Portada » Arte » Elementos arquitectonicos de la mezquita de cordoba
La obra objeto de análisis es una arquitectura, concretamente el interior de un edificio de función religiosa (sala de oración o haran) perteneciente al mundo musulmán: la Mezquita de Córdoba.
Para la construcción de esta obra se empleó la piedra labrada en forma de sillares, construyéndose los muros con arreglo al sistema de a soga y tizón utilizado por los romanos. También se utilizó el ladrillo, la mampostería, la madera y el yeso para la decoración. En general, los árabes empleaban materiales pobres cubiertos de yeserías, pero en la mezquita usaron la piedra, lo que nos denota la importancia económica de Al Andalus durante la época del Emirato y del Califato de Córdoba.
Los elementos sustentantes que se observan en la sala de oración son las columnas y los pilares superpuestos. Las columnas son de fuste delgado, con capiteles corintios, algunos de ellos aprovechados de una construcción anterior, la Basílica visigoda de San Vicente. Para conseguir mayor elevación superpusieron a las columnas unos pilares. Todo el conjunto está trabado por una doble arquería: la de encima, que sostiene el techo, está formada por arcos de medio punto; la de abajo, por arcos de herradura, cuya finalidad es trabar los pilares entre sí y evitar el derrumbamiento de las naves.
En el exterior se utilizó el muro, reforzado con contrafuertes y ordenado según el sistema romano de a soga y tizón.
Los principales elementos sustentados son los arcos, las bóvedas y las pequeñas cúpulas para cubrir pequeños espacios. Los arcos utilizados fueron muy variados, destacando los de medio punto y herradura , explicados anteriormente, los de herradura apuntados, los lobulados, los mixtilíneos, etc. Muchos de esos arcos cumplen función arquitectónica, pero otros simplemente decoran. Era costumbre entre los arquitectos musulmanes la decoración de las dovelas; en la sala de oración se observa la alternancia del blanco y el rojo (piedra y ladrillo respectivamente) o superficie lisa y superficie decorada con atauriques. También solían enmarcar determinados arcos en un alfiz, decorando las albanegas, como ocurre en la entrada del Mihrab.
Entre los elementos sustentados merece especial atención la cúpulas. La del Mihrab es gallonada y está decorada con mosaicos bizantinos. La de la macsura está formada a base de arcos que se cruzan dejando oquedades a modo de celosías que luego se rellenan.
La mezquita de consta de las siguientes partes:
Es la torre desde donde se llamaba a los fieles a la oración.
Está dividida en diecinueve naves, separadas por columnas y pilares superpuestos, orientadas perpendicularmente hacia la quibla, muro que da al sur, en dirección a La Meca. En Al Andalus, los musulmanes acudían a La Meca por el sur, cruzando el estrecho de Gibraltar y continuando por el norte de África.
Es una capilla situada en la quibla, Estaba ricamente decorada, ya que era un lugar destinado al califa.
Es el espacio situado frente al Mihrab, habitualmente cercado por motivos de seguridad para aislar por motivos de seguridad al Califa y su familia.
En la Sala de Oración de la mezquita podemos comprobar que en los muros predomina claramente el macizo. Esta situación, unida a la amplitud de la Sala, provoca una gran oscuridad en el interior.
En la mezquita se utilizó una exquisita decoración, realizada con yesería formando arabescos: (atauriques, lacerías, epigrafías).También destacan los modillones en rollo en el arranque de los pilares, arcos entrecruzados en la macsura, dovelas de colores o decoradas, mosaicos en las cúpulas, etc.
La obra objeto de análisis pertenece al arte hispanomusulmán del periodo del Emirato y del Califato. Las características son:
Lo esencial es la arquitectura, quedando la escultura y la pintura relegadas a un segundo plano por cuestiones religiosas. Las principales construcciones fueron las mezquitas y los palacios.No es una arquitectura original, exceptuando la decoración. Generalmente los árabes aprovechaban elementos arquitectónicos de los pueblos dominados. En España, por ejemplo, el arco de herradura ya lo habían utilizado los visigodos.
Generalmente utilizaron materiales pobres. La piedra fue poco usada, ya que su extracción y labrado eran costosos y los árabes preferían construir deprisa. En la mezquita si se utilizó la piedra. Usaron preferentemente el ladrillo, la mampostería, la madera y el yeso.
Como elementos sustentantes utilizaron preferentemente los muros, las columnas y los pilares Estos últimos eran generalmente delgados, ya que no soportaban mucho peso, pues las techumbres eran livianas.
Como elementos sustentados usaron los arcos de medio punto, lobulados, peraltados, de herradura y mixtilíneos. Las dovelas solían decorarlas con colores o atauriques y enmarcaban los arcos en un recuadro o alfiz.
Las cubiertas. Utilizaron tanto las cubiertas planas como las abovedadas: cañón, gallonada de mocárabes, nervada de arcos cruzados, etc. Entre las cubiertas adinteladas destacan las triangulares, recubiertas exteriormente con tejados e interiormente con artesonados de madera ricamente decorados.Importancia del papel de la decoración a base de yeserías:
decoración a base de motivos vegetales con tallos y hojas que se enroscan y cubren toda la superficie.
decoración geométrica formada por líneas que se entrecruzan.
escritura árabe realizada en yeso; generalmente son dedicatorias, poemas o sentencias del Corán. Para proteger las partes bajas de las paredes utilizaron el alicatado (se observa mejor en la Alhambra de Granada). Eran piezas a base de barro vidriado. Esa decoración solía cubrir y esconder los pobres materiales empleados por los árabes.
La función de la mezquita es religiosa, el lugar sagrado donde acudían los musulmanes para hacer la plegaria en común. Por lo tanto, es el centro de oración y religioso por excelencia de los musulmanes.
La mezquita se localiza en Córdoba. Las obras se iniciaron en el siglo VIII sobre el solar de la antigua basílica visigoda de San Vicente, de la que se aprovecharon algunos elementos, pero fue ampliándose en los siglos posteriores. La parte más antigua se debe a Abd Al Rahman I. Constaba de once naves separadas por columnas aprovechadas y pilares superpuestos unidos por una doble arquería.
Su planta conjuga magistralmente dos tipologías conocidas, la basilical y la de cruz griega cubierta por una gran cúpula. De la basílica toma las tres naves (la central más ancha que las laterales) y el ábside y de la segunda, la cruz griega inscrita en un rectángulo que casi es un cuadrado. La enorme cúpula (de 31 metros de diámetro) se apoya en cuatro grandes machones que, a través de cuatro triángulos curvilíneos (pechinas) permiten el paso de la planta cuadrada a la circular. Pero los empujes que esta cubierta genera se dirigen también en sentido lateral, para lo cual se colocan bóvedas de cuarto de esfera, cuyos empujes son, a su vez, recibidos por otras menores de igual forma y por dos bóvedas de cañón, contrarrestadas también por gruesos estribos. Solucionado el problema de empujes y del paso del cuadrado al círculo gracias a las pechinas, esta enorme cúpula fue también posible porque en su construcción se emplearon tanto piedra porosa como teja, para hacerla menos pesada y porque su tambor se horadó totalmente con ventanas, con lo que se aligeró aún más.En Santa Sofía contrasta enormemente el distinto tratamiento que se le da al interior y al exterior del edificio. En el exterior, el edificio se concebía como un ejemplo de equilibrio, con nítidos volúmenes, que dejaban traslucir la estructura interna, con los materiales desnudos, sin decorar. Recordemos que los minaretes que presenta en la actualidad son un añadido posterior a la toma de los turcos de Constantinopla, cuando se convirtió en mezquita. En el interior, en cambio, el efecto es otro. Se trata del espacio más importante, dominado por la gran cúpula que, a causa de las ventanas del tambor parece estar ingrávida, elevándose en el aire. Como los muros interiores estaban totalmente decorados, la intensa luz del Mediterráneo oriental al derramarse sobre ellos, crea una sensación de irrealidad, de espacio realmente “mágico”, encantado, dedicado a la divinidad, que no es de este mundo. La cúpula acentúa la concepción de espacio central (símbolo celeste por estar más cerca del cielo, por tanto representa a la Divinidad, que también se manifiesta por la luz que emana de ella), aunque no debemos olvidar que columnas, exedras y casquetes crean también una tensión longitudinal de esencia basilical.
En la nave central nos encontramos con otra de las peculiaridades de Santa Sofía, la tribuna, en la que le monarca tiene su trono. El antiguo matronium cede su puesto al palco real, lo que va a servir de modelo para las iglesias palatinas occidentales. En las laterales destaca también la galería de arcos que horadan el muro, lo cual es posible al no tener que contrarrestar las presiones de la cúpula, gracias al sistema de contrarrestos ordenado descrito más arriba.
Esta iglesia es un lugar dedicado tanto a la glorificación de Dios como del Emperador, con una jerarquización del espacio que deja traslucir el rígido protocolo de la corte, reflejo de la influencia oriental en la cultura bizantina.
El actual mihrab de la mezquita de Córdoba (hubo otros antes de que el edificio fuese experimentando sus sucesivas ampliaciones) es fruto de la gran reforma del templo llevada a cabo en la segunda mitad del siglo X durante el gobierno del califa Al-Hakam II (961-976). La construcción del mihrab formó parte de un amplio programa de modificaciones en el que se incluyeron también la ampliación de las naves de oración y la creación de una nuevamaqsura (espacio próximo al mihrab, reservado para el gobernante). Actuaciones todas ellas dirigidas por Chafar, el chambelán de palacio, y en las que colaboraron los más destacados artesanos de la Córdoba de la época, hasta la conclusión de las obras en 966.
Planta (izquierda) y alzado (derecha) del mihrab de la mezquita de Córdoba.Así pues, el mihrab de la aljama cordobesa es un excelente ejemplo no tanto de las soluciones constructivas de época califal (hablamos en este caso de una pieza de muy reducidas dimensiones: tres por tres metros), sino sobre todo de las concepciones entonces existentes sobre la decoración de las partes más destacadas de un edificio religioso y, lo que es más importante aún, acerca de la simbología aplicable precisamente a esos elementos ornamentales ya que, como es sabido, la religión islámica es poco amiga de las representaciones figuradas y, menos todavía, en las mezquitas. Pero además, este mihrab cordobés es también demostrativo de cómo concepciones de muy diversa procedencia oriental (bizantinas, arábigas, persas, etc.) acabaron triunfando en la arquitectura andalusí.
Pese a su reducido tamaño, el mihrab cordobés posee una gran originalidad, ya que con anterioridad a esta construcción los modelos existentes se reducían a pequeñas hornacinas abiertas en el muro de la qibla. En este caso, nos hallamos ante una habitación de planta poligonal (siete lados) que verticalmente podemos dividir en tres zonas: un zócalo marmóreo, un friso intermedio en el que encontramos seis arquillos ciegos polilobulados sobre los que se dispone una banda con versículos del Corán y, por último, una cubierta en la que se hia colocado una bóveda octogonal hecha en yeso y que adopta la forma de una concha (bóveda avenerada). Debe recordarse que este espacio, vedado a los fieles, es el más íntimo y sagrado del templo, ya que simboliza la presencia de Alah en la mezquita y, por otra parte, es el lugar junto al que se coloca el imán cuando debe dirigir la oración.
Izquierda: bóveda avenerada del interior del mihrab. Derecha: fachada del mihrab.
Pero sin lugar a dudas lo más destacado de este conjunto es la decoración de la portada que lo comunica con el resto de la mezquita. En sus laterales se han dispuesto zócalos de mármol decorados con ataurique, mientras que en el centro encontramos un gran arco de herradura sostenido en jambas del mismo material y en las cuales, hacia el intradós, se han integrado las cuatro columnas de mármol que ya estaban presentes en el anterior mihrab, levantado por Abd al-Rahman II a mediados del siglo IX.
El arco al que nos referimos muestra todas su dovelas decoradas y se remata con un amplio alfiz. Las albanegas van adornadas con roleos vegetales y por encima de ellas, corre un friso con inscripciones cúficas que alaban a Alah. Aún más al exterior, otro friso que también corre por los laterales del arco, como si se tratase de un segundo alfiz, mantiene los mismos repertorios, esta vez en un brillante color azul. Finalmente, en su parte superior, el conjunto se remata con siete arcos polilobulados ciegos en cuyos interiores podemos apreciar estilizados árboles de la vida policromados.
En toda esta fachada se combinan distintas técnicas artesanales: talla del mármol, yesería, cerámica, pintura y decoración musivaria. En este sentido es conocida la participación en el proceso de un musivario bizantino, enviado hasta Córdoba por petición del califa al basileus de Bizancio, Nicéforo Focas. El desconocido artista bizantino dejó aquí sobradas muestras de su pericia y de sus cualidades artísticas, trabajando con teselas de dimensiones muy reducidas, elaboradas en distintos materiales, para lograr que los efectos de policromía aportasen al conjunto más belleza todavía.