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13.2TRANSFORMACIONES SOCIALES. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GENÉSIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO EN ESPAÑA.
Entre 1800 y 1900, la población española pasó de 11,5 a 18,6 millones de habitantes, lo que supone un crecimiento lento si se compara con el incremento dado en otros países europeos. Las tasas de mortalidad se mantuvieron elevadas y se produjeron crisis de subsistencia periódicas y epidemias además de varias guerras. La distribución regional de la población acusaba grandes contrastes, así, al estancamiento en el centro de la península se opuso la concentración en la periferia, siendo Cataluña unas excepción por parecer su modelo demográfico más europeo que español, provocado por las características de su transformación económica.
El lento desarrollo económico pronto provocó un desequilibrio entre la población y los recursos y se produjo un aumento de la emigración exterior que se dirigió principalmente a ultramar. Estos desplazamientos alcanzaron su máxima importancia a partir de 1882. Las migraciones interiores del campo a la ciudad no tuvieron una gran incidencia, aunque si hubo un aumento de la población urbana perceptible sobre todo en Barcelona y Madrid.
El crecimiento de las ciudades desembocó en una serie de transformaciones urbanísticas: el derribo de murallas, la creación de planes de ordenación urbana (canalización de aguas, iluminación de la calles, tranvía…), sin embargo, a principios del siglo XX, el 70% de la población continuaba en el medio rural.
Las distintas reformas liberales de la primera mitad del siglo XIX abolieron los privilegios estamentales configurándose una sociedad de clases, basada en la riqueza, la propiedad privada y la igualdad jurídica. Los antiguos estamentos privilegiados mantuvieron sus privilegios sociales y económicos mientras que en las clases populares, creció un nuevo grupo: el proletariado industrial. Entre ambos extremos se fue formando una clase media que aspiraba a ascender en la escala social. Esta transformación fue lenta y cabe recordar la existencia del caciquismo.
Las clases altas estaban formadas por: La nobleza, que a pesar de la pérdida de sus privilegios mantuvo sus propiedades territoriales e incluso se hizo con tierras desamortizadas.La burguesía terrateniente también se benefició de las desamortizaciones y monopolizó el poder político. Estaba integrada por latifundistas, financieros y especuladores en bolsa.La burguesía industrial fue más dinámica, pero prácticamente inexistente fuera de los núcleos industrializados. Defendía los valores capitalistas y políticamente era muy conservadora y proteccionista. Aspiró a reemplazar a la nobleza tradicional en su papel dirigente e impulsó su modelo de vida como modelo social.Las clases medias era un grupo heterogéneo y muy reducido, excluido de la vida política. Estaba formado por la pequeña burguesía urbana (comerciantes, propietarios de talleres y pequeñas fábricas…), los medianos propietarios rurales o arrendatarios además de los funcionarios públicos y los profesionales liberales. Las clases populares formaban parte de la población más numerosa del país y estaban constituidos por jornaleros o proletariado rural. Su situación empeoró con las desamortizaciones soportandounas duras condiciones de vida quefavorecieron las insurrecciones y estimularon el arraigo del anarquismo. Las clases bajas urbanas crecieron constantemente a lo largo del siglo y sólo un pequeño sector estaba formado por el proletariado industrial (jornaleros y artesanos que vieron cómo sus condiciones de vida empeoraban al someterse al sistema fabril) La ausencia de regulación laboral y de protección social agravaba este panorama.
A partir del siglo XIX, se reforzó la vieja idea de que la condición de la mujer en la sociedad venía determinada por su función natural de esposa y madre, por lo que las mujeres obreras tuvieron que compaginar el trabajo doméstico con el industrial, lo que suponía una doble jornada laboral. En España se reivindicó una educación femenina digna, exigida por Emilia Pardo Bazán entre otras.
El MOVIMIENTO OBRERO nació como respuesta de las clases trabajadoras a las duras condiciones de trabajo, las desigualdades sociales y la ausencia de legislación laboral que se dio desde los inicios de la industrialización y de la aplicación de un sistema económico capitalista. Los obreros adquirieron conciencia colectiva de pertenencia a una clase de intereses comunes, lo que les llevó a organizarse.
Las primeras manifestaciones fueron de tipo ludita, movimientos mal organizados y espontáneos contra las máquinas, ya que éstas acaban con los puestos de trabajo. El suceso más espectacular de este tipo ocurrió en Barcelona, con la quema del Vapor Bonaplata.
A partir de 1840, los obreros comenzaron a asociarse en asociaciones, que agrupaban a trabajadores del mismo oficio y localidad, pretendían la ayuda mutua y defender los derechos de asociación así como una mejora en las jornadas laborales. La primera organización obrera de España, la Asociación de Protección Mutua de los Tejedores de Algodón, se creó en Barcelona (1840)
La vida asociativa estuvo permitida en periodo de gobierno liberal. Cabe destacar la reactivación del movimiento en 1854, que un año después convocó la primera huelga general en España. Durante el sexenio democrático, se produjo el máximo apogeo del movimiento obrero. La legalización de las organizaciones obreras permitió el contacto con las asociaciones europeas, que en 1864 había fundado la I Internacional. En 1870 se creó la Federación Regional Española (FRE) de la AIT (Asociación internacional de trabajadores). La división entre socialistas y anarquistas en el seno de la AIT, tuvo su correlato en la FRE que, adoptó de forma mayoritaria el anarquismo. La federación madrileña, que siguió defendiendo la opción marxista fue expulsada constituyendo así una nueva federación madrileña, a partir de la cual, se formó, posteriormente el PSOE.
Durante la primera república se extendió el movimiento obrero, cada vez más decantado hacia la acción revolucionaria. Con la Restauración se ilegalizaron nuevamente las asociaciones obreras, hasta que con el regreso de los liberales (Sagasta) se produjo cierta permisividad. Este hecho permitió salir a la luz al PSOE, que había sido fundado en 1879 por un grupo de tipógrafos encabezados por Pablo Iglesias seguidor del socialismo marxista. El PSOE se constituyó como partido político en 1888, formándose a su vez la Unión General de Trabajadores (UGT) un sindicato vinculado al partido.
Los partidarios del anarquismo organizaron en 1881, la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) en la que se siguieron dos tendencias: la anarcocolectivista y la anarcomunista. La violencia y el terrorismo anarquista protagonizaron la década de los ochenta y los noventa como los actos llevados a cabo por una supuesta organización secreta, la Mano Negra. Entre 1893 y 1897, los atentados se concentraron el Barcelona, entre ellos cabe destacar el realizado contra el General Martínez Campos y el lanzamiento de dos bombas en el teatro del Liceo.
La represión dura e indiscriminada ejercida por el gobierno de Cánovas afectó también a sindicalistas y organizaciones culturales y educativas. Los denominados procesos de Montjuïc, consiguieron una escalada de violencia que costó la vida a Cánovas. La represión y la división interna desorganizaron el movimiento anarquista que tardó algunos años en reconstruirse.