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TEORÍAS ÉTICAS
¿Qué es una teoría ética?
A comienzos de curso, explicábamos como la ética nos puede ayudar a enfrentarnos a los problemas que nos ofrece el desarrollo de la vida cotidiana, es decir, a como hemos de comportarnos moralmente y que consecuencias podemos sacar de la respuesta a esta pregunta para nuestra vida diaria, por tanto a la ética le preocupa averiguar la racionalidad de lo moral
Para explicar cuando una razón es moralmente razonable han nacido diferentes teorías éticas, cada una de las cuales ha ofrecido un criterio de racionalidad. Al mismo tiempo, para cada una de ellas ha tenido un significado diferente conceptos morales como el de bien, virtud, justicia, etc.
PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS
LOS SOFISTAS
Los sofistas aluden al llamado “relativismo moral“. Cualquier postura puede ser defendida o criticada, pues o ninguna de las dos es verdad o las dos son verdad.
El bien, como todos los valores, no es absoluto, sino relativo, es decir, que lo que es bueno para unos puede ser malo para otros; incluso para el mismo individuo lo que es bueno unas veces puede ser malo otras. Lo que decide que algo sea bueno es la cantidad de placer que produce.
PLATÓN
Propone la existencia de verdades absolutas que son independientes del criterio de los hombres o de su grado de conocimiento. Algunas de estas ideas son el bien, la belleza, la verdad o la justicia.
En lo que a la idea del bien se refiere, Platón argumenta que el bien no es algo subjetivo ( como pensaban los sofistas. El bien es algo real (que existe), inmutable (que no cambia) y objetivo (que existe independientemente de las cosas buenas en un mundo aparte).
Según Platón interesa ser realmente bueno y justo por tres razones relacionadas entre sí: una social, otra psicológica y una tercera religiosa:
ARISTÓTELES
Para Aristóteles, discípulo de Platón, la felicidad es el bien absoluto y el fin último de nuestras acciones. Hay otros bienes como la riqueza o los honores pero tienen un carácter relativo, es decir, no son bienes en sí mismos sino medios para alcanzar la felicidad. Pero, ¿qué es la felicidad?. La felicidad, consiste, según Aristóteles, en obrar bien y en vivir bien. Y obrar bien y vivir bien consiste en obrar y vivir humanamente, es decir, obrar y vivir de acuerdo o conforme a la razón, principal cualidad del ser humano.
Vivir felizmente es consecuencia de practicar la virtud. Ésta es un hábito que se adquiere obrando debidamente, según nos dicte la razón, por tanto obrando siempre según el término medio. En función de esto, entre un exceso y un defecto siempre tendremos que optar por el termino medio (por ejemplo, la generosidad es el termino medio entre el derroche y la tacañería). Por lo tanto, al tener nosotros mismos que elegir entra distintas opciones la felicidad es responsabilidad de cada uno de nosotros.
LOS EPICÚREOS (Seguidores de Epicuro).
El rasgo característico de la ética epicúrea es el hedonismo, ya que consideran que todo placer es un bien en si mismo, el punto de partida y el fin de la vida feliz. Defienden esta postura porque todos los seres tienden por naturaleza a buscar el placer y evitar el dolor.
Para ellos todo placer es un bien y todo dolor un mal, aunque hay que evitar los placeres que conducen al dolor y las cosas dolorosas que nos llevan hacia el placer. Uno de los mayores temores que desasosiega al ser humano y le impide ser feliz es la certeza de la muerte. Todo se acaba para nosotros con la muerte, ya que según los epicúreos no hay otra vida, ni premios ni castigos divinos, no hay dolor ni tampoco placer después de los muertos. La mejor actitud es la de ignorar la propia muerte y dedicarnos a disfrutar serenamente de los placeres de la vida.
EL BIEN COMO ESPIRITUALIDAD
A través de la religión (espiritualidad) el hombre ha intentado e intenta alcanzar el bien. Es el mismo bien del cuál hablaban los filósofos analizados en las páginas anteriores y que desde el punto de vista de la religión conduce al acercamiento a Dios. Éste es una realidad superior a nosotros que conoce lo que ocurre en el mundo y el destino de nuestras vidas. Dicha realidad es denominada de forma diferente por cada una de las religiones, sin embargo todas ellas la conciben como algo sagrado, superior y distinto de la realidad visible que nos rodea.
Las principales teorías explicativas de la religión son las siguientes: la teoría de San Agustín, la teoría de Santo Tomás, la teoría económica de Marx, la sociológica de Durkheim y la psicológica de Freud.
San Agustín (354-430).
Con él se rompe con la filosofía del mundo antiguo (Sofistas, Platón, Aristóteles, etc.) aunque en su filosofía aún persisten continuidades de dicho mundo.
Para S. Agustín el hombre es capaz de reconocerse como ser inteligente y autoconsciente, y descubre que no puede dudar de este hecho fundamental, al tiempo que se pregunta por el origen de su inteligencia. Al buscar ese origen se da cuenta que no procede de si mismo y descubre la verdad: el hombre entra en contacto con algo eterno e inmutable, es decir, que vive siempre y que no cambia. Este hecho conduce a la inteligencia humana a admitir la existencia de un ser supremo, eterno e inmutable, que es la verdad. Por lo tanto si el hombre es capaz de concebir la verdad, es por su contacto con la VERDAD divina, es decir, con Dios. Este Dios para S. Agustín es activo y dinámico; mientras que el hombre a pesar de su inteligencia se muestra débil, imperfecto, contradictorio y mísero. La voluntad humana está enferma, padece un desequilibrio permanente. Se da perfecta cuenta de en qué consiste el bien, pero prefiere el mal.
Santo Tomás de Aquino (1226-1274).
En su filosofía Tomás de Aquino señala “caminos” para fundamentar racionalmente la existencia de Dios. Esos caminos son las que él denomina “cinco vías”: el movimiento, la causalidad (causa) intramundana, la contingencia, los grados de perfección, la finalidad. Al término de cada una de las cinco vías, Tomás sentencia: “Y este primer Motor es lo que llamamos Dios….Y esta causa última es lo que llamamos Dios. Y este ser Necesario es lo que llamamos Dios”.
Carlos Marx (1818-1883).
Para Marx la religión está estrechamente vinculada a la estructura socioeconómica, justificándola y concediéndole estabilidad. Su raíz se encuentra en el sistema de explotación económica ya que la religión busca la salvación y liberación del hombre, pero no en esta vida (a través de la revolución) sino en la otra vida. Así nuestra vida sería un valle de lágrimas en el que se viene a sufrir.
Para Marx, la existencia de la religión pone de manifiesto la miseria humana al tiempo que debía de suponer una denuncia contra dicha miseria, contra las desigualdades y la explotación del hombre, sin embargo, la religión adormece las conciencias e impide la auténtica liberación. La existencia de la religión para Marx es consecuencia de la infelicidad de los hombres de tal forma que cuando desaparezca la explotación económica el hombre no tendrá necesidad de creer.
Émile Durkheim (1858-1917).
Para este autor la religión es exclusivamente un hecho social. Llegó a la conclusión de que en la religión son más importantes los ritos que las creencias. Los ritos permiten que los miembros de la religión se vinculen entre sí y que manifiesten públicamente su adhesión al grupo social.
Según Durkheim Dios es una idealización del grupo de tal forma todo lo que es vital para el grupo social tiene un carácter sagrado.
Sigmund Freud (1856-1939).
Considera a la religión como una ilusión, en el sentido de que deriva de deseos humanos inconscientes. Tiene un origen psicológico para él.
Según Freud la religión surgió y se mantiene debido a un sentimiento de desamparo y de culpa. Ese sentimiento de desamparo del hombre es lo que hace que el hombre tenga la necesidad psicológica de creer. Mediante el sentimiento de culpa, Freud explica el origen histórico de la religión. El Dios de Freud es un Dios tirano que el propio hombre asesina para librarse de él. Ese asesinato provoca en el hombre un sentimiento de culpa que le conduce a la búsqueda de la liberación de la angustia.
LA CONSECUCIÓN DEL BIEN UTILIZANDO CUALQUIER MEDIO: NICOLÁS MAQUIAVELO ( 1469-1527 ).
Maquiavelo destacó en la ciudad de Florencia (Italia) entre los siglos XV y XVI como político y diplomático, sin embargo en sus obras apreciamos también a un Maquiavelo filósofo e historiador. Pero a pesar de ello son las primeras facetas mencionadas las que más conocido le han hecho y por lo que se le suele recordar, eso si, a veces se malinterpreta su pensamiento político y se reduce a la idea de que “el fin justifica los medios”. Dicha idea puede ser la resultante de la lectura de su libro El príncipe (1513), tratado político que dedica a Lorenzo de Médicis con la esperanza de que levante a Italia contra las invasiones extranjeras que en ese momento la asolan.
Su pensamiento es fatalista y ello quizá sea consecuencia de su intento por abordar de forma realista los problemas políticos de su tiempo. Esos problemas se solucionarían, en el caso de Italia, si se llevasen a cabo las medidas que propone en su obra El príncipe. Medidas pragmáticas, para ser llevadas a la realidad y que conducen al establecimiento y funcionamiento del Estado, un Estado poderoso al frente de un príncipe que lo rija. Son medidas como: la participación de todos en la acción política, la educación del pueblo para esa participación, la virtud (mezcla de inteligencia y eficacia), valor personal, amor a la patria y al desempeño de las funciones públicas. Por su parte el príncipe debe de desarrollar las siguientes reglas: inclinarse a la tacañería antes que a la liberalidad, no tener regla fija para la crueldad y la clemencia, ser temido antes que amado, mentir si es necesario antes que decir la verdad, rodearse de expertos que le asesoren y no de aduladores, etc.
Tanto esas medidas como las propias características que todo gobernante ha de tener son los medios que se han de emplear para conseguir el fin determinado, en este caso un gobierno fuerte para la ciudad de Florencia.
LA BÚSQUEDA DEL ACUERDO COMO BIEN SUPREMO: EL CONTRACTUALISMO DE JEAN JACQUES ROUSSEAU (1712-1778).
Nos interesa su pensamiento político más que filosófico dado que en una de sus obras El contrato social (1762), nos habla, entre otras cosas, de la necesidad de llegar a acuerdos dentro de la sociedad para el buen funcionamiento de ésta, es decir, del denominado contractualismo.
Según Rousseau, mediante el pacto social cada uno se une a todos. El contrato se formaliza con la comunidad. Cada asociado se une a todos. El soberano existe, pero no puede tener intereses diferentes a los particulares que lo componen, dado que el soberano es esa voluntad general, que por su parte es la voluntad de la comunidad. Existe pues una diferencia entre la voluntad general y la voluntad de los particulares. Esa voluntad general que representa el soberano no se puede delegar (es inalienable), no se puede dividir (es indivisible), busca el bien común y es recta y absoluta.
El contrato social garantiza por otra parte la igualdad y la libertad del individuo. Al mismo tiempo, el individuo depende de la igualdad, que le permite participar en el pacto social; mientras que la libertad la encuentra en la obediencia a las leyes de la ciudad (modelo de organización estatal que Rousseau propone). Por tanto, el individuo, mediante el contrato social se “condena” a ser libre.
En definitiva, Rousseau propone un modelo de sociedad austero y autosuficiente donde los valores éticos predominen sobre los mercantiles o capitalistas y donde el bien común sea el valor máximo.