Portada » Historia » Contexto de ortega y gasset
En la España de finales del siglo XIX, empieza a cobrar importancia la burguesía, que está dividida en conservadora y liberal pero que optan por un Estado que no entre en el juego de la libre economía. Mientras tanto el proletariado comienza a organizarse en torno a ideas anarquistas o socialistas, produciéndose las primeras reivindicaciones obreras. El bipartidismo político es el reflejo de la tensión política en el que las clases conservadoras defienden su status y sus privilegios (reacias a las pretensiones liberales). La inestabilidad política ralentizó el desarrollo económico y social.
En 1895 se inició la segunda guerra de independencia cubana comenzando el fin del imperialismo español que finalizaría en 1898 con el tratado de París y con la pérdida de todas las colonias.
Al comenzar el siglo XIX, predominaba la población rural que emigraba a América y a los núcleos urbanos por la desigualdad en el reparto de la tierra y la no mejora de la producción. Tres eran las inquietudes del país a principios de siglo: la cuestión de los nacionalismos, la guerra de Marruecos y el problema social. Alfonso XIII intentó consolidar el país después de la catástrofe del 98 con ideas regeneracionistas sin embargo predominó la inestabilidad política. En 1923 el general Primo de Rivera dirige un golpe de Estado por el que intentó solventar los tres problemas antes mencionados. Proclamada la República, las reformas de carácter progresista provocaron la reacción del ejército y de la derecha conservadora. La opinión pública se iba radicalizando peligrosamente en dos polos. Cuando gana las elecciones el Frente Popular (agrupación de todas las fuerzas de izquierda), los partidos políticos opuestos y el ejército pensaban en la posibilidad de un levantamiento contra el régimen. El asesinato de Calvo Sotelo se considera el detonante del alzamiento del 18 de julio de 1936, que llevó al enfrentamiento a los dos bloques ideológicos sociales. Tras la Guerra Civil hasta 1975 se extendió la dictadura del general Franco.
La situación cultural vive también la tensión entre el inmovilismo adoptado por los sectores conservadores y tradicionalistas y las nuevas ideas liberales de las corrientes europeas.
El Estado español había sido proclamado confesionalmente católico y por ello en las universidades se explicaba al modo neoescolástico la filosofía aristotélica-tomista, respetando la doctrina oficial católica (se juzgaban como errores de la cultura moderna y se condenaban el liberalismo, el comunismo, el racionalismo, el panteísmo, el socialismo, la moral autónoma, la libertad de imprenta, etc.)
En 1843 el ministro de Gobernación envía a Julián Sanz del Río a Alemania para completar su formación filosófica (entró en contacto con la filosofía de Krause). El krausismo (matizado por Sanz del Río) fue un movimiento de renovación y reforma que buscaba, a través de la razón y de la vinculación entre ética y práctica, una fundamentación filosófica para la construcción de una España distinta.
Francisco Giner de los Ríos fue el primer presidente de la Institución de Libre Enseñanza, en la que se proponía una formación para las élites intelectuales lejos de la educación que se impartía en España. La educación será para Giner el único camino para reformar desde la raíz la sociedad española. De la élite formada en el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza destacan: Joaquín Costa, Manuel y Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Manuel Azaña… La Institución inspiró el programa educativo de la II República, y afines a sus principios, surgieron la Escuela Superior de Magisterio, las Misiones Pedagógicas y la Residencia de Estudiantes.
La literatura de la generación del 98 fue un arte cargado de preocupaciones ideológicas y sociales, que rechazada la mitificación del pasado español y busca desde perspectivas distintas el ser de España.
El pensamiento filosófico de Unamuno se desarrolla en los diferentes géneros literarios que cultivó. En la narrativa innovó con sus nivolas donde daba mucha importancia a los diálogos. Su concepción del mundo como un drama hizo que viera en el teatro un universo simbólico perfecto. El tratamiento dramático de la temática existencial hace de Unamuno un precursor del existencialismo. En el género poético consigue acercarse a lo irracional de las cosas y contagia la experiencia personal de sinsentido y deseo.
En 1910 surge un nuevo grupo de escritores que pretenden una renovación intelectual distinta a la europea conocido como novecentismo. Utilizan el ensayo para divulgar sus pensamientos y que son entre otros, José Ortega y Gasset, Eugenio dOrs o Gregorio Marañón.
El lenguaje vulgar es el sustrato original en el que surgen las palabras, llevando consigo una visión del mundo. Las etimologías, que se convierten para él en un método de análisis filosófico. Es un creador de lenguaje en la medida en que con sus aportaciones añade a las instituciones que se esconden debajo de las palabras matices que lo complementan. La obra de Ortega es circunstancial en cuanto que su pretensión permanente fue que la filosofía echase raíces en España, ilustrando la problemática colectiva social e histórica.
Los medios de comunicación se convierten en creadores de opinión. Su pensamiento habrá que rastrearlo no sólo en sus libros publicados y en sus cursos universitarios, sino también en conferencias y artículos periodísticos.
-La sociedad compuesta de hombres masa que no se entusiasman con ningún ideal, entrega su confianza a una élite de personas que les oriente hacia el bien y la belleza. El problema es que las masas han impuesto sus valores de mediocridad, y el niño mimado y el señorito satisfecho de sí mismo se han convertido en la referencia pública. La única solución es que nuevas élites arranquen a la masa de su ignorancia. La filosofía española surge como respuesta a la realidad social. El desajuste filosófico español que caracteriza el final del siglo XIX y los principios del XX es fruto de ese mismo desajuste social. José Ortega y Gasset representa la excepción filosófica en un panorama político en el que la mayoría de los intelectuales se mueve más en la ideología que en el pensamiento.
La actitud intelectual de Ortega despertó numerosas vocaciones filosóficas y con su labor editorial y la creación de instituciones culturales fue tejiendo una presencia novedosa de la filosofía en la sociedad. La guerra civil supuso la desintegración del grupo de los que junto con Ortega enseñaban en Madrid y algunos de sus discípulos y provocó también el exilio forzoso de muchos otros. Mientras en España, desde 1939 hasta 1955, se ignoraba la fenomenología, el marxismo, el existencialismo y la filosofía analítica, y en las aulas se explicaba la filosofía de corte escolástico que se adecuaba a la ideología política del franquismo.
La muerte de Ortega supone una conmoción para algunos intelectuales y profesores universitarios. Poco a poco, tras la estela de Aranguren y Tierno Galván van surgiendo nuevas iniciativas que pretenden el acercamiento a lo que en filosofía se está haciendo en Europa y América. El protagonismo de la Universidad Central de Madrid pierde fuerza. Cuando en 1965 Tierno Galván, Aranguren y García Calvo son expulsados de la universidad por su aperturismo, los profesores jóvenes se fueron comprometiendo en oposición al franquismo.
Desde 1970 se abren en Madrid y Barcelona universidades autónomas que renuevan la enseñanza de la filosofía. La renovación se vive especialmente en Valencia con Fernando Montero y Manuel Garrido y, en general, gracias a la aportación de Javier Muguerza, Pedro Cerezo, Ramón Vallas y Juan Manuel Navarro Cordón. Esta renovación lleva pareja una curiosa tensión entre filósofos analíticos, interesados en lógica, y filósofos dialécticos, más atentos al marxismo y la crítica social. En la actualidad la filosofía española busca acercar el trabajo de algunos pensadores españoles como Zubiri y Ortega, en un momento en el que la filosofía puede hacerse en libertad.