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Nos encontramos delante de la cúpula de Santa María de las Flores.
El Renacimiento constituye una etapa de esplendor artístico que se inicia en las ciudades italianas a comienzos del s. XV y que supone retomar los principios de la antigüedad clásica. En este periodo histórico se producirán acontecimientos tan importantes como a reforma y la contrarreforma, el descubrimiento de América y el afianzamiento de las monarquías europeas.
Filippo Brunelleschi, construyendo la cúpula alcanzará fama legendaria entre sus contemporáneos al ganar un concurso proyectado por la ciudad para su construcción. El hueco del tambor de la catedral gótica construida por Arnolfo di Cambio estaba sin cerrar, siendo él el ganador del concurso. Se desconocía cómo cerrar la cúpula de la catedral gótica proyectada a finales del s.XIII (13) y este artista dará la solución definitiva al estudiar los sistemas constructivos romanos a través de las ruinas clásicas.
Pasando al análisis formal y funcional, esta cúpula es la solución que propuso Brunelleschi al cerramiento del óculo. El arquitecto utilizo diversos materiales como mármol, ladrillo, bloques de arenisca, madera, hierro y plomo. Construyó dos cúpulas, con un entramado de mármol en medio. Ambas cúpulas son:
-Una exterior, de perfil abombado, más delgada, de impermeabilización. Da un aspecto esbelto gracias a los ocho nervios de mármol blanco de 4m de espesor que ascienden hasta la cúspide, donde se unen y dan paso a una linterna también construida por Brunelleschi.
-Otra interior, semiesférica de ladrillos y piedra, más gruesa, que es estructural.
Los dos casquetes exterior e interior equilibran las fuerzas y nos oponen un espacio centralizado por la enorme cúpula a la planta longitudinal de la catedral y a la torre del campanario, edificada por Giotto. El tambor octogonal se eleva y está revestido de mármol blanco, verde y rosado, con un gran óculo en cada uno de sus lados.
La construcción se realizó sin cimbras ni andamios, lo que abarató el proyecto. La cúpula se autosostenía y se iba cerrando a medida que ascendía.
El color sirve para subrayar el efecto óptico: el ladrillo rojo armoniza con los tejados de la ciudad y las aristas blancas confluyen en la linterna.
La luz es cenital y blanca que clarifica los elementos constructivos.
Esta es una obra de autor, en la que el arquitecto dirige hasta los más pequeños detalles. Brunelleschi diseñó nuevos herramientas como tornillos y poleas y nuevas técnicas de construcción.
Como conclusión, aunque esta catedral tiene carácter gótico por su aspecto abombado, es renacentista porque plantea soluciones innovadoras recuperando grandes espacios abovedados. En el paisaje de Florencia se convierte en un faro, que es la significación de la cúpula que representa el cielo o el universo. Es el precedente de la cúpula vaticana de Miguel Ángel.
El arte renacentista recupera el espacio unitario y con luz diáfana, la morfología clásica y la vuelta a la medida y la proporción.
Nos encontramos delante de la fachada de S. Andrés de Mantua, realizada por Alberti en el Quatroccento. No fue solo un importante escultor sino un teórico del arte de primera talla.
Pasando al análisis formal e iconográfico, nos encontramos con una iglesia de planta basilical pero no nave única, transepto muy marcado y cúpula sobre el crucero realizada en el s. XVIII (18). Tiene 6 capillas laterales a cada lado de las cuales solo 3 se abren al interior, las otras 3 están cerradas hacia el recinto principal y solo son accesibles por una pequeña puerta. Este modelo influirá en las iglesias de la contrarreforma, como la iglesia de Il Gesú de Vignola, creando uno de los modelos de iglesia de más éxito de la cristiandad.
También el original esquema de la fachada estará destinado a tener un gran éxito. Inspirado en la Basílica de Majencio y las termas de Caracalla se utiliza un orden gigante, de una altura de dos pisos, combinado con un orden menor que refleja las proporciones del interior y realiza una segunda subdivisión. Esta fachada actúa como un cuerpo independiente sin reflejar el interior y tiene una enorme plasticidad al combinar un arco central (vacío) enmarcado en potentes pilastras (lleno) que soportan un frontón triangular. Se combina la tipología del arco de triunfo cubierto con una bóveda de casetones. En el interior este esquema se sigue en la inmensa bóveda de cañón acasetonada que cubre la nave. El interespacio central dobla a los laterales que se dividen en tres partes combinando nichos y ventanas curvilíneas con puertas escuadradas. Hay un juego de verticales y horizontales y diferentes formas geométricas (circulo, rectángulo, cuadrado y triangulo). No hay escultura ni bajorelieves porque entorpecería la claridad de la arquitectura. Esta fachada esta rematada con un frontón rectangular de aire totalmente clásico.
CONCLUSIÓN. El arte renacentista recupera el espacio unitario y con luz diáfana, la morfología clásica y la vuelta a la medida y la proporción. Esta fachada influirá en Neoclásico.
Fue financiado por los RRCC y está ubicado donde, según la tradición, había sido crucificado San Pedro. Este edificio manifiesta las excelentes relaciones de los monarcas con el papado.
Pasando al análisis formal y funcional, tiene planta central, circular, cuyos antecedentes se encuentran en los templos circulares griegos y romanos (tholos). Está construido con travertino y mármol. El edificio está formado por un pórtico circular de 16 columnas de órden dórico-toscano sobre el que descansa un entablamento circular (con arquitrabe, friso con triglifos y metopas decorados con los símbolos del papado y cornisa). Remata el pórtico una balaustrada que hace un segundo piso en el que hay ventanas abiertas, ciegas y nichos. Desde el pórtico se accede a la cella rematada por un una cúpula semiesférica sobre el tambo, cuyos nervios confluyen en una linterna alada.
La cella tiene un muro exterior articulado por medio de nichos y vanos separados por pilastras, cada una se corresponde con una columna del pórtico. Además hay cuatro puertas en los extremos de los dos ejes del círculo. El espacio interior que deja es muy reducido y solo permite celebrar pequeñas ceremonias.
Bramante parte de un módulo que es el cilindro. Todos los elementos son cilíndricos. Esta forma la conjuga con un juego continuo de luces y sombras: vanos y nichos… Obedece a la concepción neoplatónica que afirmaba que a dios le correspondía la forma esférica por ser la forma más perfecta.
El arte renacentista recupera el espacio unitario y con luz diáfana, la morfología clásica y la vuelta a la medida y la proporción. Basándose en este modelo bramantino, Rafael pintaría más tarde el mismo modelo de templo en los desposorios de la virgen. Bramante había planteado un patio circular para enmarcar el templete pero no fue posible llevarlo a cabo. Influirá en arquitectos posteriores como Miguel Ángel y será representado en numerosos cuadros.