Portada » Arte » Fachadas de capillas
En el centro de la ciudad de Santiago se erige la obra que culmina el románico en la península Ibérica: la catedral que guarda las reliquias del apóstol.
El obispo Gelmírez será el principal promotor del proyecto en el último tercio del siglo XI. La conclusión provisional de la edificación tendrá lugar en el año 1122. Entonces estaría terminado el templo excepto la fachada occidental y el tramo inmediatamente anterior.
La catedral presenta una planta característica de las iglesias de peregrinación, con tres naves, amplio crucero también de tres naves con capillas semicirculares y una girola con capillas radiales. La central de estas es de planta cuadrada, las dos inmediatas semicirculares y las dos últimas poligonales.
Sobre las naves laterales y las del transepto corre una tribuna que contrarresta el empuje de las bóvedas de cañón de la nave central, permitiendo crear un espacio en el que los peregrinos podrían asistir al culto. Estas tribunas se cubren con bóvedas de cuarto de esfera.
La elevada nave central se cubre con bóveda de cañón y tiene casi 22 metros de altura, apoyándose en pilares de basa cuadrada y circular que se alternan. Sobre el crucero se eleva un gran cimborrio.
Las obras de la catedral finalizan en 1168 con la contratación, por parte de Fernando II, del maestro Mateo, el arquitecto que diseña la cripta sobre la que se asienta el último tramo de las naves y el pórtico entre las dos torres. La cripta servirá para salvar el desnivel del terreno, y sobre ella se alza la gran fachada occidental, tras la cual se encuentra el famoso Pórtico de la Gloria.
El edificio se proyectó con nueve torres que aportaban al conjunto un acentuado aspecto de fortaleza. Este aspecto vendría a constatar lo que era en realidad la catedral, es decir, el castillo del arzobispo.
En los extremos de los brazos del transepto se abrían grandes portadas monumentales en que se cortó elaborados programas iconográficos como la sensacional Puerta de Platerías.
La cabecera compostelana presenta un gran desarrollo en disponer las cinco capillas radiales del ábside con otras dos en cada uno de los brazos del transepto.
Tras el incendio sufrido en 1194 se comenzó en Chartres la construcción de una nueva catedral, tomando como modelo la de Soissons. El templo se consagró en 1260, en presencia de Luis IX.
Nos encontramos con una iglesia con planta de cruz latina el transepto se ha situado hacia la mitad del eje longitudinal, quedando una acentuada diferencia entre la zona situada al este del transepto y el resto del templo. La parte oriental de la iglesia está ocupada por el ábside oriental, alrededor se sitúa un doble deambulatorio con capillas radiales, quedando una estructura de cinco naves para comunicar la cabecera con el transepto, tomando como modelo Notre-Dame de París.
El transepto y el cuerpo de naves del lado oeste presentan tres naves que se abren al exterior en tres espectaculares portadas.
La nave central de Notre-Dame de Chartres es una de las obras maestras del gótico ya que se suprimen por primera vez las tribunas y se articula el muro en tres niveles, correspondiendo el inferior a las arcadas que separan las naves, la central el triforio y el superior en la galería de ventanas, donde la vidriera sustituye al muro para dar más luminosidad y ligereza al edificio. En Chartres se emplea de forma definitiva la bóveda cuatripartita, la habitual del siglo XIII, en la totalidad del templo. La forma de los pilares alterna sucesivamente entre cilíndrica y octogonal, coordinando los baquetones para crear una rítmica estructura: los pilares cilíndricos llevan baquetones poligonales y los pilares octogonales presentan baquetones redondeados.
En el exterior presenta potentes contrafuertes que indican la fortaleza de la construcción, sirviendo de apoyo alrededor en recibir empujones de los arbotantes, ya que en toda la catedral de Chartres encontramos el sistema de arbotantes para repartir las presiones, desarrollando su estructura de manera espectacular.
La construcción de esta catedral, obra maestra de la arquitectura gótica, se inició a instancias del obispo de París, Maurice de Sully. Presenta los mismos elementos constructivos que otras grandes catedrales de la época como Saint Denis, Laon o Senlins, como el encuadre de la fachada entre dos torres, las tres puertas abiertas y el gran rosetón central. Sin embargo, en este caso las proporciones arquitectónicas de este edificio son de una racionalidad perfecta, constituyendo un conjunto equilibrado que se completa con la bella decoración plástica.
La fábrica actual de Notre-Dame de París, fue comenzada en 1163. Se optó por una estructura simple, en la misma línea que la catedral de Laon, su más directo precedente: cinco naves que en la zona de la cabecera generan doble deambulatorio y transepto no marcado hacia el exterior. Las obras avanzaron con cierta rapidez y en las proximidades de 1200 se inició la fachada occidental, concluida hacia 1245.
En época de san Luis, a mediados del siglo XIII, y de la mano de dos de los arquitectos más prestigiosos del momento: Jean Chelles y Pierre de Montreuil, se realiza en la catedral una reforma importante. Primero, se añade una línea de capillas entre los contrafuertes del lado norte, y, después, se prolongan los dos brazos del transepto hacia el exterior, dotándolos de nuevas portadas y los espectaculares rosetones.
Este modelo irradiar, de la mano de determinados arquitectos, también hacia Borgoña y hacia la Francia meridional, donde se desarrollaba, a finales del siglo XIII, una arquitectura muy original, basada en planteamientos radicalmente diferentes.
Llanto sobre el Cristo muerto-El lamento por el Cristo muerto figuraba en el registro inferior de la capilla
Scrovegni, en Padua. La composición se centra en el cuerpo desnudo de Jesús, la horizontal dispone en el resto de personajes. El suceso tiene lugar en un paisaje abierto donde acuden incluso unos ángeles que se unen al dolor del momento. El grupo sufriente del extremo izquierdo, derecho, compensa la elevación de la otra parte, el macizo rocoso de la derecha. Las actitudes de las santas mujeres, de Nicodemo, de San José de Arimatea o del Evangelista, son un reflejo del dolor más extremo de María, que levanta con los brazos a su hijo muerto. Las mujeres que se presentan de espaldas al espectador ayudan a dar la sensación de espacialidad, junto con los colores, que se distribuyen en varios planos. Pero todo esto está figurado para ilustrar más claramente el verdadero motivo del cuadro: las expresiones de dolor, tragedia y drama se ponen al servicio de la composición, para mostrar el sufrimiento humano ante la muerte. Nunca en la pintura anterior se había presentado una expresión más viva como en el arte de Giotto. La escena de la Resurrección continúa el desarrollo narrativo.
LA ANUNCIACIÓN, las figuras se disponen sobre lo que parece la sección de una iglesia del último gótico, con sus pináculos y arcos apuntados y polilobulados. La escena principal está flanqueada por los santos Ansan, patrón de Siena, y Margarita, posiblemente realizados por Memmi, y en la parte alta podemos ver, en círculos, cuatro profetas, relacionados con el milagro de la Encarnación. De izquierda a derecha Jeremías, Ezequiel, Isaías y Daniel, el tondo vacío quizá estaba ocupado por una imagen de Dios Padre, relacionada con la representación del Espíritu Santo representado abajo. La escena principal nos habla del estilo sofisticado, dentro del Gótico Internacional que llegó a la pintura de Simone Martini. Un estilo altamente decorativo en el uso de los colores y el uso obstinado de las líneas ondulantes que convierten el ángel y la Virgen en figuras planas. Observamos a María retraída y asustada, como una joven princesa, por la presencia dinámica del ángel los trapos están alborotados por su reciente llegada. El ángel comparte la tonalidad amarilla del fondo, lo que lo convierte en una figura especialmente plana y con falta de sustancia, que quizá intensifica su aspecto sobrenatural.