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a. El presente artículo reflexiona sobre la definición del término antropología aplicada a la luz de los desafíos que enfrente la disciplina antropológica en el Siglo XXI, desde el punto de vista teórico, metodológico y de aplicación práctica en el más amplio sentido. Si bien el tema está abierto a debate y no se puede llegar a conclusiones taxativas, sí es posible proponer algunas ideas al debate.
Puede llevar a confusión el hecho que en la antropología social exista un ámbito denominado “antropología social aplicada”. Se puede argüir, apresuradamente, que la antropología social en su origen estuvo pensada para asuntos académicos de elevada abstracción —o para el mero registro de datos etnográficos— y que sólo en el último tiempo ha sido llevada, más por impulsos externos que internos, hacia la resolución de problemas sociales “reales”. Asumir dicha hipótesis significaría desconocer aspectos tales como, que la disciplina desde sus inicios, para bien o para mal, asumió situaciones sociales, tan delicadas, como responsabilidades en la administración de las colonias de Estados Unidos y de países de Europa. Lo cual nos habla de que ya en sus inicios como disciplina científica, la antropología social se desarrollaba de la mano con una antropología aplicada.
Se denomina antropología social aplicada a aquella subdisciplina de la antropología social que se basa en la “aplicación de datos, perspectivas, teoría y métodos antropológicos para identificar, evaluar y resolver problemas sociales” (Kottak 2000:28). El término designa, “tanto en Estados Unidos como en Inglaterra, aquellos antropólogos empleados por agencias u organizaciones involucradas en inducir cambios en pro del bienestar humano”’ (Bennett 1996:25). Dentro de esta definición, se incluyen todas aquellas áreas temáticas en las cuales los antropólogos sociales desempeñan funciones prácticas, ya sea como responsables directos o indirectos de la aplicación de medidas de intervención en problemas sociales, en ámbitos relacionados con la aplicación práctica de conocimientos y métodos antropológicos.
Lo primero que habría que precisar al respecto consiste en que la antropología social aplicada no es en ningún caso una asignatura académica del nivel de abstracción que la teoría estructuralista, funcionalista o materialista, ni menos de un nivel práctico como sucede con las asignaturas de métodos en los programas universitarios de la disciplina. La antropología social aplicada se ha ido configurando más bien a partir del trabajo y la experiencia de los propios antropólogos sociales, cuando éstos asumen empleos en la administración pública, agencias de desarrollo u organismos no gubernamentales y, en menor medida, en empresas. A partir de esta experiencia, se ha ido desarrollando una tradición disciplinaria que conecta el conocimiento académico con los problemas sociales que existen en el entorno.
Sin embargo, para hacerse una idea acerca de qué es lo que realmente hacen los antropólogos sociales que trabajan en el ámbito de la antropología aplicada, debe responderse la pregunta acerca de cómo se definen los “problemas” a los cuales se encuentran llama-dos los antropólogos sociales. Cuando decimos que la antropología social aplicada se orienta a resolver problemas sociales, nos referimos a situaciones que poseen una valoración particular que les da la calidad de problemas a resolver, sin embargo el término problema social nos queda demasiado amplio. Son problemas sociales los juicios laborales, la caída de la bolsa de valores y una colisión de trenes de pasaje-ros, sin embargo no parecen ser el tipo de problemas sociales para los cuales se destinan los antropólogos sociales. En cambio si mencionamos problemas sociales como la pobreza, la calidad de la educación o las migraciones campo ciudad, aparece más definida la necesidad de una antropología social aplicada.
En efecto, la antropología social aplicada se orienta a la resolución de problemas que han sido definidos como tales por otro sistema social, con el cual ha sido trabada una relación que posee una larga data. Es preciso establecer a qué sistema social se ha relacionado la antropología social, de modo de encontrar el punto de enlace que permita especificar el campo específico en el cual se desenvuelve la antropología aplicada.
En primer lugar, se debe establecer una definición reflexiva de la misma antropología social y específicamente de uno de sus ámbitos de estudio más antiguos. La antropología social aplicada corresponde al ámbito de estudios de la antropología política, pero en un sentido distinto al que se ha acostumbrado a denominar a esta subdisciplina. Los antropólogos sociales clásicos denominaban antropología política al estudio de los sistemas de organización del poder en sociedades exóticas y, con esto, se daba por supuesto que la política correspondía a un elemento cultural sobre el cual se pretendía dar cuenta mediante un estudio etnográfico, bajo la óptica positivista de la relación sujeto—objeto. La antropología social aplicada, entendida en un sentido reflexivo, corresponde al campo de estudio de la antropología política pero visto desde una observación de segundo orden, esto es, desde la perspectiva de un observador que observa sus observaciones (Arnold 1997). Cuando la antropología social destina sus conocimientos y sus técnicas hacia la resolución de problemas sociales, lo que implica esta orientación es apuntar hacia el sistema social de la política y coordinar sus operaciones con las operaciones del sistema político. Es efectivamente el sistema político el que tiene la función de tomar decisiones colectivamente vinculantes sobre temas que han sido definidos como de interés público.
Con esto no queremos decir que la propia antropología no tenga algo que decir respecto de los problemas sociales a los cuales se enfrenta, sino más bien lo contrario. Uno de los problemas de la antropología de fines del siglo XX fue reconocer que sus orígenes se encontraban atados a hechos políticos como la historia de la colonización en los países del norte. La reacción posmoderna de los antropólogos norteamericanos en los años 1970 obedecía en parte a esta situación. El reconocimiento de la antropología social aplicada como antropología política obedece, más bien, a observar que la práctica del conocimiento antropológico para resolver problemas sociales obedece al modo de acoplamiento del conocimiento científico en la resolución de problemas que son de interés público.