Portada » Ciencias sociales » Caracteristicas de la escuela marxista
Desde el siglo XV hasta el siglo XVIII, cuando aparecieron los modernos Estados nacionales, el capitalismo no sólo tenía una faceta comercial, sino que también dio lugar a una nueva forma de comerciar, denominada mercantilismo.
Esta línea de pensamiento económico, este nuevo capitalismo, alcanzó su máximo desarrollo en Inglaterra y Francia.
El sistema mercantilista se basaba en la propiedad privada y en la utilización de los mercados como forma de organizar la actividad económica. A diferencia del capitalismo de Adam Smith, el objetivo fundamental del mercantilismo consistía en maximizar el interés del Estado soberano, y no el de los propietarios de los recursos económicos fortaleciendo así la estructura del naciente Estado nacional. Con este fin, el gobierno ejercía un control de la producción, del comercio y del consumo.
La principal característica del mercantilismo era la preocupación por acumular riqueza nacional, materializándose ésta en las reservas de oro y plata que tuviera un Estado. Dado que los países no tenían grandes reservas naturales de estos metales preciosos, la única forma de acumularlos era a través del comercio. Esto suponía favorecer una balanza comercial positiva o, lo que es lo mismo, que las exportaciones superaran en volumen y valor a las importaciones, ya que los pagos internacionales se realizaban con oro y plata. Los Estados mercantilistas intentaban mantener salarios bajos para desincentivar las importaciones, fomentar las exportaciones y aumentar la entrada de oro.
Más tarde, algunos teóricos de la economía como David Hume comprendieron que la riqueza de una nación no se asentaba en la cantidad de metales preciosos que tuviese almacenada, sino en su capacidad productiva. Se dieron cuenta que la entrada de oro y plata elevaría el nivel de actividad económica, lo que permitiría a los Estados aumentar su recaudación impositiva, pero también supondría un aumento del dinero en circulación, y por tanto mayor inflación, lo que reduciría su capacidad exportadora y haría más baratas las importaciones por lo que, al final del proceso, saldrían metales preciosos del país.
era una escuela de pensamiento económico del siglo XVIII fundada por
François Quesnay ,
Anne Robert Jacques Turgot y Pierre Samuel du Pont de Nemours en Francia
. Afirmaba la existencia de una ley natural por la cual el buen funcionamiento del sistema económico estaría asegurado sin la intervención del gobierno. Su doctrina queda resumida en la expresión laissez faire. El origen del término fisiocracia proviene del griego y quiere decir «gobierno de la naturaleza», al considerar los fisiócratas que las leyes humanas debían estar en armonía con las leyes de la naturaleza. Esto está relacionado con la idea de que sólo en las actividades agrícolas la naturaleza posibilita que el producto obtenido sea mayor que los insumos utilizados en la producción surgiendo así un excedente económico. Los fisiócratas calificaron de estériles las actividades como la manufactura o el comercio donde la incautación sería suficiente para reponer los insumos utilizados.
es una escuela de pensamiento económico cuyos principales exponentes son
Adam Smith, David Ricardo, Thomas Malthus y John Stuart Mill
. Es considerada por muchos como la primera escuela moderna de economía y en ocasiones se ha expandido para incluir a autores como William Petty,
Johann Heinrich von Thünen o Karl Marx
.
La publicación del libro de Adam Smith titulado Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (generalmente conocido como La riqueza de las naciones) en 1776 se considera normalmente como el comienzo de la economía clásica. La escuela estuvo activa hasta mediados del siglo XIX y fue sucedida por la escuela neoclásica, que comenzó en el
Reino Unido alrededor de 1870.
Los economistas clásicos intentaron y en parte lograron explicar el crecimiento y el desarrollo económico. Crearon sus «dinámicas de crecimiento» en una época en la que el capitalismo se encontraba en pleno auge tras salir de una sociedad feudal y en la que la revolución industrial provocaba enormes cambios sociales. Estos cambios también provocaron la cuestión de si se podría organizar una sociedad alrededor de un sistema en el que cada individuo buscara simplemente su propia ganancia (económica).
Los economistas clásicos reorientaron la economía, alejándose del análisis previo que se centraba en los intereses personales del gobernante y un interés basado en las clases sociales. El fisiócrata
François Quesnay y Adam Smith, por ejemplo, identificaron la riqueza de la nación con el producto nacional bruto, en lugar de con la tesorería del rey o del estado. Smith veía este producto nacional como el trabajo aplicado a la tierra y al capital. Una vez que la tierra y el capital son apropiados por los individuos, el producto nacional se divide entre trabajadores, terratenientes y capitalistas, en la forma de salario, renta e interés.
Tendió a enfatizar los beneficios del libre comercio, un análisis organizado alrededor del precio natural de los bienes, y la teoría del valor como costo de producción o la teoría del valor del trabajo
.
Fue desplazado en gran parte por escuelas marginalistas de pensamiento (tal como la escuela austríaca
) que según su perspectiva el valor derivaba de la utilidad marginal que los consumidores encontraron en un bien antes que en el costo de las entradas que componían el producto. Considerando la adhesión de muchos economistas clásicos al mercado libre, la escuela de economía más grande que todavía adhiere a las formas clásicas es la escuela marxista
.
Concepción teórica, doctrina revolucionaria, enfoque metodológico o movimiento de carácter político, conocido también como socialismo científico, que debe su denominación al filósofo Karl Heinrich Marx. Su formulación ortodoxa consiste en el análisis histórico del conjunto de Las injustas relaciones económicas que, envueltas por una correspondiente estructura ideológica, han ido variando de forma dialéctica para plasmarse siempre en la opresión de los más débiles. Sin embargo, la sociedad burguesa, dividida según Marx y su colaborador Engels en capitalistas que poseen los medios de producción y proletarios alienados, estaría irremediablemente condenada al colapso.
Cuando Los obreros adquiriesen conciencia de su situación, se movilizarían y, victoriosos en la revolución, determinarían finalmente el advenimiento futuro de una nueva realidad sin diferencias de clase social. Coincide con el anarquismo en el énfasis igualitario pero, a diferencia de éste, es partidario de sacrificar la libertad individual y confiar al Estado un papel clave en el tránsito al comunismo. Esta fue la primera escisión del bloque socialista, agrupado hasta entonces en la Primera Internacional, y se produjo en vida del propio Marx.
Tras su muerte, los seguidores de La doctrina han realizado múltiples reinterpretaciones, de forma que no es posible ya hablar de una familia homogénea. El fracaso del determinismo parece haber marcado esta diversificación teórica e ideológica, pues la aplicación efectiva del marxismo, en contra de lo pronosticado, se produjo en países no industrializados y no allí donde la apropiación de la plusvalía era mayor. Así, el leninismo o el maoísmo surgieron para justificar por qué las revoluciones prematuras de Rusia o China no estaban animadas por el inexistente movimiento obrero, sino por pequeñas vanguardias proletarias o grandes masas campesinas agrupadas en el partido.
Por su parte, en el mundo occidental, junto al alejamiento de los revisionistas socialdemócratas que optan durante el primer tercio del siglo XX por los procedimientos de la democracia liberal, el marxismo residual ha debido matizar el materialismo. Aunque éste sigue siendo central en el pensamiento estructuralista de Althusser, autores como Gramsci consideran necesario conceder más importancia a los factores culturales y políticos en el análisis de la lucha de clases, ya que ésta no es sólo opresión económica sino también hegemonía ideológica. Más humanista es también la llamada teoría crítica, representada, por ejemplo, en la Escuela de Frankfurt.
Esta corriente desarrollada entre Alemania y Estados Unidos, y que ha estado liderada por Adorno, Marcuse o, más adelante, Habermas, combina la psicología freudiana y considera a otros colectivos que sufren la represión junto a los obreros como potenciales sujetos de la revolución. Es indudable que, tras el colapso en 1989 de los sistemas que declaraban inspirarse en el marxismo, la doctrina ha quedado en evidencia ante el apogeo del liberalismo político y económico. No obstante, como ideología y como marco de análisis mantiene importantes potencialidades políticas y politológicas que hacen pensar que su historia está lejos de finalizar.
Escuelas Clásicas
Las Escuelas Clásicas, representadas fundamentalmente en los nombres de Frederick W. Taylor (1856-1915) y Henri Fayol (1841-1925), han tenido el mérito de brindar el primer esbozo de un fundamento metodológico a la Doctrina Administrativa tal como la conocemos hoy.
Esta Escuela se ha ocupado de los aspectos formales, considerando al Hombre como un recurso más dentro de la Organización.
Haremos referencia primero a la Escuela de Administración Científica, punto de partida de la Administración Contemporánea, representada por Taylor, quien vertió sus conceptos en sus libros “Principios de Administración Científica”, y “Qué es la Administración Científica “, publicados en 1911 y 1912, respectivamente.
Paralelamente, se realizaron varios trabajos prácticos de investigaciones in situ para una mejor organización de la producción, las llamadas Selección Científica de Obreros, Controles de Producción y Eficiencia, entre otras, aplicadas a áreas que Taylor conocía profundamente, como el corte de metales, la fabricación de piezas metálicas, la manipulación de lingotes, etc., midiendo los tiempos y la cantidad de personal que se necesitaba para cada tarea, para poder después estandarizarlos.
“En menos de una década, las técnicas y proposiciones de la escuela de administración científica se difundieron a nivel académico (universidades, asociaciones, colegios técnicos) y se aplicaron en industrias.
“Esta rápida asimilación por parte de organizaciones industriales parece constituir el mejor termómetro para medir el grado de éxito que lograron respecto de las expectativas que las generaron, como búsqueda y respuesta a necesidades de aumento de eficiencia y productividad” (Administración y Estrategia, Hermida, Serra y Kastika, ed. Macchi, Bs. As., 1992)
Por su parte, la Escuela de Administración Industrial y General fue capitaneada por el ya mencionado Fayol, cuya filosofía administrativa quedó plasmada en su obra “Principios de Administración Industrial y General”.
Es necesario citar que, mientras en Francia la obra de Fayol se publicaba, los conceptos de Taylor ya se habían puesto en práctica en Estados Unidos.
Dos de las cuatro partes en las cuales Fayol dividió su obra reflejan sus experiencias, tanto personales, como las que particularmente dejó en él la Guerra, fundamentando en éstas el desarrollo de sus conceptos sobre bases autoritarias y formales.
Fayol entendió la llamada “Autoridad de Derecho Divino” que adoptaban los reyes, tratando de dotar a los dirigentes de algún tipo de poder natural instituido por Dios, extendiendo esta representación al ámbito empresarial, sin considerar variables como la conducta y el comportamiento.
No pudo evadir en su trabajo lo que el medio ambiente y las organizaciones de la época le señalaban como influencias dominantes.
los análisis de la escuela keynesiana fueron nuevamente analizados mediante enfoques de la escuela económica clásica. La teoría macroeconómica resultante se llamó «síntesis neoclásica» y fue hegemónico el pensamiento macroeconómico por décadas, por lo menos hasta la década de los ochenta.
Uno de los puntos de esta síntesis señala que no existe ninguna tendencia automática que garantice el pleno empleo
. Por esa razón muchos economistas consideran que las políticas gubernamentales deberían encaminarse precisamente a garantizar el pleno empleo, y en esas condiciones se conjetura que la economía sí se comportaría del modo que la economía clásica y neoclásica sugieren.