La antropología es uno de los tratados más antiguos de la filosofía y designa cualquier doctrina que nos hable sobre el hombre, sobre su naturaleza y sobre su situación en el universo. Por ejemplo: La antropología física estudia al hombre en cuanto animal, abarcando dos grandes ramas: una primera que estudia el cuerpo humano desde la anatomía y la fisiología, llamada somatología; La antropología filosófica estudia al hombre como un sujeto personal y lo estudia en su globalidad, su apertura al futuro, su sentido último, su sentido de la vida y su libertad. Para comprender al hombre es necesario observarlo desde diversos ángulos, con el fin de percibirlos y reconocerlos desde todos sus ámbitos posibles, desde sus múltiples facetas y sus dimensiones, sin perder de vista que dentro de la problemática de hombre estamos metidos nosotros como hombres, y comprender el problema antropológico significa, también, comprendernos un poco a nosotros mismos. LA ANTROPOLOGÍA GRIEGA Sócrates es considerado por muchas personas como uno de los personajes más influyentes en la historia de la filosofía, no solo por haber hecho de su vida un modelo de conducta – que determinó poderosamente la filosofía de sus seguidores Platón y Aristóteles – sino también por el giro radical que le dio al pensamiento griego. sí mismo para darle sentido a su vida Porque entonces se elaboran discursos filosóficos(antropológicos) que dan una respuesta Griega Moderna Idealismo platónico Realismo aristotélico Antropología física Antropología cultural Antropología filosófica El sentido de esta frase encierra un aspecto importante de la obra de Sócrates: los filósofos anteriores a él se habían dedicado a escudriñar el mundo para encontrar un principio gracias al cual la naturaleza (physis) pudiera ser comprendida. Esta situación comenzó a cambiar unos años antes de Sócrates, cuando Heráclito cayó en cuenta de que no se podía buscar el secreto de la naturaleza sin haber estudiado el secreto del hombre. Al ser el hombre la medida de todas las cosas – según decían algunos –, no podía establecerse un conocimiento verdadero, ni sobre el hombre – porque todos los hombres piensan y actúan distinto –, ni sobre la naturaleza. Las investigaciones sofistas sobre el lenguaje y las costumbres tuvieron como resultado la relativización del conocimiento y las normas sociales, hecho que tuvo un impacto nefasto en la vida de las ciudades griegas. La descripción de las cualidades y propiedades de la naturaleza no dicen nada acerca de lo humano, y considera que precisamente esta investigación es mucho más importante y urgente que la investigación física. partir del contacto mismo con los hombres – a través del diálogo –, de modo que se pueda penetrar su carácter y eliminar de ellos todo saber y toda excelencia aparente. El hombre para Platón Para Platón existen dos mundos, el mundo de las ideas, donde todo es eterno y perfecto, y el mundo físico, imperfecto, temporal, aquel donde vivimos, que simplemente es un reflejo del otro mundo. Para Platón el alma humana, que ha existido siempre en el mundo de las ideas, al encarnarse en un cuerpo dentro del mundo sensible, olvida por completo sus conocimientos y requiere del contacto con los objetos del mundo, que son copia o imagen de las ideas para poder recordar la verdad del mundo suprasensible. La auténtica realidad es algo individual y concreto llamado sustancia, en la que hay dos elementos: una forma que determina la esencia de las cosas, y una materia, que es moldeada por esa idea o forma. La antropología medieval La filosofía de la Edad Media es presentada generalmente como oscura y sin trascendencia, pero de sus autores y doctrinas se encuentra impregnada nuestra cultura, especialmente en lo que se refiere a la antropología. Durante largos siglos los filósofos cristianos se dedicaron a desentrañar este problema, estando siempre atentos a no contrariar con sus tesis las doctrinas de la fe cristiana. Dentro de este largo proceso podemos destacar a dos autores muy importantes, quienes se caracterizaron por realizar grandes obras, en donde se sintetizan los principales momentos del pensamiento cristiano: San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino. Para San Agustín la inmortalidad del alma es una exigencia de la naturaleza espiritual de hombre, es una necesidad que nos explica el ser del hombre en la búsqueda de la felicidad plena, a la cual sólo se llega en la eternidad. El hombre como sustancia para Santo Tomás Este pensador del siglo XIII logro conocer el pensamiento de Aristóteles gracias a los autores árabes y con ello le imprimió a su filosofía un nuevo carácter. Para Santo Tomas la razón y la fe son dos campos diversos que necesitan ser equilibrados y complementados, por ello concibe al hombre como un ser ubicado en el mundo, del cual forma parte y en el cual ocupa un puesto determinado. Un periodo de transición La época que conocemos como Renacimiento es un momento muy singular en la historia de nuestra cultura, porque en ella se forjaron concepciones del hombre y del mundo que continúan vigentes hoy en día. En este período que abarca aproximadamente desde el Siglo XII hasta el Siglo XVI, sucedieron una serie de transformaciones drásticas en el desarrollo de la cultura occidental.Hay que destacar, entre otros, la implantación del método científico -que determinaría no solo el avance del conocimiento científico, sino también distintos aspectos de la vida cotidiana, que desde este momento estará fuertemente marcada por las comodidades que ofrece la tecnología-, y Podríamos decir, sin embargo, que si algo reúne y caracteriza a los pensadores, artistas y políticos del Renacimiento es su compromiso con una actitud crítica frente a partir de una misma actitud, la mayoría de filósofos y artistas generaron, sin embargo, respuestas distintas que descansaban sobre puntos de vista particulares. que los artistas hayan elaborado obras que respondían a búsquedas específicas y personales- obras que difícilmente podrían clasificarse en torno a un movimiento-; La revolución cultural Esta actitud crítica forjó una revolución cultural que significó, en la filosofía y en las artes la revisión de dos asuntos fundamentales: por un lado, el análisis del lenguaje, y por el otro, el análisis de la historia. La crítica filológica El principal inspirador de la actitud crítica renacentista fue el poeta Francesco Petrarca que en sus cartas y ensayos, formuló una serie de reparos a la tradición escolástica. Los críticos renacentistas llamaron la atención sobre el hecho de que las referencia medievales de los textos clásicos habían partido de una lectura literal de opiniones de comentaristas, quienes, en la mayoría de los casos, no habían tenido contacto directo con los textos y hablaban “de oídas” acerca de las ideas de los grandes autores. Se hizo necesario realizar un estudio de las palabras griegas –a la luz de un cuidadoso análisis histórico- para precisar su más correcta traducción al latín. Esta investigación fue llevada a cabo por Lorenzo Valla, quien realizó un exhaustivo trabajo de crítica textual, buscando determinar el verdadero sentido de los conceptos filosóficos usados por la tradición. Con la misma pretensión, este autor examinó el texto de las Sagradas Escrituras.■ La critica teológica La investigación sobre la interpretación de las Sagradas Escrituras no solo dio pie para reformular las argumentaciones escolásticas, sino que también promovió nuevas posturas filosóficas. Tal fue el caso de Nicolás de Cusa, quien planteó unas nuevas concepciones de Dios y el hombre, al concebirlos como los dos polos opuestos de una relación de contrarios que se atraen, en donde el hombre reconoce las limitaciones de su capacidad discursiva (docta ignorancia), pero también el lugar preponderante que ocupa en la creación, gracias al entendimiento que tiene de Dios. Otra fue la posición de Marsilio Ficino, para quien la crítica a la concepción teológica del hombre debía comenzar con el análisis de ideas aún más antiguas que las concepciones filosóficas griegas y latinas. La comprensión de estos asuntos por parte del hombre significaba una identificación del saber, la ética y las pietas, es decir, de la fe y el culto divino. Para Ficino, el hombre auténtico era al mismo tiempo un filósofo y un místico, que a medida que adquiría sabiduría, se convertía en un mejor hombre cristiano, que alcanzaría el fin de su vida en Dios. A partir de esto, la realidad se entendió desde el punto de vista del hombre, y en cuanto el hombre hace parte de esta realidad, también debían aplicarse a él, como objeto de estudio, los principios racionales y los métodos de investigación científicos. De este modo el entendimiento de lo humano se amplió y enriqueció, cuando los científicos ilustrados entraron en contacto con nuevas y extrañas culturas, y Esta ley es común a todos los hombres por ser expresión de su naturaleza racional y exige la autonomía del hombre, ya que el obrar moralmente consiste en cumplir la ley por respeto a la ley misma. La antropología kantiana percibe al hombre libre y autónomo, bajo la tutela de un ser supremo, que garantiza el cumplimiento del deber ser, recompensado con la felicidad eterna. Esta inclinación filosófica, unida a los elementos del idealismo hegeliano, conduce a la filosofía al desarrollo de nuevas ciencias, como la sociología y la economía, y desde ellas a hacer una nueva lectura del hombre. Por otro lado, también se encuentra en la filosofía del siglo XIX una tirante discusión contra la consideración de lo concreto y lo idealista, que afectaría fuertemente la sociedad y la cultura europeas. EL HOMBRE COMO SER ECONOMICO De las posturas que surgieron del idealismo hegeliano cabe destacar la obra de Kart Marx, quien en su intento por hacer una lectura total de la naturaleza humana, destaca ante todo el carácter social del hombre y el valor del trabajo como medio de realización. Su trabajo le permitirá adquirir los medios materiales que le garanticen la satisfacción de sus necesidades y también le den la posibilidad de ayudar a la comunidad.A partir de esta nueva lectura socioeconómica de la realidad, la antropología entra a considerar la naturaleza social como la clave para entender y explicar al hombre. Los conceptos marxistas afectaron no solo la filosofía sino también la política, la economía y en general los modelos de vida propuestos por la nueva sociedad industrializada. La visión de Marx destaca al hombre como un ser capaz de crear a través de su trabajo y, por lo tanto, generador de una nueva sociedad donde la producción industrial sirva para el bien común. Si miramos la historia, se puede considerar el vitalismo, sobre todo el de Friederich Nietzsche, como un intento de finalizar con la tradición filosófica de occidente, que pretendió sistematizar y organizar el conjunto de las experiencias humanas desde el ángulo de la razón o del método científico. XIX -un siglo de pobreza, hambre y ruina- la filosofía europea fue afianzando la idea de defender al hombre individual en aquello que le compete y no puede compartir con ninguno otro: su propia existencia. Frente a preocupaciones de orden político o económico con miras al presente o el futuro de las sociedades humanas, como las del marxismo, algunos pensadores consideraron al individuo como un valor absoluto y como al único constructor responsable de un sentido pleno de la vida.Esta actitud, iniciada por pensadores como Arthur Schopenhauer y Soren Kierkegaard –que fue llevada hasta sus últimas posibilidades por Friedrich Nietzsche- comenzó con una fuerte crítica a los ideales de la ilustración y de la cultura cristiana protestante, que terminó por desencadenar un fuerte sentimiento de decepción, de melancolía y de nihilismo ante las posibilidades futuras de la humanidad europea –que sobrevivía a duras penas a la miseria y a la guerra, sobre todo durante la primera mitad del siglo-. Ante esta situación había que evidenciar una voluntad de vivir que rompiera con los valores huecos y las vanas esperanzas de la tradición filosófica occidental. Nietzsche representa estos dos principios básicos en dos figuras tomadas de la mitología griega: el dios Apolo, símbolo de la serenidad, del equilibrio y la medida, y el dios Dionisio, símbolo de lo instintivo, impulsivo y excesivo. La vida para Nietzsche corresponde a una relación entre estos dos principios, pero que debe ser dominada por la propuesta dionisiaca: el erotismo, el placer sin límite, el afán desbordante de vivirlo todo. La vida es, ante todo, el despliegue de todas las capacidades humanas, en busca de potenciar todas las habilidades del hombre que afirmen la vida, tales como el arte, el afán de conocer, el desear y el actuar. LA VOLUNTAD DE PODER Llevando aún más lejos las doctrinas de su maestro Schopenhauer, Nietzsche se aferró a la idea de la voluntad de vivir para llevar a cabo la tarea que vencería el estado de postramiento y decadencia moral en el que se había sumido occidente: la transvaloración de los valores. Esto quería decir invertir todos los valores que la tradición occidental había privilegiado, en donde se afirmaban las capacidades intelectuales en detrimento de lo sensual, instintivo y material. Según Nietzsche, la metafísica en sentido platónico y cristiano era la verdadera culpable de que la cultura europea hubiera terminado en la decepción y el nihilismo, y para vencer esta situación era necesario crear un hombre nuevo, cuyo principal valor fuera la vida, entendida como voluntad de poder, es decir, un querer actual creativamente, una vida pugnando siempre por ir más allá de si misma. El hombre debe superarse, terminar en algo que esté por encima de él, como el hombre está por encima del mono, esto es, el superhombre.Para Nietzsche, el superhombre será aquel que no privilegia la razón sobre los apetitos, las pasiones, los sentimientos, sino que vive plenamente en el mundo de los sentidos, mirando la vida a través de sus instintos, sin temor a enfrentarse continuamente con la muerte. EL HOMBRE: PRIMERO LA EXISTENCIA EL HOMBRE Y EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA El existencialismo empieza a desarrollarse desde la segunda mitad del siglo XIX y es quizás la más popular de las corrientes contemporáneas, por haber permeado todos los campos de la cultura en el siglo XX, dejando una importante huella en la literatura y las artes. Podemos decir que el existencialismo, como una forma de pensar, ganó fuerza y vigencia tras el cataclismo de dos guerras mundiales que dejaron al hombre inseguro y con un gran interrogante sobre el sentido de la vida , además de hundir los ideales de la modernidad, como el progreso y la ciencia, tan importantes para el positivismo y la industrialización; entonces nació el existencialismo como contraposición a los grandes sistemas de la filosofía moderna, como los de Hegel y el idealismo alemán, dejando de lado toda construcción lógica que pretendiera conocer la realidad. por ello el hombre no solo es libre, sino que estas condenado a la libertad, a una libertad absurda que le ha sido impuesta sin su consentimiento y además que no conduce a ningún sitio. En el análisis de la vida cotidiana, este autor encuentra que el hombre es un ser arrojado al mundo y que para vivir auténticamente necesita proyectarse hacia el futuro y conocer sus posibilidades. Desde esta certeza, el hombre descubre su propia finitud, su falta de razón para existir y encuentra que es un ser para la nada.El sentimiento que acompaña desde entonces al hombre es la angustia, que es la expresión del reconocimiento de que el existente humano es un ente arrojado al mundo para morir en él y, por lo tanto, sin ninguna razón para existir. El problema da la realidad, para estos autores contemporáneos, es el problema del sentido de la existencia humana, del quehacer y la orientación que le debe imprimir el hombre a su vida. FINALES DEL SIGLO XX Justificación La antropología contemporánea nos presenta una síntesis de los planteamientos filosóficos que intentan definir al hombre y trata de superar definitivamente los conceptos que lo explican desde un solo punto de vista. Queremos decir: qué puede llegar a ser el hombre, o sea, si el hombre puede dominar su destino, puede “hacerse”, puede crearse una vida. Ha nacido de haber reflexionado sobre nosotros mismos y sobre los otros y de qué queremos saber, en relación con lo que hemos reflexionado y visto, qué somos, qué podemos llegar a ser, si realmente, y con qué limitaciones, somos “hacedores de nosotros mismos”, de nuestra vida, nuestro destino. Antonio Gramsci, El matemático histórico y la filosofía de Benedetto Croce LAS CIENCIAS EL ESPÍRITU La nueva pregunta por el hombre La actividad filosófica contemporánea se halla enmarcada dentro de una tendencia que involucra a Desde que el modelo científico se impuso en todos los ámbitos del saber, la filosofía sufrió un progresivo proceso de fragmentación en sus diversos temas que con el tiempo dio lugar al nacimiento de saberes especializados, tales como la antropología, la sociología, la psicología, etc. Pero este fenómeno se debió no solo a la presencia y al ejemplo impuesto por el modelo científico sino que respondió, sobre todo, al planteamiento de una pregunta estrictamente antropológica que tiene que ver con la manera como debemos llevar a cabo la investigación filosófica sobre el hombre. La ciencia del hombre Como vimos en el capítulo dedicado a los métodos filosóficos, el éxito del método científico en el estudio de la naturaleza planteó la necesidad de determinar un método similar para la resolución de los problemas humanos. Para ello, fundó un saber a partir de la determinación de las condiciones de la realidad en donde se expresa la totalidad de la naturaleza humana, sus ideas, sus valores su deseos, etc. Esta cuestión abrió paso a una pluralidad de posiciones y conceptos de posiciones y concepciones científicas y filosóficas – llamadas historicismo – que consideraron que la labor fundamental de la filosofía era descubrir la estructura general de la conciencia. Estas nuevas ciencias se separaron de la filosofía en el momento en que lograron determinar sus métodos y modos de proceder propios, teniendo en cuenta los contenidos específicos de los que se ocupaban. Para este pensador, ubicado en la tradición kantiana, la persona humana es un ser consciente y libre, que no puede definirse por ningún principio universal ni reducirse a una simple cosa y, por lo tanto, es la clave desde donde se debe interpretar al mundo, a la realidad. Lo más aproximado a una definición de persona que podemos encontrar en la obra de Mounier se halla en el manifiesto al servicio del personalismo, en el cual dice: La persona es un ser espiritual constituido como tal por una forma de subsistencia e independencia en su ser. La persona se hace libre solo con el compromiso en la acción, al colocar sus capacidades al servicio de los demás, de lo contrario la libertad no pasa de ser una palabra hueca, vacía. El personalismo recibe mucha influencia de las ideas existencialistas y vitalistas, pero a diferencia de ellas, le brinda al hombre un sentido de su existencia en el concepto de persona.En síntesis ¿Qué somos? lo largo de este tratado hemos realizado un recorrido por la historia de la filosofía, exponiendo algunas de las múltiples preguntas y diversas respuestas que se han formulado sobre el ser humano.