Portada » Filosofía » Dudo de todo hasta mi existencia
La primera verdad del sistema cartesiano, pienso luego existo, es cogito ergo sum.
No es una conclusión del razonamiento, dado que la validez de estos ha sido puesta en duda. La verdad pienso luego existo viene dada en una intuición: al dudar, el yo se da cuenta de que existe. Más aún: cuanto más insiste el yo en dudar de todo lo demás, con más certeza advierte que al menos está pensando y existe.
Con el pienso luego existo, por fin Descartes encuentra una verdad segura con la que refutar a los escépticos. El método de la duda elimina, como si fuera falso, toda aquello de lo que se pueda dudar. Pero la duda se estrella con la existencia del yo, la cual es patente mientras de piensa o se duda.
A partir de aquí, Descartes procede a explicitar otras verdades que considera que están incluidas en la primera, la esencia del yo, el criterio de verdad y la existencia de Dios.
En el proceso de descubrimiento de Descartes es importante el orden en el que se desvela cada una de las verdades, ya que estas verdades se encadenas unas con otras en relación con el método que el autor ha propuesto. Cada una de las afirmaciones ocupa un lugar preciso que solo se establece cuando se está seguro de su verdad.
La segunda verdad descubierta por Descartes afirma, yo soy una cosa que piensa.
Con la primera expresa el descubrimiento de la propia existencia, pues ahora averigua la existencia del yo. Una vez que sé que existo, me pregunto qué soy. Siguiendo el esquema escolástico, distingue entre la existencia de algo (el hecho de que sea realmente, fuera de la mente, como realidad)
y su esencia (su naturaleza o definición).
Las definiciones cartesianas que hay que tener en cuenta son:
–
sustancia es aquello que para existir no necesita de otra cosa.
-modo es aquello que para existir necesita de otro.
-atributo es la propiedad o característica esencial de una sustancia. La esencia de una sustancia es su definición, y la definición de una sustancia viene por su atributo.
Descartes distingue tres sustancias, el yo, cuyo atributo es el pensar; Dios, cuyo atributo es la infinitud o perfección; y el mundo, cuyo atributo es la extensión.
La segunda verdad descubierta se refiere a la esencia o naturaleza de yo o sujeto. Reponiendo el dualismo platónico que refutó Aristóteles, y expone, como en Platón, yo soy mi alma, una cosa que piensa (res cogitans), enteramente distinta del cuerpo.
Esta distinción entre cuerpo y alma se sostiene en que la existencia del cuerpo no se puede dudar, pero la del pensamiento sí. El yo e da cuenta de que existe en totalidad cuando piensa, en cambio, le es posible suponer que carece de cuerpo. Por lo que, el yo es una sustancia cuya esencia consiste en pensar.
La radical separación entre pensamiento y extensión, entre cuerpo y menta, plantea a Descartes el problema de explicar la comunicación que indudablemente existe entre ambas sustancias. Cuando la menta da una orfen al cuerpo, y este la ejecuta, hay una comunicación entre la sustancia pensante y la sustancia extensa. Los críticos de Descartes consideraron que en su sistema este problema no se resuelve adecuadamente, por eso, Spinoza y Leibniz, prestaron atención a responder a ello.
Es la norma general con arreglo a la cual cabe reconocer que una determinada proposición es verdadera.
Un conocimiento (una idea o un juicio), puede ser verdadero o falso, según coincida con la realidad. Pero a Descartes también le preocupaba, si el ser humano puede alcanzar con certeza o seguridad subjetiva sobre aquello que conoce.
El criterio cartesiano de verdad se formula en la primera regla del método, aun así, el criterio de verdad ofrece dos dificultades:
-Se trata de un criterio meramente formal, es decir, referido a lo que en general haría falta para reconocer una verdad (que fura clara y distinta). Aún así, faltaría llenar ese criterio formal con un contenido, una verdad concreta e indudable que manifiesta cómo se perfile de modo claro y distinto. Cuando Descartes descubre el pienso luego existo, también cree haber hallado el contenido del criterio de verdad; será verdadero todo aquello que se perciba con cierta evidencia como la que tiene la propia existencia pensante. El criterio de verdad es de claridad y distinción, pero precisamente la claridad y distinción del cogito.
-El criterio de claridad y distinción vale para saber que el yo percibe clara y distintamente es seguro subjetivamente, pero no sirve para asegurar que lo que el yo percibe clara y distintamente es también así en realidad, fuera de la mente. La hipótesis del genio maligno no anula la certeza sobre la propia existencia de cada uno, ni la certeza de que dos más tres parezcan cinco; pero sí que hace dudar de que en la realidad dos más tres sean cinco. Por tanto, hace falta segurar el criterio de la claridad y distinción a través de la prueba de que el yo ha sido creado por Dios, que es bueno. El propio criterio no quedará totalmente asentado hasta probar la existencia de Dios, y con ello, que todas nuestras ideas claras y distintas corresponden con la realidad. La existencia de un Dios bondadoso en la garantía definitiva o última del criterio de verdad.
Descartes clasifica sus ideas, según 3 criterios:
-según su adecuación a la realidad: y podrán ser verdaderas, las que representan lo que existe, o falsas, lo que no existe.
-según el criterio de verdad: claras y distintas, indudables o, confusas, si no cumplen el criterio de claridad y distinción.
-según su origen o procedencia; adventincias, que son ideas que parecen provenir del exterior, puesto que coinciden aparentemente con la realidad que muestran los sentidos. Aunque la verdad de estas ideas es dudosa, ya que Descartes prohíbe declarar verdadero lo conocido mediante los sentidos. Facticias, las producidas por la imaginación y que no coinciden con la realidad, por tanto, falsas. Y las innatas, son las que están ya en la mente o en el alma. No las ha podido producir el propio sujeto, ya que si fuera así, podría modificarlas a su antojo, por eso Descartes concluye en que han sido puestas en el sujeto Dios. Si además tiene en cuenta que la garantía del criterio de verdad es la existencia de Dios, resultará que las ideas ciertas (claras y distintas) coinciden con las ideas innatas y con las verdaderas, ya que la existencia de Dios asegura su correspondencia con la realidad.