causas y efectos, los del 98 van a romper con esta coherencia, alegando que la vida en sí no es coherente, que en ella impera la casualidad, el caos y el desorden y que en la vida unas causas determinadas tienen, a menudo, unos efectos totalmente contrarios a los esperados.
Como ensayista, los temas que más preocupan a Unamuno son los siguientes:
Al preguntarse por la esencia de lo español, diferenció entre historia e intrahistoria. Para Unamuno, el verdadero carácter del pueblo se manifiesta en la intrahistoria, es decir, la “vida silenciosa de millones de hombres sin historia”. En su obra En torno al casticismo ataca el falso casticismo paralizante y defiende la europeización. Estas ideas entraron después en crisis y en Vida de don Quijote y Sancho, defiende la necesidad de españolizar Europa.
El ser humano siente terror a la nada y desea existir eternamente; por ello, necesita un Dios que garantice su perdurabilidad después de la muerte. Unamuno identifica la necesidad religiosa con el ansia de inmortalidad. Toda su vida fue una lucha entre el deseo de creer y la falta de fe. Destaca, pues, su ensayo Del sentimiento trágico de la vida.
Como novelista, Unamuno renovó el género y, con el fin de justificar las importantes innovaciones que introdujo, inventó la palabra nivola para denominar su modelo narrativo.
Todas sus obras, menos la primera (Paz en la guerra), se ajustan a este molde caracterizado por:
Aunque produce una sensación de cierto descuido en la forma de escribir, la crítica actual está valorando su estilo a la luz de sus ideas sobre la novela:
El teatro español del primer tercio de siglo se reparte en dos frentes:
Unamuno cultivó el teatro como un cauce más para presentar los conflictos humanos que le obsesionaban. Estaremos, pues, ante dramas de ideas, con un diálogo denso y sin concesiones a las exigencias escénicas. No era un teatro que podía triunfar. Destaquemos dos títulos: Fedra (1911), sobre la persona impar que intenta vanamente completarse a través del amor, y El otro (1927), que plantea el problema tan unamuniano de la personalidad.
Azorín hizo tardíamente unos experimentos teatrales que iban en la línea de lo irreal y lo simbólico. Así, por ejemplo, Angelita (1930) sobre su obsesión por el tiempo, y su obra más interesante, Lo invisible (1928), trilogía integrada por un prólogo y tres piezas independientes (La arañita en el espejo, El segador y Doctor Death de 3 a 5), unidas por el sentimiento de angustia ante la muerte.
Valle-Inclán, autor cuya obra desarrollaremos más adelante, destaca por una singular evolución, paralela a su cambio ideológico progresivo: de un Modernismo elegante y nostálgico a una literatura crítica, basada en una feroz distorsión de la realidad. Sin embargo, debe evitarse el reducir su trayectoria a dos etapas (la primera modernista y la segunda, esperpéntica) separadas por un corte neto. Entre las Sonatas y los “esperpentos” de los años 20 hay distancia, pero entre aquellas y estos hay una línea ininterrumpida: hay “esperpentización” antes que esperpento.
Significación literaria del Grupo del 98.
Los noventayochistas contribuyeron poderosamente a la renovación literaria de principios de siglo. Como los modernistas, repudiaron la retórica o el prosaísmo de la generación anterior.
Sus novedades estilísticas se centran en la voluntad de ir a las ideas, al fondo. Con ello enlaza el sentido de la sobriedad, acompañado de un exigente cuidado del estilo, así como el gusto por las palabras tradicionales, siguiendo el principio de Azorín de “deber de ensanchar el idioma”.
En otro plano, destaquemos el subjetivismo como rasgo esencial, que les acerca al Modernismo, y de ahí el lirismo de sus obras, desvelando el sentir personal de los autores, siendo difícil separa “lo visto” de “la manera de mirar”: paisaje y alma, realidad y sensibilidad llegan a fundirse íntimamente.
En suma, la renovación estéticas de los noventayochistas es tal, y tales sus logros literarios, que no en vano la crítica ha abierto con ellos y con los modernistas la Edad de Plata de nuestra literatura.